martes, 27 de octubre de 2009

Conversar

Hoy me gustaría compartir con vosotros esta reciente conversación. Quiero que quede en mi blog para re-cordarlo en el tiempo, por su alto contenido ético y estético (que tanto monta...) y como una forma de poner en evidencia el error de ciertas familiaridades admitidas, de estos tópicos que se convierte en auténticos barrotes espirituales: el de que la sabiduría llega cuando ya no sirve para nada (lo digo por la juventud del autor). Llegue cuando llegue siempre consistirá en lo mismo: saber tomar y dar. Esdedesear.

P.D. Dedicado a Barbebleue por el toque oriental con el que quiere redecorar su castillo.

Del Blog Navegar é Preciso.

Tong-Len(Tomar e dar)

O caminho interior segue uma forma inversa da reivindicação. De aí que possamos dizer sem dúvida:
"O verdadeiro arrependimento é a expressão de que já fomos perdoados"

Quando seguimos a ética essencial compreendemos que não temos direito a exigir nada. A questão mais bem é que se nos aceite o nosso serviço. Devemos sentir-nos agradecidos de que as nossas intenções realmente possam ser úteis.
A consciência do próprio mérito avergonha e denota hipocrisia.
Sobre as justificações poderiamos dizer:
O que actua bem não tem justificação e o que actua mal melhor que não se justifique.
Um conto

Conta a tradição tibetana que Gueshe Chekawa foi a casa de uma família e viu um texto escrito pelos Gueshes Kadampa. O texto dizia:
"Oferece a vitória e o proveito aos demais e toma sobre ti a derrota e a perda"

Chekawa ficou muito surpreendido por estas duas linhas e decidiu indagar e procurar alguém que lhe pudesse aclarar o seu significado. Ele pensava que devia envolver alguma sabedoria oculta.
Encontrou que esse ensinamento procedia dos Oito versos do treinamento mental de Langri Tangpa mas ele já estava morto.
Procurou, procurou e procurou...E encontrou a Gueshe Sharawa, que dava ensinamentos tradicionais sobre ética e moralidade. Chekawa disse-lhe:
- Os vossos ensinamentos não me inspiram e eu queria que me mostrasseis a relação entre os versos Kadampa e os vosos ensinamentos.
- Que versos são eses?- perguntou Sharawa
- Oferece a vitória e o proveito aos demais e toma sobre ti a derrota e a perda- disse Chekawa.
- De quem é isso? - perguntou Sharawa
- De Gueshe Langri Tangpa, mas ele está morto- disse Chekawa. Es capaz de pôr isto em prática? É isto um ensinamento puro do Dharma?- continuou.
- Não importa se se pode pôr em prática ou não porque isso depende dos indivíduos. Uns podem e outros não podem, mas sem pôr isto em prática é impossível conseguir a Iluminação suprema.
Desde então Gueshe Chekawa recebeu os ensinamentos do Lo-Jong (treinamento mental) de Gueshe Sharawa durante treze anos.
Gueshe Sharawa, que passava por ser um simples mestre de moralidade, mas que na verdade era um consumado mestre na prática de Tomar e Dar (Tong Len), conduziu Chekawa à suprema Iluminação.
Mas foi Guesshe Chekawa quem divulgou o segredo (com as suas práticas) para que todos aqueles com boa vontade se pudessem beneficiar:
"Oferece a vitória e o proveito aos demais e toma sobre ti a derrota e a perda"
Publicada por José António Lozano em
10:02
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2 comentários:

Esdedesear disse...
Precioso. El que actua bien tampoco necesita justificarse, si el bien que hace es verdadero. La palabra justificarse derivó injustamente, en mi opinión, hacia un valor positivo innecesario y producto de una moral utilitaria. No debería significar más allá de "hacer justo un acto a través de una expresión lingüística, es decir explicarlo" pero eso no lo hace mejor. Hay una meta muy atractiva que puede estar detrás de toda conversión: una derrota o pérdida grande, lo más grande posible, es fuente de sabiduria duradera...¿Pero quién enseña a perder en la sociedad del éxito? Muchas gracias, Chiqui, un abrazo.
23 de Outubro de 2009 9:26

José António Lozano disse...
Hay un dicho de la antigua cofradía de los sarmouni que dice:"Cuando el yo llora porque perdió, la esencia ríe porque encontró"El método aquí indicado es también una práctica meditativa común a toda Asia Central. En el sufismo está ligada a la forma malamati y es la esencia de toda verdadera realización. Es evidente que la persona que hace esto tiene que estar más allá del masoquismo, en el sentido de no sentirse identificado emocionalmente con la "perdida". Es un acto de amor y generosidad que debe hacerse sin ningúna conciencia de mérito y sintiendo gratitud por poder ayudar a otros. Pero es una práctica que toda persona puede hacer de alguna manera.Con respecto al éxito habría mucho que hablar, comenzando por la etimología ("exitus" y sus sentidos paradójicos), pero recuerdo una cita de Borges en su libro sobre la literatura germánica medieval. Un noble dice a su hijo en lecho de muerte:"De tu padre aprende valor y verdadera entereza. De otros el éxito"Creo que debemos aspirar a tener éxito. Pero el verdadero, no el aparente.Con respecto al hecho de justificarse, creo que el problema vendría de intentar hacerse justicia a uno mismo. Uno no debe defenderse a si mismo. Precisamente el bien, lo bueno, no necesita explicarse. Pero si lo hiciésemos perderia fuerza e incluso se desvirtuaría. Esta es la razón por la que Sócrates, realmente, no se justifica cuando es llevado a juicio. Por ello es considerado arrogante. Pero ¿quienes son los arrogantes? El pueblo también prefiere a Barrabás después de todo. Jesús tampoco se justifica pero el cristianismo es el heredero de la conciencia de culpa de la cruz (que curioso!)Como dicen en Asia central: quedaos vosotros con la cruz, nosotros tenemos a Jesús.Bueno, Conchita, un gran abrazo y disculpa la demora en la respuesta.
25 de Outubro de 2009 22:20
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viernes, 23 de octubre de 2009

¿De que "verdad" estamos hablando?

Buscando actualizar referencias sobre un filósofo actual que me gusta mucho: Peter Sloterdijk, me encontré con esta maravillosa conversación entre Cristián Warken y Carla Cordua, en una página de aquel, con precioso nombre:" Una belleza nueva". Yo la he disfrutado mucho, os la paso por si apetece verla en el fin de semana otoñal.



http://www.otrocanal.cl/?video=212

martes, 20 de octubre de 2009

Emboscarse en otoño.

Al otro lado de las montañas

Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,
sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.
Los que allá fueron nada encontraron,
ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,
ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,
algo que era una flor o un mirlo de oro
o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mi,
echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.
Y ahora mi oficio es soñar,
y no se si soy yo quien sueño,
o es que por mi sueñan campos,
miradas azules,
palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.

Alvaro Cunqueiro

"El lugar de la libertad es completamente distinto de la mera oposición; también es diferente del lugar que puede brindar la huida. «Bosque» es el nombre que le hemos dado al lugar de la libertad. En él hay otros medios, unos medios diferentes del «no» que uno escribe en el círculo predispuesto para ello en la papeleta del voto. Desde luego, hemos visto que, dada la situación a que se ha llegado, tal vez tan sólo uno entre cien esté capacitado para "irse al bosque", para la "emboscadura". Pero de lo que aquí se trata no es de relaciones numéricas. Cuando se incendia un teatro basta una cabeza clara, basta un corazón enérgico para contener el pánico de millares de personas que amenazan con aplastarse unas a otras y que se entregan a una angustia propia de animales...
Dos son, pues, las cualidades que se presuponen en el emboscado. En primer lugar, el emboscado no le permite a ningún poder, por muy superior que sea, que le prescriba la ley; ni por la propaganda ni por la violencia. Y, en segundo lugar, el emboscado se propone defenderse. Para ello no sólo utiliza los medios y las ideas propias de su tiempo, sino que a la vez mantiene abierto el acceso a unos poderes que son superiores a los temporales y que nunca podrán ser diluidos en puro movimiento. Uno puede correr el riesgo de la emboscadura, puede osar emboscarse, si se cumplen esas dos condiciones.

De "La Emboscadura" Por Ernst Jünger

Hay una relación estética entre el otoño y el bosque. Y hay también una relación ética, nos evocan sensaciones de recogimiento y de sosiego. Buscamos con nuestras caminatas recuperar la calma perdida, los sueños, que "por mi sueñen campos" como dice el bello poema de Cunqueiro. Hay otra forma de irnos al bosque en el otoño de nuestras vidas, ésta para recuperar espacios de libertad que de una u otra forma se nos arrebatan.Así me ha enseñado Jünger, un concepto de emboscado espiritual análogo. Os propongo la lectura de estos dos libros que se exponen en los enlaces, una suerte haberlos encontrado: "La Emboscadura" de Ernst Júnger y "La Estética de lo originario en Júnger"de José Luis Molinuevo. Son dos análisis estupendos para construir "el propio bosque" en nuestras cabezas porque el bosque cuanto más cerca mejor. Esdedesear.



http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Junger_Ernst/Junger_DerWaldgaenger_01.htm#R2

http://www.box.net/shared/616nk7opaq

jueves, 15 de octubre de 2009

El décimo carácter

"Un paisano tiene por lo menos nueve caracteres: carácter profesional, nacional, estatal, de clase, geográfico, sexual, consciente, inconsciente y quizá todavía otro carácter privado; él los une todos en sí, pero ellos le descomponen, y él no es sino una pequeña artesa lavada por todos estos arroyuelos que convergen en ella, y de la que otra vez se alian para llenar con otro arroyuelo otra artesa más. Por eso tiene todo habitante de la tierra un décimo carácter y éste es la fantasía pasiva de espacios vacíos; este décimo carácter permite al hombre todo, a excepción de una cosa: tomar en serio lo que hacen sus nueve caracteres y lo que acontece con ellos; o sea, en otras palabras prohíbe precisamente aquello que le podría llenar"
De "El hombre sin atributos". Por Robert Musil

Creo que todos estaríamos dispuestos a firmar estas palabras de Musil, diríamos que son evidentes si consideramos el carácter como la manifestación de nuestra personalidad, el acopio de componentes que identifican nuestra "manera de ser", que nos individualizan, esa caja de herramientas con la que nos hemos pertrechado para salir al mundo. Ese carácter que sentimos como único, de una pieza, pero nos hace comportarnos de formas diferentes, incluso a veces opuestas o contradictorias. Así, sorprendentemente, un individuo de trayectoria profesional intachable se comporta como un energúmeno en un campo de futbol, conduciendo un coche, en casa, o en "la cama". Un devoto religioso decora su vida con toda clase de fastos cerrando filas frente a la vida miserable de sus congéneres, abogando por unos principios de clase que le permiten tranquilizar la conciencia. Por poner ejemplos manidos, pues sería largo desgranar las contradicciones, hay un "fuera, dentro", como en Barrio Sésamo, nacionalistas, ecologistas, socialistas, "intelectualistas", que traicionan sus principios ideológicos en cuanto cruzan cierto umbral.














"Pecadillos" extendidos son éstos antedichos, y otras inocentes conductas que varían dentro del imperativo del "a donde fueres, haz lo que vieres". Y así, no somos iguales según con quien, "en confianza" por ejemplo, "con los de casa", ante los que ostentan el poder, jefes, jefazos o jefecillos, cuando nos sentimos observados, en la intimidad, en un pais extranjero, en el divan... o en un blog. Son nuestras convenciones, "lo normá", su poquito de apariencia. Y sin embargo, inevitablemente, todo ello está firmemente amalgamado en esa "fantasía pasiva de espacios vacíos" que dirige nuestros pasos más de lo que podemos creer y que se percibe por los demás, silenciosamente, más de lo que cabe imaginar. Es nuestra afectividad, que se cuela y nos expresa como una sombra. Es esa "realidad subjuntiva" de la que ayer os hablaba. La que nos lleva a decir " maldita sea mi sombra", o " bendita sea mi sombra". Porque no es la suerte, no, desengañémonos. Que la sombra se me parezca aunque sea poco convencional, esdedesear.

jueves, 8 de octubre de 2009

La realidad subjuntiva

Hay sentencias que producen "un coup d'eclat" que cambian tu vida, si les haces caso, claro. Se tornan tan resplandecientes, tan iluminadoras que borran de un plumazo un montón de creencias equivocadas y parece que abrieran nuevos horizontes cuyas sendas, aunque todavía no trazadas, se muestran a la imaginación fáciles y accesibles. Son expresiones que aunque difusas las comprendes más por intuición que por explicación y ello es porque sencillamente son portadoras de verdad. Por suerte, en mi vida ha habido muchas de estas sentencias, muchas esclarecedoras reflexiones, algunas que vienen de un diálogo sincero con amigos con los que compartes esta vocación de desentrañar lo que sea "la vida", ese término que tiene más de idea que de cuerpo, aunque nos parezca lo contrario (así, cuando estamos enfermos poco nos preocupa esta especulación), pero sobre todo de mis amados "teóricos" (la palabra deriva del griego θεωρειν,"observar"). Soy, por suerte, confiada en la objetividad de la sabiduría de los maestros, avara de la utilidad que me pueden aportar, flexible para abrirme a nuevas posibilidades, y agradecida, enormemente agradecida, cuando observo, yo misma, los resultados intuidos.

Una de esas sentencias, no exactamente así enunciada, porque en mi recuerdo es ya una mezcolanza que procede de muchos emisores (desde Platón a Ortega, pasando por Freud, Russell, Heidegger, y un largo etc,) es que para ser feliz uno debe "ajustar su deseo a la realidad". Parece sencillo: conocido el deseo, asumida la realidad, ajustar y punto. Lo que parece fácil en la idea se convierte en tarea ardua en su materialización. Sin embargo, al escucharlo, al comprenderlo, sólo esa intuición ya libera, produce sus frutos. Podemos quedarnos así, una vez comprendida, porque todo cambia, sepamos o no lo que es el deseo y la realidad. Es decir a qué nos referimos cuando nombramos lo que nombramos. Saberlo sería ya suficiente. Algo se pone a funcionar, aunque solo sea el comprender porqué algo no funciona, así es la comprensión de lo auténtico.

En ese blog he hablado bastante, aunque nunca es bastante, de la necesidad de conocer nuestros deseos, los auténticamente nuestros, desembarazándolos de los superficialmente adquiridos bajo diferentes "presiones". Ahora voy a hablar de la "realidad". Se han escrito ríos de filosófica tinta sobre lo real, la realidad. Una forma asequible de comprender qué sea la realidad ( lógicamente el concepto de realidad) puede ser la explicacion freudiana de esos dos principios que rigen nuestro psiquismo, el principio de placer (institivo) y el principio de realidad(instituido). La orteguiana de la necesidad de conciliar el yo y la circunstancia, o simplemente la del "sentido común", por ejemplo; pero eso sería objetivamente hablando, claro. Luego está el plano de lo subjetivo, omnibarcante y poderoso, en la que probablemente la realidad "brilla por su ausencia" escondida tras las palabras. Y esta es la "realidad real", más incierta, pero la que somos, esa que responde a las palabras de Lacan, "pienso donde no soy y soy donde no pienso". Es decir que la verdad de lo real, se nos escapa al lenguaje, y sin embargo "es". Es lo que no hace falta pensarse, sino despensarse. Lo que es más claro para la intuición a veces es muy oscuro para el pensamiento.

Y todo este embrollo porque quiero compartir con vosotros este precioso texto de Musil, al efecto, que me voy encontrando en la lectura de "El hombre sin atributos". Explica mejor que yo estos "reales" temas, de los que seguiré hablando. Esdedesear

"Si existe el sentido de la realidad, debe existir también el sentido de la posibilidad"

Quien quiere pasar despreocupado por puertas abiertas, ha de cerciorarse primero de que dinteles y ambas esté bien ajustados. Este principio, vital para él, es un postulado del sentido de la realidad. Si se da, pues
, sentido de la realidad, y nadie dudará de su razón de ser, se tiene que dar por consiguiente algo a lo que se pueda llamar sentido de la posibilidad.
El que lo posee no dice, por ejemplo: aqui ha sucedido esto o aquello, sucederá, tiene que suceder; y si se le demuestra que una cosa es tal como es, entonces piensa: probablemente podría ser también de otra manera. Así cabría definir el sentido de la posibilidad como la facultad de pensar en todo aquello que podría igualmente ser, y de no conceder a lo que es más importancia que a lo que no es. Como se ve, las consecuencias de tal disposición creadora pueden ser notables; es así cómo, por desgracia, aparece no pocas veces falso lo que los hombres admiran y aquello que prohíben, lícito, o bien ambas cosas como indiferentes. Tales hombres de la posibilidad viven, como se suele decir, en una tesitura más sutil, etérea, ilusoria, fantasmagórica y subjuntiva. Cuando los niños muestran tendencias semejantes se procura enérgicamente hacerlas desparecer, y ante ellos se califica a esos individuos con los apelativos de ilusos, visionarios, endebles y pendantes o sofistas.
Si se les quiere alabar, a estos locos también se les llama idealistas, pero evidentemente de este modo se alude sólo al tipo débil que no alcanza a ver la realidad o se separa lamentablemente de ella, por lo que entonces la ausencia del sentido de la realidad aparece como una auténtica carencia. Lo posible abarca, sin embargo, no sólo los sueños de las personas neurasténicas, sino también los designios no decretados de Dios. Una experiencia posible o una posible verdad
no equivale a una experiencia real unida a una verdad auténtica, menos el valor de la veracidad, sino que tienen, al menos según la opinión de sus defensores, algo muy divino en sí, un fuego, un vuelo, un espíritu constructor y la utopía consciente que no teme la realidad, sino que la trata mejor como problema y ficción. (...)
Un individuo semejante no es en modo alguno un asunto muy inequívoco. Dado que sus ideas, mientras no degeneren en vanas quimeras, no son otra cosa que realidades todavía no nacidas, también él tiene, como es natural, sentido de la realidad; pero es un sentido para la realidad posible y da en el blanco mucho más tarde que el sentido, congénito en la mayor parte de los hombres, para las posibilidades verdaderas. Prefiere, por decirlo así, el bosque a los árboles; el bosque es algo difícil de definir, mientras que los árboles significan tantos y tantos metros cúbicos de madera de determinada calidad. Quizá se pueda expresar esto mejor diciendo que el hombre con sentido normal de la realidad se asemeja a un pez que muerde el cebo y no ve el sedal, en tanto que el hombre con ese sentido de la realidad, al que también se puede llamar sentido de la posibilidad, lanza el anzuelo al agua sin saber si le ha puesto cebo."


De "El hombre sin atributos" Por Robert Musil.