viernes, 17 de diciembre de 2010

¡Navidad a la vista!

¡Dios a la vista!

"En la órbita de la Tierra hay perihelio y afelio: un tiempo de máxima aproximación al Sol y un tiempo de máximo alejamiento. Un espectador astral que viese a la Tierra en el momento en que huye del Sol pensaría que el planeta no había de volver nunca junto a él, sino que cada día, eviternamente, se alejaría más. Pero si espera un poco verá que la Tierra, imponiendo una suave inflexión a su vuelo, encorva su ruta, volviendo pronto junto al Sol, como la paloma al palomar y el boomerang a la mano que lo lanzó. Algo parecido acontece en la órbita de la historia con la mente respecto a Dios. Hay épocas de odium Dei, de gran fuga de lo divino, en que esta enorme montaña de Dios casi desaparece del horizonte. Pero al cabo vienen sazones en que súbitamente, con la gracia intacta de una costa virgen emerge a sotavento el acantilado de la divinidad. La hora de ahora es de este linaje y procede gritar desde la cofa: ¡Dios a la vista!

No se trata de beatería alguna; no se trata ni siquiera de religión. Sin que ello implique escatimar respeto alguno a las religiones, es oportuno rebelarse contra el acaparamiento de Dios que suelen ejercer. El hecho, por otra parte no es extraño; al abandonar las demás actividades de la cultura el tema de lo divino, solo la religión continúa tratándolo y todos llegan a olvidar que Dios es también un asunto profano.

La religión consiste en un repertorio de actos específicos que el ser humano dirige a la realidad superior: fe, amor, plegaria, culto. Pero esa realidad divina tiene otra vertiente en la cual se prenden otros actos mentales perfectamente ajenos a la religiosidad. En ese sentido cabe decir que hay un Dios laico, y este Dios, o flanco de Dios, es lo que ahora está a la vista."

De El Espectador, por José Ortega y Gasset.

Ortega, hasta para decir lo que yo os voy a decir:- estoy "de las cervicales" y el dolor me impide escribir nada más inspirado para esta última entrada antes de las fiestas-, lo haría expresándose bellamente. Me sirvo de él para desearos, desde el "flanco del Dios laico" felices fiestas y feliz año que viene, que, al parecer va a venir cargado de sorpresas. Las comentaremos ¿verdad?, espero contar con vosotros para ello. Esdedesear.

martes, 14 de diciembre de 2010

S.O.S. TV

¡No puede seeeeeer! ¿Habeis escuchado alguna vez la cancioncilla friki tan de moda? Si no, acudid a Youtube.
Bueno pues esta es la expresión que más repito últimamente, siempre hay alguien que nos ofrece la oportunidad de salirnos de la pedantería pretenciosa en que nos movemos generalmente. Mi agradecimiento a estos filósofos de la cotidianidad.

En fin, lo que os quiero decir con auténtica urgencia es que mi estado de ánimo desde que me enteré que desaparece CNN, los estupendos profesionales que la componen, y sobre todo mi admiradísimo Iñaki Gabilondo, es el de no saber si hacerme el harakiri o el ikebana, apoyándome en este otro chascarrillo fantástico. Yo, como él, "estoy viviendo una situación muy amarga" http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Inaki/Gabilondo/Tengo/sensacion/termina/vida/profesional/elpepusoc/20101213elpepusoc_13/Tesy Me dan ganas de apagar el televisor para siempre y vivir de los recuerdos. ¡Vaya peña! Siempre me están robando algo. ¿Esdedesear?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Fugas

A propósito de Wikileaks. Esdedesear.


-¿Cómó podríamos definir la verdad en términos de su función en la vida pública?

-Se pueden plantear dos cuestiones al respecto. Creo que lo que realmente preocupa a la gente es la veracidad. Se cree que todo el mundo dice mentiras, lo que suele ser el caso. Todo el mundo miente. Y a la gente le gustaría que se le dijera la verdad. Pero lo que se quiere decir con esto no es algo que tenga que ver con la naturaleza de la verdad. Sólo se quiere que la gente diga aquello en lo que cree, que los gobiernos digan al público las mismas cosas que dicen a los otros gobiernos, etc. La verdad en tanto que problema filosófico se pregunta si los enunciados verdaderos son representaciones de la realidad, o si el concepto de representación vale para los enunciados, etc. Es una cuestión técnica.

-¿Qué papel desempeña la veracidad en la esfera pública internacional o en la tribuna en la que tienen lugar las discusiones?
-Se trata de hacer funcionar la democracia mediante la libre disposición de la información. De ahí que la gente tenga tantas esperanzas puestas en Internet. Si se quiere averiguar cuánta gente sin trabajo hay en un país determinado, o cuál es el salario medio, se puede encontrar. Y nadie nos miente. Y esto es, por supuesto, tremendamente importante, pero no es asunto del filósofo. Mi lema es que si cuidamos la libertad, la verdad se cuidará a sí misma. Un enunciado verdadero es aquel sobre el que una comunidad libre está de acuerdo en que es verdadero. Si cuidamos la libertad, obtenemos de regalo la verdad".
Extraído de "Cuidar la libertad" Ed. Trotta. Por Richard Rorty.

Publicado originalmente en 2N: A Journal of Ideas 11-12 (1997). Reproducido en "Se avecina una crisis: Una conversación con Richard Rorty. Entrevista con Zbigniew Stanczyk.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Algo que contarte

"Después de que Miriam y yo nos marchásemos, madre se pasó años hablando de vender la casa familiar y comprarse un "piso de abuelita" pequeño. Esperábamos que lo hiciera, porque le gustaba sentarse siempre en el mismo sitio y hacer las mismas cosas todos los días, algo que nunca había podido entender hasta que leí Más allá del principio de placer, donde Freud define esa reiteración como demoníaca y la califica sencillamente de muerte. Así que puso en venta la casa y para sorpresa nuestra la vendió."

De "Algo que contarte" por Hanif Kureishi

Vaya por delante que no había leído nada de Kureishi y me está encantando. Este fragmento que extraígo no es ni mucho menos significativo ni orientador para invitar a su lectura, algo que, sin embargo, hago desde este mismo instante. Es entretenido, inteligente, divertido y profundo a la vez. Estupendo. Quizás sea lo que más se acerque al libro que me hubiera gustado escribir, odio no tener ese talento.

Pero traigo aqui este fragmento por algo que me inspiró y que quiero contar. En un primer momento, al verme tan reconocida me produjo cierto desasosiego, ¿comooor? Justo lo que yo consideraba una conquista, todas esas adoradas rutinas a las que ya no puedo ni quiero renunciar, podía, de repente, ser algo más parecido a una rendición. Y no es que me perturbe la semántica de las palabras, ¡rendida pero contenta! eso es lo que importa. Hechos, hechos. Pero lo estupendo es que, como todo cuestionamiento, esa inquietud me llevó nuevamente a la relectura de Freud, Más allá del principio de placer. Poco importan las extensas aclaraciones que fui desgranando sobre este particular, en este caso concreto. Lo que importa es que volver a Freud siempre es una maravilla. Si alguno no lo leyó todavía aqui dejo este link por si apetece, http://www.librosgratisweb.com/pdf/freud-sigmund/mas-alla-del-principio-del-placer-y-otras-obras.pdf

No es fácil, si se quiere ir algo más allá de una superficial lectura como las que abundan y que tanto inclinan a manifestar que Freud está superado.(Decir que está superado condena a no superarlo y yo no lo recomendaría ) Hace falta cierta concentración y disposición de la voluntad, pero al final es el instrumento más eficaz, en mi opinión, para comprender las incógnitas sobre los asombrosos comportamientos y experiencias de la trayectoria vital.

"Los hechos que nos movieron a creer que el principio de placer rige la vida anímica encuentran su expresión también en la hipótesis de que el aparato anímico se afana por mantener lo más baja posible, o al menos constante, la cantidad de excitación presente en él. Esto equivale a decir lo mismo, solo que de otra manera, pues si el trabajo del aparato anímico se empeña en mantener baja la cantidad de excitación, todo cuanto sea apto para incrementarla se sentirá como disfuncional, vale decir como displacentero. El principio de placer se deriva del principio de constancia"

"Pero entonces debemos decir que, en verdad, es incorrecto hablar de un imperio del principio de placer sobre el decurso de los procesos anímicos. Si así fuera la abrumadora mayoría de nuestros procesos anímicos tendría que ir acompañada de placer o llevar a él; y la expereincia más universal refuta enérgicamente esta conclusión. Por tanto, la situación no puede ser sino esta; en el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer, pero ciertas otras fuerzas o constelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final no siempre puede corresponder a la tendencia al placer."

De Mas allá del principio de placer. Por Sigmund Freud.

"Se interrumpió para preguntarme si estaba escribiendo algo. Empecé por hablarle de una idea de la que aún no estaba seguro. Henry nunca había sido muy buen lector de mi obra, porque en cualquier cosa que le dijera veían una oportunidad para considerar sus propios pensamientos. Josephine no leía mucho pero sus comentarios siempre eran pertinentes.

Le dije que quería intentar trasladar el análisis de la oscuridad técnica y el cientifismo- o sea, los analistas, escribiendo para sus colegas y para los estudiantes- a terrenos más populares en lo que pueda volver a ser, como lo fue en los lúcidos escritos de Freud, algo que se ocupa de lo que interesa a todos: la infancia, la sexualidad, las enfermedades, la muerte, el problema del placer. De lo contrario a la gente no le quedarán más que los libros de autoayuda y los autores que ponen "Doctor" en la portada, cosa que es una garantía de estupidez." Sigue Kureishi y no os fieis de estos dos fragmentos angelicales, la novela es un cañón de obuses a nuestras adormecidas sensibilidades. Esdedesear.













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martes, 9 de noviembre de 2010

Un ojo que ve el sol y una mano que siente la tierra.

"El mundo es mi representación: esta verdad es aplicable a todo ser que vive y conoce, aunque solo al hombre le sea dado tener conciencia de ella; llegar a conocerla es poseer el sentido filosófico. Cuando el hombre conoce esta verdad estará para él claramente demostrado que no conoce un sol ni una tierra, y sí unicamente un ojo que ve el sol y una mano que siente el contacto de la tierra; que el mundo que le rodea no existe más que como una representación, esto es, en relación con otro ser; aquel que le percibe, o sea él mismo. Si hay alguna verdad a priori es esta, pues expresa la forma general de la experiencia, la más general de todas, incluídas la del tiempo, espacio y causalidad, puesto que la suponen."

De El mundo como voluntad y representación. Por Arthur Schopenhauer.



El sábado fui a ver el documental "Rivers and Tides", sobre la obra del escultor Andy Godsworthy, quizás algunos ya lo conozcais. ´¡Qué buen rato de plenitud de goce estético!
Y aunque merecería una entrada para él solito, si supiera yo decir
en este caso algo más que: ¡mmm! ¡guauuu! ¡Qué preciosidad! y otras simplezas por el estilo, quiero hablaros de algo, de las reflexiones que me inspiró un escueto diálogo entre el escultor y un observador que acertó a pasar por allí mientras creaba esta estructura que veis en la foto. (en el video que os señalo abajó lo podeis escuchar del original).



Contemplaba Andy Goldsworthy su recien terminada obra, construída como todas las suyas en la naturaleza, charlando con un paisano que acertó a pasar por allí. El paisano le contaba cómo en aquellos lugares él mismo había tenido distintas experiencias desde niño. Le dedicó también unas palabras alabando lo que veía. Y sin dejar de mirar un momento, le interrogó con la misma tranquilidad con que había conducido su anterior discurso.
- ¿Qué espera que suceda cuando le alcance la marea? ¿Espera que flote?


Le había estado observando mientras trabajaba, allí no había más estructura ni otro material que unos leños que iba recogiendo de los alrededores y entrecruzando al albur. Su amplia experiencia vital de lugareño podía ser suficiente para dar por sentado que aquello sería arrastrado por la marea y destruído en más o menos tiempo. Podía haberlo asegurado, advertirle con contundencia. Podía incluso bromear con su ingenuidad. Pero no, en su diálogo incluía generosamente la incertidumbre acerca de alguna posibilidad distinta que se albergase en la experiencia del "otro", ese otro con el que charlaba tan respetuosamente. A eso le llamo yo "objetividad". El mundo nos ofrece sus ríos y mareas universales sometidos a cambios regulares que se convierten en leyes para nosotros y aún así, la representación que individualmente nos hacemos de él es lo que constituye la verdadera experiencia, exclusivo producto de nuestras singulares percepciones y deducciones "si hay alguna verdad a priori es ésta, pues representa la forma más general de experiencia". En esto "como en todo lo demás". Comprenderlo y aceptarlo supongo que nos hace más libres. Quizás penseis que mezclo churras con merinas, pues si, creo que si. Me pondré a pensar como separarlas. Esdedesear

"...El menosprecio de esta verdad es la primera falta de Kant. En cambio, desde los primeros tiempos fue reconocida por los pensadores de la India, constituyendo el principio fundamental de la filosofía vedanta atribuida a Vyasa. ..." Así comienza Schopenhauer su gran obra.

http://www.youtube.com/watch?v=iBcdL8uO71E&feature=related

viernes, 5 de noviembre de 2010

El optimismo del fracasado.

"Y allí, en aquel quiosco, en la pequeña mecedora de mimbre amarillo, un día se quedó cuatro horas enteras leyendo con creciente emoción un libro que había ido a parar a sus manos de manera medio casual, medio intencionada. Después del segundo desayuno, con el cigarrillo en la boca, lo había encontrado en la salita de fumar, escondido en un recóndito rincón de la estantería detrás de otros gruesos volúmenes; recordaba habérselo comprado a su librero habitual hacía ni se sabe cuánto tiempo a un precio de oferta, sin concederle gran valor...
Le invadió un sentimiento de satisfacción desconocido para él, profundo y agradecido. Era la incomparable satisfacción de ver cómo una mente privilegiada y superior se hacía dueña de esta vida tan dura, cruel y grotesca para someterla y juzgarla..., la satisfacción del que sufre, del que, dadas la frialdad y dureza de la vida, oculta constantemente su sufrimiento con vergüenza y mala conciencia y, de repente, recibe de manos de alguien grande y sabio el derecho fundamental y solemne a sufrir a causa de este mundo; de este mundo que supuestamente es el mejor de todos los mundos posibles pero que, como se demostraba con brillante ironía, es el peor de todos los imaginables. (...)
Le faltaban pocas líneas para terminar cuando, a las cuatro de la tarde, llegó la criada a través del jardín para llamarle a la mesa.... Sentía que todo su ser se había engrandecido de forma asombrosa y que una pesada y oscura embriaguez se había apoderado de él; su mente flotaba en una extraña nebulosa, fascinada por completo por algo indeciblemente nuevo, arrebatador y lleno de promesas que le recordaba al primer enamoramiento, tan anhelante y esperanzado. No obstante..."
* El libro en cuestión es, pues, "El mundo como voluntad y representación" de Schopenhauer ( 1819) y el capítulo el 41 de los Complementos al Libro Cuarto, publicados en 1844 (citado según la edición de Roberto R. Aramayo; Fondo de Cultura Económica-Círculo de Lectores,2003. N. de la T.

De "Los Buddenbrook" por Thomas Mann.

En la edición que yo tengo (Editorial Porrúa, México 1987) de éste libro del admirado filósofo (admiración que tengo la suerte de compartir con Thomas Mann y al que le debo habérmelo hecho atractivo), Friedrich Sauer, no tiene una opinión tan favorable. Cree que no procedió científicamente al prescindir de investigaciones de la filosofía medieval, que es impreciso, que incurrre en contradicciones, y que una doctrina llena de contradicciones no puede ni ser verdadera ni contribuir a favorecer el conocimiento de la verdad, entre otras cosas. Estoy en total desacuerdo, en mi opinión es justo lo contrario. Quizás esta visión mía, tan personal, lo sea por esto que el mismo Sauer dice en su introducción "es un hecho que su doctrina encontró muchos partidarios, seguramente no entre los profesores de filosofía tan odiados por él, pero quizá entre todos los muchos hombres que de alguna manera fracasaron en la vida". Quizá, así sea. Puede que su doctrina no sea verdadera, ni me importa, ya no tengo muy buena opinión sobre la necesidad de poseer la verdad, pero lo que me niego es a seguir la estela de los que dicen que la doctrina de Schopenhauer es pesimista. Lo habrán leído concienzudamente pero, lo siento, no lo han entendido. Merece la pena comprobarlo. Esdedesear.

viernes, 29 de octubre de 2010

El puño y el jersey




"Los hombres y las mujeres pasan, los pueblos y las causas no"
Marcelino Camacho.

Con mi admiración.



Imagen de Público.

martes, 19 de octubre de 2010

Una miradita a la muerte (1)

"Pero no era sólo eso; ya no era únicamente la preocupación por el futuro de su hijo y de su casa lo que le atormentaba. Una inquietud nueva y de distinta índole se apoderó de él y puso en marcha sus cansados pensamientos... Porque, en cuanto el fin de sus días dejó de ser una realidad inevitable pero lejana, abstracta e irrelevante, para convertirse en algo inminente y tangible que requería una serie de preparativos inmediatos, el senador comenzó a reflexionar, a mirar en su interior, a investigar cuál era su situación ante el problema de la muerte, y ante las cuestiones trascendentes...., y ya tras las primeras indagaciones llegó a la conclusión de que su espíritu, aún en un estado de madurez incurable, no se hallaba en absoluto preparado para morir. La fe ciega, aquella profunda religiosidad casi rayana en el misticismo que su padre había sabido compatibilizar con un gran sentido práctico y que, más adelante, había cultivado su madre, siempre le había sido ajena. Durante toda su vida, más bien se había enfrentado a las preguntas primeras y últimas sobre la existencia con el escepticismo cosmopolita de su abuelo; no obstante, demasiado profundo, demasiado inteligente y demasiado necesitado de lo metafísico como para darse por satisfecho con la apacible superficialidad del anciano Johann Buddenbrook, había buscado la respuesta a los temas como la vida eterna y la inmortalidad en la historia y se había dicho siempre que él había vivido ya en sus antepasados y que seguiría viviendo en sus descendientes. Esta idea no sólo era acorde con su sentido de la familia y de la religiónen un sentido histórico, sino que también le haía reconfortado y alentadoen su actividad profesional, sus ambiciones y su forma de vida en general. Ahora, sin embargo, era evidente que, ante los cercanos y penetrantes ojos de la muerte, aquella idea se desmoronaba, y no proporcionaba ni siquiera una hora de sosiego y serena aceptación de lo que había de venir.

Aunque en algunos momentos de su vida Thomas Buddenbrook había coqueteado con cierta inclinación por el catolicismo, en lo más hondo de su ser estaba muy firmemente arraigado el sentido de la responsabilidad,-serio, riguroso hasta lo mortificante, implacable- de los más verdaderos y fervientes portestantes. No, ante lo último y lo más Alto, no cabía apoyo externo ninguno, ninguna mediación, absolución, paliación del dolor ni consuelo En completa soledad, con autonomía y por los propios medios era como había que desvelar el gran misterio y a través de una búsqueda realizada con suma diligencia y empeño, alcanzar un estado de claridad y disposición antes de que fuera demasiado tarde, o sucumbir a la desesperación... y Thomas Buddenbrook se alejó decepcionado y descorazonada de su único hijo, en quien había esperado seguir viviendo fuerte y, rejuvenecido, e, impaciente y atemorizado, comenzó a buscar esa verdad que debía de estar esperándole en alguna parte..."


De "Los Buddenbrook" por Thomas Mann.


Thomas Mann escribió esta novela con 25 años. ¡Huelgan los comentarios! Para los que la habeis leído sobran las palabras y para los que no, os la recomiendo fervientemente; pero éste no es el tema, me encamino hacia Schopenhauer, autor cuyo inestimable descubrimiento debo precisamente a Mann en un episodio que ya os conté el año pasado en una entrada de marzo que se llamaba ¡Éste eres tu!". Continuará. Esdedesear

viernes, 8 de octubre de 2010

Lo natural.

"¿A qué buscar tierras que un nuevo sol caliente? ¿Qué exilio de sí mismo permite huir? Horacio. Cita leída en los "Ensayos" de Montaigne.

"Todos creamos mundos imaginarios, casi siempre verdes y maternales, donde podemos ser nosotros mismos, por fin" De "La contravida" de Philip Roth

"Todos los lugares donde me imagino son solitarios, silenciosos, visualmente atractivos. Esta descripción se ajusta tanto a mi despacho como a cualquier parte del mundo". "De los intentos de permanecer quieto". Jenny Diski

Leí que Kant decía que la naturaleza era buena y la libertad mala. A mi se me ocurre que la relación del hombre con la naturaleza es sencilla y la relación con la libertad es complicada. Dice Canetti en "La provincia del hombre": "la libertad sirve para expresar una tensión muy importante. Uno quiere marcharse y cuando el lugar al que uno quiere ir no tiene nombre, cuando es indeterminado, y no se ven en él fronteras, lo llamamos libertad". Pienso que en algún momento de la trayectoria hacia la libertad, ese camino que vamos haciendo al ir "marchándose" al "exilio" de nosotros mismos, muchos nos topamos con la necesidad de relacionarnos con la naturaleza de forma repetidamente inédita (parece una contradicción pero si nos creemos muy originales es porque "el ser que se repite es diferente" como decía Deleuze) Imaginamos entonces la naturaleza como ese lugar maternal y verde tal como describe Philip Roth, donde percibir el cambio de las estaciones, discriminar los sonidos puros, recuperar la intensidad de los olores, percibir los colores en sus orígenes, elevar la vista al cielo y rodearnos de silencio.
Sin embargo creo que su mayor atractivo reside en la intuición de su inexorable permanencia: los pájaros cantarán tiernamente cuando los hombres se hayan aniquilado los unos a los otros. Tendrán nostalgia de nosotros y de entre ellos, los pájaros burlones, guardarán mucho tiempo aún nuestros diálogos" otra vez Canetti en la Provincia del hombre.
De mis notas en los cuadernos de Filiel. Esdedesear.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Prevenir antes que lamentar: la izquierda ausente.

"Se necesita tener el coraje de volver a a empezar desde lo poquísimo que nos ha quedado: en el caso de los partidos, del empeño de los pocos que no se han dejado fagocitar del todo por la política-espectáculo de la TV; en el caso de la teoría, del hecho de que, aunque sea poco, lo que sabemos de la izquierda es que se puede construir (refundar?) de verdad, sólo renunciando, en nombre de la esperanza, es decir, de la libertad y del respeto por todos los interlocutores del diálogo social, a toda pretensión de verdad, de objetividad y de validez probada."


Del Prefacio de Gianni Vattimo a "Una izquierda para el próximo siglo" de Richard Rorty (Título original "Achieving our Country, Forjar nuestro país".

-Entrevistadores:
Dado su lugar más o menos intermedio entre dos generaciones-como describe en "Forjar nuestro país", usted se crió en una familia de la vieja izquierda-, ¿cómo caracterizaría usted su política: vieja izquierda, nueva, o entre medias?
-Richard Rorty:
A mi me parece que el viejo izquierdismo sencillo de siempre. Fíjese en Michael Walzer, quien tiene más o menos mi edad y estudiaba con Howe en Brandeis. Creo que su forma de entender la política contemporánea y la mía son prácticamente idénticas. Él y yo nos consierábamos de izquierdas antes y después de los años sesenta, pensábamos que los comunistas son un maldito incordio del que había que deshacerse, y también creíamos que los estudiantes radicales de los sesenta eran otro incordio del que deshacerse para que la derecha no los usara contra la izquierda. Mi punto de vista a mí no me parece muy particular: es la izquierda sencilla de siempre.
De "Hacia una nueva izquierda" en "Contra los jefes, contra las oligarquías" entrevista de Derek Nystrom y Kent Puckett a Richard Rorty.

Una feliz coincidencia hizo que en el primer fin de semana de mis vacaciones la Universidad de León impartiera un curso de verano superapetecible "Los derechos humanos en el contexto de la crisis global" y de gratís, ¡se puede pedir más! Así que bajo un sol de justicia y un calor de tenteynotemenees me dediqué a reconfortarme con el saludable ejercicio de compartir ideología con un grupo numeroso de jóvenes admirablemente preparados y otros menos jóvenes asimismo competentes militantes. El curso fetén. Un repasito por el funcionamiento de la economía local e internacional con argumentaciones por fin convincentes (para mi) , hizo que pudiera despejar algunas incognitas que tenazmente se atrincheraban en la maraña de las informaciones que acumulo desde que "estalló" la crisis.

Los ponentes, catedráticos de políticas publicas, de economía, periodistas, escritores, ecologistas, brillantes en sus exposiciones, con justificadas críticas a la expansión de la actividad financiera consistente en especulación, incluída la desastrosa que se ejerce sobre las materias primas (el arroz es el alimento de la mitad del mundo), a las soluciones siempre basadas en la presión sobre los trabajadores y la moderación de los salarios, a la injusta inyección de capital a las empresas financieras mientras la FAO no consigue un duro para acometer las hambrunas de cada año, consideraciones del FMI, OCDE, BM como un constitutivos de un nuevo derecho feudal programando un golpe de estado lento, junto con el imperialismo de EEUU y el dolar, y a la quiebra de confianza en las políticas social-demócratas por el cambio de modelo de justicia social por el de la modernización y el engañoso fomento de la idea de que son los empresarios los que crean riqueza, llamada de atención sobre la desmovilización de las clases populares, la desesperanza sindical, el desmantelamiento de lo público, la manipulación mediática (no perderse las 10 Estrategias de Noam Chomsky sobre la manipulación mediática)y sobre todo la apelación a una concepción del ser humano distinta, no inclinado hacia la competitividad sino al amor y la colaboración. Una economía distinta es posible. Genial.

¡Ay! pero todo lo que sube baja, incluso en el paraíso de las ideologías. ¿Por qué de repente estamos hablando de Venezuela, de Cuba, de Brasil? ¡Nooooorrrrr! ...porque la izquierda dogmática europea ha vivido largamente con la convicción de que el imperialismo americano, y específicamente la guerra de Vietnam, justifican una actitud de total apoyo a las revoluciones comunistas de todo el mundo; primero en el caso de Rusia, obviamente, y luego en los años sesenta la china y la cubana. Caído el mito de la URSS (y derruída la URSS misma), disuelto en los horrores de la plaza de Tian An Men también el mito de China, todavía está en pie, al menos para una parte de la extrema izquierda europea, el mito de la revolución cubana... sigue Vattimo. Siempre las ideologías buscando justificaciones aquí o allá. Y qué justificación hubo para callar todo este tiempo? Para contemplar impasibles a una generación de jóvenes aburguesándose en su país mientras buscaban fuera, en ONGs y Davos múltiples, los valores que no se les ofertaban en sus universidades, en sus familias, en sus partidos políticos, y cuál nos daremos a la connivencia actual con las políticas económicas impuestas más allá de nuestras fronteras. Forjar nuestro país. Esdedesear. Porque como profetizaba Rorty en 1998:

-Entrevistadores
¿Cómo defendería usted la necesidad del reformismo pragmático contra el utopismo revolucionario?
-Richard Rorty
En el último capítulo de mi libro realicé el siguiente argumento: desde la guerra de Vietnam no ha habido ninguna crisis económica verdadera. Ha habido recesiones pero se mantuvieron dentro de ciertos límites. Los pocos disturbios que hubo tuvieron lugar en los guetos. Y éstos siempre continuarán de una forma u otra. Pero, antes o después, habrá una profunda transformación económica. En los Estados Unidos tampoco tendremos permanentemente pleno empleo, y ciertamente no al precio actual que tenemos que pagar: salarios ridículamente bajos. Europa no tendrá permanentemente una tasa de desempleo del doce por ciento. Si utilizamos la historia como directriz las cosas se pondrán muy mal. Cuando las cosas empeoran económicamente, la consecuencia puede ser la transformación repentina de las instituciones. Y también convertir la situación en un peligro para la democracia, como en el caso de Weimar. Estaría bien que los intelectuales de cada país pensasen en medidas que lo prevengan, y tuvieran preparado algo así como un movimiento político de izquierdas con propuestas concretas de solución que se puedan presentar como alternativa en la esfera pública antes de que todo esto se desplome. Si no hay un movimiento de izquierdas con propuestas concretas de solución que se puedan presentar como alternativa en la esfera pública, entonces dejamos el campo abierto a los demagogos. Creo que éste es el argumento más efectivo. Apela simplemente a los intereses propios. O nos ocupamos de antemano de la preparación de una izquierda política, o las cosas empeorarán más de lo que nunca nos hemos imaginado.
De "Los pobres son la gran mayoría" Entrevista con Ruth Sonderegger y Ralf Grötker.


P.D. Los textos están extraídos de libro publicado como "Cuidar la libertad" Edición de Eduardo Mendieta. Ed. Trotta.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Hablar pa ná, ¿es tontería?

"La exigencia ética del silencio atraviesa como una constante a todos aquellos-poetas, filósofos, místicos, escritores-que enfrentados al universo laberíntico del lenguaje y al proceso irreversible de su degradación, en una época que ha trivializado el sentido de las palabras, no pueden sino hacerse cargo de un vacío que rodea a la cultura moderna".

De "Los hermeneutas de la noche". Por Ricardo Forster

"Sentada a la orilla del Duerna, junto a una pequeña cascada, entre las ramas de los árboles que rozan sus aguas, revolotean a mi alrededor dos mariposas de un solo color de miel. A la otra orilla del río las praderas están totalmente reverdecidas- este año no hay un solo rincón, por pequeño que sea, que no esté tapizado de verde y han florecido por dondequiera que mires las margaritas- los cantos de los pájaros me acompañan, me faltan hasta las palabras, sólo alcanzo a sentir. Las sensaciones son frescas e ingenuas, y sin embargo las palabras con que podría describirlas están marchitas. Por eso, la reacción única posible a este maravilloso estado en el que me encuentro cada vez que vengo a Filiel no es la adecuada a contarlo, es la adecuada a volver. Su poder, su fuerza no está en la atracción narrable, sino en la atracción que me inclina, aún dudando de ella hasta el último instante, a retornar. Permanecer sentada durante horas, sola, en cualquier paraje al que he llegado venciendo la inercia de los convencionales temores es, por ello mismo, la recompensa que no consiste sólo en la contemplación de la belleza elegida sino de la serenidad que se consigue con el ejercicio de la intimidad que requiere silencio, y sobre todo, tiempo. (de mi cuaderno de notas en Filiel)

"Sé multitud para ti mismo en lugares solitarios" (Montaigne)

Al volver a intentar este nuevo curso bloguero me encuentro ante el revoltijo de notas que fui tomando desde que lo dejé al iniciar las vacaciones. Y no sé por donde empezar. Estos dos textos que anteceden suponen ambos una convocatoria al silencio, el primero pertenece a uno de los libros que disfruté este verano y el otro a una de las primeras emociones en la naturaleza. Una convocatoria al silencio que se opone precisamente a esto que estoy volviendo a hacer. Hablar. Hablar cuando de lo que me gusta hablar, eso efímero, huidizo y enigmático, tiene que abrirse un penoso hueco "en el universo laberíntico del lenguaje, en el proceso irreversible de su degradación, en una época que ha trivializado el sentido de las palabras" y hacerlo cuando sé perfectamente que hablar se corresponde ya hoy más con una praxis desalentadora, como la misma incierta verdad que anhelamos desesperadamente. Una praxis, digo, ajena a aquella que Adorno reclama ante la siempre insatisfactoria "sed de novedad" de nuestro tiempo, una "praxis improductiva capaz de sustraerse a las demandas de la acción." Y sin embargo me acojo con gusto a producir estos erráticos diálogos porque hacerlo, hablaros, entre las dudas, me hace, sin embargo, mejor persona. Y esdedesear.




Y con ese feliz estado de praxis improductiva me he dedicado este verano a cultivar un jardín que no sólo no es mío, sino que el invierno destruirá por completo, cavando en una tierra cercana a las monstruosas raíces de un nogal tricentenario, absolutamente desaconsejable y donde más que preparar la tierra cada mañana, realizaba, esforzada, una excavación de la que extraje piedras y piedras como para levantar otra muralla china.




sábado, 26 de junio de 2010

¿Qué hay de nuevo, viejo?

"Haces pocas deducciones, y obligas más de lo debido al lector a encontrar las relaciones entre tus pensamientos y tus proposiciones. Y hay otra carencia que tengo que criticar: Llevas adelante, así me aparece, imágenes no demasiado felices, a menudo muy chocantes...." Con estas palabras se dirigía Rohde, el editor de Nietzsche, refiriéndose a las dificultades que el filósofo presentaba para llegar a una síntesis sobre un tema concreto.


Yo que no tengo editor ni el genio de Nietzsche, sin embargo opino de mí misma, y de mis evacuaciones en forma de entrada de blog, ésto mismo. Probablemente hubiera podido hacer otra cosa, no más brillante que no sabría, pero sí más redonda, quizás hubiera valido la pena el esfuerzo aunque sólo fuera en un ámbito personal, porque en el terreno filosófico, todo está más y mejor dicho por otros, y lo verdaderamente feliz es el encuentro con ellos en un eterno retorno, y esa, como sabeis, era mi intención la de acercarnos a ellos.


No sé si lo he dejado traslucir suficientemente pero, y es lo que más me importa, detrás de todo lo que os he contado en estos meses, siempre discurre fundamentando mis creencias una sospecha de incertidumbre, (aunque parezca impropio que una sospecha de incertidumbre fundamente nada). Eso las afirma más, les da mayor solidez y realismo. Y además me mantiene en la curiosidad y la búsqueda. No creo que abrazar unas determinadas ideas, ideología, hipótesis, incluso tesis por muy exitosas que le parezcan a mi corazón, me dé más razón, porque ninguna tendría sentido si no existiesen las contrarias. Ello mismo me acerca más a ellas, porque nada hay que nos separe más que creernos en la posesión de la razón. Simplemente son las que encuentro más razonables para mí, en definitiva más afines. Como en el principio de Heisenberg, no se puede precisar la posición y el movimiento a la vez, a veces percibimos la posición, otras el movimiento, y como dice La Rochefoucauld "el sol y la muerte no se pueden mirar fijamente", poco podemos hacer más que aproximarnos, y cada uno a su manera.


Me voy de vacaciones, esdedesear, aunque tengo que deciros que mi ánimo está desolado con lo que está ocurriendo, ni en la filosofía, aunque es donde más lo hallo, hay consuelo para la observación de los acontecimientos que nos toca vivir, y quiero antes compartir con vosotros este artículo del profesor Bermejo Barrera que, como todos los suyos, no tiene desperdicio. Es un análisis agudo, inteligente, incluso divertido, (nada serio merece la pena si no podemos afrontarlo con sentido del humor), de la historia del pensamiento, de la filosofía y sobre todo del poder, del poder que desea tener el que cree tener razón.

http://firgoa.usc.es/drupal/node/39046

lunes, 31 de mayo de 2010

Reivindicar matando.

"Los ejemplos de afinidad con el pensamiento psicoanalítico a lo largo de la obra de Canetti son numerosos, y daré unos cuantos ejemplos:
— La desmitificación de un ser humano angelical que es reemplazado por un ser ambivalente y cruel, en realidad un asesino, que se debate entre el amor y el odio.
— Tanto Freud como Canetti conceden una gran importancia a los procesos mentales conscientes e inconscientes como determinantes de la conducta humana individual y de grupos, y, a diferencia de otros autores (Ortega, Le Bon), descartan los movimientos sociales o ideológicos como motores de la conducta humana. Para ambos, el motor de la humanidad es el individuo y su psiquismo.
— Ambos coinciden en la importancia del autoconocimiento como la meta principal del hombre y su solución. La salvación del hombre de la barbarie está en conocerse.
— La importancia de la experiencia emocional directa para adquirir el conocimiento. El verdadero conocimiento no es transferible, no se puede enseñar.

De "Canetti y el psicoanálisis". Por Raquel Kleinman.


Poco más puedo decir yo, sino es referirme a la imagen que arriba os muestro, una de las muchas que nuestro enorme intelectual gallego Castelao ha dejado para nuestra íntima reflexión. Paralelas a nuestras vidas cotidianas, ellas mismas preñadas de la incompresión por las propias decepciones y sufrimientos innecesarios, están éstas otras en las que se puede llegar a matar por amor. La mayor incomprensión nos viene dada porque la causa del dolor sean los "otros", esos mismos a los que tanto necesitamos, dependientes como somos de su reconocimiento y de su compañía. Y, desesperados por no poder encontrar causas explicables sencillamente lo achacamos a la "irracionalidad" del ser humano sin pararnos, las más de las veces, a pensar qué es esa irracionalidad a la que atribumos nuestros males y sobre todo, qué podemos hacer con ella, porque sí podemos hacer algo, es poca la libertad de movimientos que tenemos pero hay alguna y muy fructífera.

Pues sí, en un momento de la historia del pensamiento algunos genios pensaron sobre eso, todos sabemos que hay tres obras capitales para el mundo moderno: "El Capital" de Marx, "El Nacimiento de la Tragedia" de Nietzsche y "La Interpretación de los sueños" de Freud, las tres nos obligan a una interpretación de nosotros mismos y nos llevan a una autorreflexión y crítica. En concreto el psiconálisis freudiano vino a ampliar las posibilidades de la realidad humana en ese sentido porque, como dice Manuel Suances en su estudio "Freud y el psicoanálisis":

" acabó con el menosprecio del inconsciente psicológico que marchaba paralelo con el desprecio del trabajador, al hombre desposeído social y económicamente, con el desprecio a los pueblos primitivos, llamados bárbaros y con el desprecio de otras culturas lejanas en el espacio y la historia. Y porque desarrolló la autocrítica y la autorreflexión: autocrítica y autorreflexión imparable basada siempre en el análisis minucioso de los hechos y su posterior reflexión. También crítica de los tabues psicológicos y sociales que marcaban la cultura. Desconocíamos que toda dicotomía de cuerpo y alma, cerebro y pensamiento, arte y ciencia, cultura humanísitica y cultura científica responde a una sección quirúrgica que pasa inevitablemente por el sector más importante de la realidad destruyéndolo. Solo con una autorreflexión sobre las condiciones psicológicas y sobre los intereses emocionales o de clase, económicos o históricos que condicionan esta eliminación de lo más rico de la realidad al pretender ordenarla y clasificarla, somos capaces de recuperar lo perdido y de darnos cuenta de la grave amputación, que inconscientemente, llevamos a cabo en una parte esencial de la realidad." Yo también lo creo y esdedesear.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Asilvestrados

"Los lectores de Canetti conocen su proverbial aversión al psicoanálisis y a Freud, y se preguntarán, con razón, acerca de las razones de una psicoanalista para querer dedicar un libro a Canetti. Al leer su obra, que desde un primer momento me cautivó, me di cuenta de la contradicción tan notable que encerraba su actitud hacia el psicoanálisis. Por una parte, su enfoque de la naturaleza humana y de los fenómenos de la masa y el poder corrían en paralelo a las ideas del psicoanálisis, considerando el factor inconsciente e irracional como predominante en el comportamiento humano, pero al mismo tiempo Canetti no desperdiciaba oportunidad de atacar de un modo visceral y a veces irracional a Freud y su teoría. Consideré que había que contestar a estos ataques y aclarar de una vez la actitud ambivalente y confusa de Canetti hacia un hombre al que admiraba y hacia una disciplina con la que estaba de acuerdo en muchas cosas sin reconocerlo. Me pareció que Canetti tenía que saldar su deuda con el psicoanálisis, pero al mismo tiempo merecía ser considerado como un innovador en su enfoque de la masa y el poder. Para ello, me propuse estudiar sus propuestas alternativas y evaluarlas junto con las del psicoanálisis.
Escribir el libro "Elias Canetti: Luces y Sombras" supuso para mí una lección de tolerancia, ya que pude poner en práctica la teoría canettiana del aprendizaje y del conocimiento. Me refiero a su conocida aversión a las teorías cerradas y a las limitaciones de la especialización, y a su atracción por la amplitud de los campos del saber y por la mezcla multidisciplinar como el camino más seguro de acercarse a la verdad. Al enfrentar y colocar juntas las teorías de Canetti y el psicoanálisis sobre la naturaleza humana desde un respeto por las diferencias y apuntando a las afinidades, aprendí a integrar (1) los aspectos diferentes —que, tanto si se trata de teorías o de personas, solemos calificar de ‘malos’— junto con los afines o buenos, para así conseguir una mezcla multidisciplinar y muy enriquecida, característica del mundo de Canetti. Fueron precisamente las contradicciones de su madre las que le enseñaron a Canetti que la verdad requiere juntar lo diferente y lo conflictivo: «Yo percibía ambas cosas, su despiadada agudeza y su generosidad. En ese entonces yo no sabía qué era la vastedad, pero la sentía: poder abarcar tantas cosas y tan contradictorias, el que lo aparentemente incompatible pudiera ser válido al mismo tiempo, el poder sentirlo así, sin morir de miedo, y que se lo debiera nombrar y considerar, la verdadera gloria de la naturaleza humana —eso fue lo que realmente aprendí de ella»(2). Y con esto, pasemos al tema de este artículo: Canetti y su relación con el psicoanálisis."


(1)Término psicoanalítico acuñado por Melanie Klein y que representa la idea psicoanalítica actual de un funcionamiento psíquico saludable capaz de tolerar los aspectos conflictivos de la personalidad y de la realidad exterior, estando la proyección y la escisión de las partes ‘malas’ en el otro extremo patológico de la conducta.
De "Canetti y el psicoanálisis". Por Raquel Kleinman


¡No hay casualidades!, que se lo digan a Freud. Y ésta que os voy a contar pertenece al tema de las afinidades que, aprovechando la sabiduría de Ortega, os comentaba estos días pasados. Estaba yo intentando la lectura de una novela de Broch (uno de los tutores y modelos de Canetti) "Pasenow o el romanticismo", que pertenece a una trilogía "Los sonámbulos" que algunos quieren parangonar con "La montaña mágica" de Mann y desesperada por un aburrimiento mortal, sin querer dejarla por no hacerle un feo a mi admirado Canetti, ya que tanto valoraba a Broch no solo como escritor sino por sus muchas otras cualidades personales,(tal como describe en "Historia de una vida", que, como sabeis, fue mi apasionante lectura del verano pasado), cuando rastreando google para ver qué diantres me podía aclarar de esa, para mi, incomprensible relación, me encontré con este artículo de Raquel Kleinman, psicoanalista : http://revistas.um.es/daimon/article/viewFile/14831/14321 del que entresaqué estos fragmentos.

Ya había llamado mi atención,y lo hice objeto de comentarios, este mismo aspecto que a ella se le antojó digno de su tesis doctoral, y no me extraña. A pesar de su negación de Freud, y su odio a nombrar la palabra subconsciente, la autobiografía de Canetti transmite un poderoso mensaje de una concepción de la vida y de las vidas que se fundamenta en la necesidad y la práctica del autoconocimiento, del análisis, una fuerte concepción que no puede ser más que psicoanalítica, y que, escrita ya al final de su vida literaria da muestra de un "funcionamiento psíquico saludable" que ha "integrado" ya "los aspectos conflictivos de la personalidad" y "los de la realidad exterior" según la definición de Melanie Klein. Me temo que eso influyó, en el atractivo que, aparte de su tremenda amenidad, tuvo para mí. Me sumo a Ortega, llega un punto en que no puedes más de retórica y deseas ya que el autor que lees tenga un buen "balance vital" que ofrecer. Eso no lo percibí en el caso de Broch y finalmente abandoné la lectura de su novela.

"En su obra Canetti nos muestra un autoconocimiento (en los tres tomos de su autobiografía) que utiliza en su estudio de la naturaleza humana (Masa y Poder) para desenmascarar los aspectos ocultos e inconscientes de la conducta humana. Es un acto valiente por su parte porque no es difícil prever la actitud de profundo rechazo que esto despierta en el hombre enfrentado a su inconsciente oculto sin haberlo buscado expresamente. El psicoanálisis denomina esta práctica como "silvestre", es decir, sin el encuadre y los demás requisitos que la técnica recomienda para ello. Canetti intenta enseñarnos nuestro fuero interno a través de su arte, como lo hacía Goya en sus cuadros, pero sus palabras nos hieren tanto que muchos resuelven no leerle. Con razón consideraba las obras de arte que depertaban rechazo como portadoras de verdades, y luchaba activamente para que el hombre viera su fuero interno y aprendiera de ello. Sin darse cuenta, de nuevo estaba alineado con Freud, sólo que su manera provocativa de mostrarle al hombre sus aspectos ocultos y desagradables hizo que su obra fuera tan impopular como el psicoanálisis.

En la próxima entrada seguiré hablando un poco más de este impopular tema porque humildemente confieso que yo soy también un tanto asilvestrada y me empeño en hablar de cosas que despiertan rechazo aunque mi defensa viene dada de mi absoluta fe en que son "portadoras de verdades" y la fe sí que esdedesear.

viernes, 7 de mayo de 2010

¡Cúidate!

La corrupción de la democracia
Por José Vidal Beneyto


"La glorificación del individuo, la satisfacción consumista como eje central de la existencia humana y el incontrolable crecimiento de las demandas dirigidas a los gobernantes priman en la sociedad actual.
José Vidal-Beneyto es director del Colegio Miguel Servet de París y presidente de la Fundación Amela.


"La corrupción es hoy una pandemia que todo lo invade, que todo lo pervierte. La vida política, la realidad económica, las prácticas sociales, las acciones del gobierno, los modos y fines de la sociedad civil, la esfera del ocio, el mundo del trabajo, los múltiples procesos culturales en los que intervienen y la inmensa mayoría de los que afectan a los seres humanos en su conjunto son, cada vez más, objeto de estragamiento en sus fines, de adulteración en sus modos, de perversión total de su naturaleza y objetivos. Es esta cuestión, por la que, hace tiempo, me siento muy concernido, y a la que he dedicado, conjuntamente con el crimen, 34 artículos en este mismo periódico.
Pero ahora, más allá de esa atención a la gestión adulterada del ejercicio de la democracia, en que se ha centrado mi análisis, quiero abordar la problemática de su corrupción radical, es decir, de la corrupción de su naturaleza misma, que ha transformado su triunfo en una lamentable estafa. Que ha sido consecuencia de la intervención de las condiciones dominantes, estructurales e ideológicas de la sociedad actual, en su práctica operativa. Los pensadores de la izquierda radical han abordado esta cuestión con profundidad y eficacia. Jacques Rancière en El odio de la democracia; Alain Badiou en ¿Se puede pensar la política?; Zizek en El Parallax; Kristin Ross en Mayo del 68 y sus vidas ulteriores; Daniel Bensaid en Marx, modo de empleo; y Wendy Brown en El vestido nuevo de la política mundial, más allá de la descalificación del presente ejercicio de la democracia, han entrado en el análisis del porqué de su deriva. Es decir, de cómo el triunfo absoluto de la democracia, su dominación omnímoda ha equivalido a su perversión irrecuperable; de cómo hemos pasado, en palabras de Rancière, de la democracia parcial y triunfante a la democracia total pero vendida y criminal.
Rancière apela al legado de la Grecia antigua, que reservaba la denominación de demócratas a quienes postulaban la ruina de la ciudad, al confiar su gobierno a la muchedumbre, en lugar de confiarlo a quienes lo merecían por su nacimiento o sus competencias. Para Rancière este planteamiento clásico tiene como objetivo principal la conciliación de dos fines, que sus formuladores consideran, no sólo compatibles sino esencialmente complementarios: el gobierno de los mejores y el de aquellos que defienden el orden social impuesto por los propietarios.
Gracias a la conjunción de ambos protagonismos y a la feliz combinación de las leyes e instituciones que impone la democracia, la clase dominante -burguesa y propietaria- dispone de los instrumentos necesarios para ejercer su dominación y dar, además, cabida a todos los deseos sin cuenta de la sociedad de masa moderna.
Ahora bien, frente a este planteamiento, que coincide con lo que se califica como democracia formal, en el que la libertad y la igualdad se reducen a lo que se establece en el marco de la Ley y del Estado, y que ha conseguido multiplicar los fallos y las disfunciones, así como aumentar y radicalizar las crisis y fragilizar la gobernabilidad de la democracia, nos encontramos en una situación, que define la conocida afirmación, de que "la democracia es el peor de los gobiernos, exceptuando a todos los demás". Con lo que los demócratas más realistas, a la par que exigentes reivindican una nueva modalidad democrática. Frente a las reservas y reticencias democráticas de mis amigos, los representantes de la izquierda radical, yo que soy un incurable demócrata que no puede resignarse al arrumbamiento de la democracia, me he incorporado al pelotón de los que intentan relanzarla. Este intento busca realizarse en las formas mismas de la vida material y su más visible concreción serán los comportamientos cotidianos de los individuos, que apuntan al cumplimiento de sus necesidades y expectativas más urgentes e imperativas.
Sin embargo, sólo la conjunción de realismo y exigencia podrá permitirnos superar la impotencia democrática a que nos condenan las tres características dominantes de la sociedad actual. En primer lugar, la glorificación del individuo, con la afirmación sin limites del yo, del sí mismo que cancela la existencia de los otros y de lo otro, absolutiza el individualismo e instituye esta avasalladora auto-celebración, este narcisismo plenario en el ideal de la existencia humana, destruyendo todos los vínculos sociales e incluso la mera referencia al otro. Zygmunt Bauman ha desarrollado el concepto de liquidez social para describir esta fragilización de todos los lazos sociales y de las formas más eminentes de las relaciones interpersonales. Entre ellas, y de manera principal, la sustitución del amor por la consideración del cálculo costo/beneficio, de acuerdo con el cual, los miembros de cada pareja deciden clausurar o continuar su ejercicio amoroso. Lo mismo habría que decir de la implosión de la familia, responsable del extraordinario aumento de la soltería; del dramático destino de los viejos, convertidos en verdaderos desechos de la sociedad; para no hablar de la mercantilización de los nuevos ámbitos convivenciales, como las redes de sociabilidad, los espacios de encuentro o los mercadillos de bebés y de óvulos.
Frente a esta degeneración, George Orwell, ya en su tiempo, y en el nuestro Christopher Lasch nos proponen recurrir a la common decency, a la decencia ordinaria, que debe ayudarnos a agruparnos según afinidades e intereses altruistas; o incluso a recuperar la dimensión de lo colectivo y de la solidaridad espontánea, que Toni Negri y Michael Hardt defienden en sus obras Empire y Multitude. El mismo Lasch por haberse convertido en monadas herméticas, entregadas al ombliguismo de su sola celebración, después de haber reprobado todo tipo de responsabilidad más allá del de su preciado yo y sus predilecciones. Como canta Carla Bruni "tú eres mi única droga". Desde ahí, Narciso consagra la riqueza como el objetivo permanente de la existencia y con ella y a su través, convierte la satisfacción consumista, que Baudrillard descalifica, en La sociedad del consumo, pero que el capitalismo eleva a la condición de eje central de la existencia humana, en causa mayor de la realización principal de toda sociedad, quizá democráticamente injusta, pero económicamente satisfactoria e ilimitada, de acuerdo con la lógica del capital.
Conviene añadir que esa lógica que es la del mercado, está anclada en la escasez y en el egoísmo a las que hay que oponer el don y la gratuidad, también ilimitadas, pero susceptibles además de hacer posible y de consagrar la diversidad. Aunque sin olvidar, que la mitificación de lo diverso, proscribe lo igual y que la prédica del pluralismo, esconde casi siempre, como sostiene Walter Benn Michaels (en The Trouble with diversity cuando escribe "múltiple sí, pero a mi modo"), una incoercible voluntad de dominación. A lo que cabría añadir, que una de las causas principales de la crisis de la democracia es el incontrolable crecimiento de las demandas que se dirigen a los gobernantes, derivadas de la pluralidad/multiplicidad de opciones, ideológicas y políticas, que tienen su origen en la sociedad y buscan en ella su imposible satisfacción. La cuidadosa ocultación de esta imposibilidad y su embellecido travestimiento por la retórica política y por las incumplibles promesas de los políticos es hoy la más frecuente y penosa de las formas de corrupción de la democracia."
El País, 12/12/09
Fonte URL:
http://firgoa.usc.es/drupal/node/44903


Este era su último artículo, el 17 de marzo de este año falleció José Vidal Beneyto, librepensador, (los demás títulos que revisten su trayectoria los podeis ver, si no los conoceis ya sobradamente, en cualquier página de información). Era de esos "padres" ideológicos que me gustaba tener y frecuentar y como diría bellamente Benedetti "saber que usted existe". Estoy segura que muchos de vosotros, al igual que yo, os retorceis cotidianamente de tensión ante la "disonancia cognitiva", como dirían los psicólogos, que supone el que ese régimen tan valorado por todos nosotros: la democracia, que debería constituirse en la base del bienestar para nuestra convivencia colectiva pero también individual, haya devenido, sin embargo, en causa o razón de malestar, al menos en lo íntimo, (todavía no se perciben manifestaciones significativas que permitan convenir que el malestar es general, o bien se deriva hacia los ansiolíticos para reducir los efectos de la tal disonancia, en fuerte complicidad por parte del modelo psiquiatríaco del sistema capitalista )y también se diría que esto que digo es confundir el culo con las témporas, y estamos de acuerdo, la democracia no es la causa del malestar, no puede serlo en concepto, pero sí lo es aquello en lo que hemos convertido o consentido en que se convierta, transformado el uso en abuso, simple y llanamente.

Vivir en democracia es vivir en el sistema de convivencia y de ideas que mayor esfuerzo, responsabilidad y madurez requiere por parte de los ciudadanos que así lo deciden, el que exige mayor atención personal, y sin embargo parece que se pìensa justo lo contrario, "aquí me las den todas", que se encarguen "los políticos que para eso les pagamos". Pues sí, ya se encarga otro, de lo que tu luego te quejarás, eso sí, muy democráticamente. Recuerdo siempre, para esta y muchas otras situaciones parecidas, un final de capítulo de aquella serie americana estupenda que se llamaba "Seinfeld":-¿por qué le decimos, al despedir a una chica con la que tuvimos una cita y no la queremos volver a ver, ¡Chao, cuídate...! Si lo que queremos decirle es ¡...que te cuide otro, (y que te zurzan)que yo... no pienso!. Pues si, ¡Cúidate! que ...ellos no no lo van a hacer por ti. Esdedesear.

!Cúidate!
http://www.youtube.com/watch?v=YMJOl2pYo4s



lunes, 3 de mayo de 2010

Agricultura primaveral

"Hablaba yo antes de un cierto fondo insobornable que hay en nosotros. Generalmente, ese nucleo último e individualísimo de la personalidad está soterrado bajo el cúmulo de juicios y de maneras sentimentales que de fuera cayeron sobre nosotros. Sólo algunos hombres dotados de una peculiar energía consiguen vislumbrar en ciertos instantes las actitudes de eso que Bergson llamaría el yo profundo. De cuando en cuando llega a la superficie de la conciencia su voz recóndita. Pues, bien, Baroja es el caso extrañísimo, en la esfera de mi experiencia único, de un hombre constituído casi exclusivamente por ese fondo insobornable y exento por completo del yo convencional que suele envolverlo"

De "El Espectador. El fondo insobornable". Por José Ortega y Gasset

" Hay por lo menos, una realidad que todos captamos desde dentro, por intuición y no por simple análisis. Es nuestra propia persona en su fluencia por el tiempo. Es nuestro ser que dura. Podemos no simpatizar intelectualmente, o mejor, espiritualmente, con alguna cosa. Pero simpatizamos seguramente con nosotros mismos.
Cuando llevo sobre mi persona, supuesta inactiva, la mirada interior de mi conciencia, advierto desde luego, a manera de una corteza solidificada en la superficie, todas las percepciones que le llegan del mundo material. Estas percepciones son claras, distintas, yuxtapuestas, o capaz de serlo, las unas a las otras; tratan de agruparse en objetos. Advierto enseguida recuerdos, más o menos adheridos a estas percepciones, que sirven para interpretarlas. Tales recuerdos están como arrancados del fondo de mi persona, sacados a la periferia por las percepciones que los representan y puestos sobre mí sin ser absolutamente yo mismo. Y en fin, siento que se manifiestan tendencias, hábitos motrices, una turba de acciones virtuales, ligadas más o menos sólidamente a esas percepciones y a esos recuerdos. Todos estos elementos de formas bien definidas, me parecen tanto más distintos de mí cuanto son más distintos los unos de los otros. Orientados de dentro hacia fuera, constituyen, reunidos, la superficie de una esfera que tiende a dilatarse y perderse en el mundo exterior. Pero si me dirijo de la periferia al centro, si busco en el fondo de mí lo que es más uniformemente, más constantemente, más duraderamente yo mismo, encuentro otra cosa distinta."

De "Introducción a la metafísica". Duración y conciencia. Por Henry Bergson.

Como suele ocurrirme siempre (y no digamos ahora con la facilidad que nos proporciona la herramienta internet) cuando me encontraba inmersa en la lectura de El Espectador, no pude evitar irme por los cerros de úbeda, siendo en este caso los felices cerros de úbeda del "yo profundo" de Bergson al que Ortega hacía alusión en el última fragmento que os comenté. Ya había despertado mi curiosidad y quería haberlo estudiado más a fondo, la noción de conciencia que Bergson tiene como "duración real", como movimiento, como corriente, y también intuí que necesitaría atención detenida, de esas que requieren un esfuerzo añadido, porque sabes que te estás metiendo en berenjenales de los que te va a costar trabajo salir, aunque como ocurre, según dicen, con las plantaciones de berenjenas, los surcos del cultivo (en este caso del espíritu) te atrapan y te complican la andadura, pero luego la cosecha merece la pena ¿no?. Y cuando entre los dichosos surcos danzaba como podía, otro bicho me picó, aparte del de la curiosidad, el de una faringitis que me dejó no solo sin voz sino también con pocas fuerzas y hete aquí que la física venció a la metafísica, así que, ya recuperada, vuelvo a la carga segura de que desentrañar y comentaros, si es que lo consigo con alguna posibilidad de comprensión, el tan farragoso concepto,porque a pesar de su intríngulis será, como en la agricultura de las berenjenas, un sabroso placer de la cultura del alma. Esdedesear.





miércoles, 14 de abril de 2010

L-O-V-E

http://www.youtube.com/watch?v=JErVP6xLZwg&feature=related




"Cuando hemos leído ya muchas literaturas y algunas heridas en el corazón nos han hecho incompatibles con la retórica, empezamos a no interesarnos más que en aquellas obras donde llega a nosotros gemebunda o riente la emoción que en el autor suscita la existencia. Y llamamos retórico, en el mal sentido de la palabra, a todo libro en cuyo fondo no resuene ese trémolo metafísico.

La humanidad hace en grandes proporciones esa misma exclusión que en límites reducidos verifica el lector individual. A lo largo de los siglos sólo consiguen afianzarse en la atención pública las obras literarias que envuelven un nervio trascendental- sea como en Esquilo, religioso y trágico; sea como en Anacreonte, estremecido de placer y de uva.

A los veinte años se lee como se vive: añadiendo nuevas unidades a nuestro cúmulo de ideas y pasiones. Mas ya a los treinta años sospechamos que no es lo decisivo el número bruto de unidades, sino la proporción entre el debe y el haber. Nuestro espíritu se recoge sobre sí mismo y con la frialdad de un contable se pone a hacer el balance de la vida. El cálculo ni puede ni tiene que ser científico. Con ser la ciencia cosa grave y seria, lo es mucho más este asunto. Se trata de un negocio sentimental que ha de solventarse por medio de íntimas ponderaciones.

Es inevitable: hacia los treinta años, en medio de los fuegos juveniles que perduran, aparece la primera línea de nieve y congelación sobre las cimas de nuestra alma. Llegan a nuestra experiencia las primeras noticias directas del frío moral. Un frío que no viene de fuera, sino que nace de lo más íntimo y desde allí envía al resto del espíritu un efecto extraño que más que nada se parece a la impresión producida por una mirada quieta y fija sobre nosotros. No es aún tristeza, ni es amargura, ni es melancolía lo que suscitan los treinta años; es más bien un imperativo de verdad y una como repugnacia hacia lo fantasmagórico. Por esto es la edad en que dejamos de ser lo que nos han enseñado, lo que hemos recibido en la familia, en la escuela, en el lugar común de nuestra sociedad. Nuestra voluntad gira en redondo. Hasta entonces habíamos querido ser lo que creíamos mejor: el héroe que la historia ensalza, el personaje romántico que la novela idealiza, el justo que la moral recibida nos propone como norma. Ahora de pronto, sin dejar de creer que todas esas cosas son tal vez las mejores, empezamos a querer ser nosotros mismos, a veces con plena conciencia de nuestros radicales defectos. Queremos ser, ante todo, la verdad de lo que somos y muy especialmente nos resolvemos a poner bien en claro qué es lo que sentimos del mundo. Rompiendo entonces sin conmiseración la costra de opiniones y pensamientos recibidos, interpelamos a cierto fondo insobornable que hay en nosotros. Insobornable no sólo para el dinero o el halago, sino hasta para la ética, la ciencia y la razón. La misma convicción científica, esa aquiescencia que automáticamente produce en la periferia de nuestra personalidad el vigor de una prueba, de un razonamiento claro- toma un cariz superficial si se la compara con las afirmaciones y negaciones que inexorablemente ejecuta ese fondo sustancial.

Y en todo hombre o mujer que encontramos, en todo libro que leemos sólo nos interesa conocer cuál sera el resultado de su balance vital. Si no lo han hecho- como suele ocurrir-, podrá la conveniencia social llevarnos a fingirles respeto, pero nuestra recóndita estimación se retira de ellos. Quien no se ha puesto a sí mismo en claro frente a estas cuestiones últimas, quien no ha tomado una actitud definida ante ellas, no nos interesa. "
De El Espectador. Por José Ortega y Gasset



Qué tremendamente maravillosas son las palabras de Ortega y qué extraordinariamente positivo el mensaje que nos transmiten, verdaderamente optimista, si... pero "no es tan fácil". Y entrecomillo esta expresión porque me recuerda a una obra de Paco Mir, en la que participé un tiempito de aficionada al teatro. Y no es tan fácil, porque como el mismo Ortega dice, se trata de un negocio sentimental, del negocio sentimental, del negocio, del único negocio, el neg-ocio de la vida. Da igual quien sea el "Otro", un libro, un amigo, un amor,una sociedad, no es tan fácil. Todo lo que dice Ortega, palabra por palabra, sucede, pero no siempre salimos airosos de esta reconversión que debe producirse a los treinta años y que condicionará el futuro vital, ese momento en que uno siente que debe elegir ser uno mismo y ser lo "que tiene que ser". Y no es tan fácil porque ese fondo insobornable, al que apelar, sí desea ser insobornable pero no lo consigue sin esfuerzo y coste, sin hacer algunas pérdidas y duelos dolorosos, sin sufrir algunas decepciones, amarguras y melancolías, y en el peor de los casos casos simplemente no lo consigue nunca, mal dispuesto para esas renuncias. Quizás retiremos la estima a un libro o a una persona, a una sociedad, pero no sólo le fingiremos respeto, a veces incluso le fingiremos amor. No es tan fácil. Admitámoslo, nuestro fondo es bastante sobornable, pero también seamos indulgentes, es "inconscientemente" sobornable por temeroso,y siempre nos quedará... Freud, para ayudarnos a desocultar la forma de negociar nuestros miedos inconscientes, y después volver a Ortega, liberados y por fin reconvertidos, las veces que haga falta. En él sí podemos hallar ese hermoso balance vital tan digno de estimar. Esdedesear.

martes, 6 de abril de 2010

La afinidad.

II. Tema y estilo

"El estilo de un escritor, es decir la fisonomía de su obra, consiste en una serie de actos selectivos que aquél ejecuta.
En torno al artista abre su ilimitada cuenca el mundo. Allí está lo material y lo espiritual, lo penoso y lo jocundo, el Norte y el Mediodía. Ahí están las palabras todas del diccionario, colocadas en batería, cada cual con su significación presta a dispararse. Y vemos cómo el escritor, de entre todas esas cosas inumerables, elige una y la hace objeto general, tema céntrico de su obra. En esta elección primera comienza a constituirse un estilo; es ella la decisiva. Como la planta impulsada por una misteriosa apetencia crece, se inclina o se contorsiona para buscar su luz, así el espíritu del escritor se orienta hacia su objeto, se enfronta con él, dejando a un lado y otro el resto de las cosas. Hay una afinidad previa y latente entre lo más íntimo de un artista y cierta porción de universo. Esa elección que suele ser indeliberada, procede- claro está- de que el poeta cree ver en ese objeto el mejor instrumento de expresión para el tema estético que dentro lleva, la faceta del mundo que mejor refleja sus íntimas emanaciones. Por esto la crítica literaria.cuya misión primaria y esencial no es evaluar los méritos de una obra, sino definir su carácter, tiene a mi juicio, que empezar por aislar ese objeto genérico, que viene a ser el elemento donde toda la producción alienta.

El estilo del lenguaje, es decir la selección de la fauna léxica y gramatical representa sólo la parte más externa y, por tanto, menos característica del estilo literario tomado integramente. Todos los que escribimos nos damos clara cuenta del reducido margen dentro del cual puede moverse nuestra elección en punto al idioma. El habla de nuestra época nos impone su estructura general, y las transformaciones que el más grande innovador del decir haya realizado son nada si se las compara con su originalidad en los otros planos de creación. Las condiciones y finalidad del idioma hacen de él una cosa en gran parte mostrenca y comunal.

III. El tema del vagabundo

En unas notas sobre Pío Baroja, tomadas hace cinco años, pero recientemente impresas mostraba yo como este novelista había hecho de su obra una especie de asilo nocturno donde únicamente se encuentran vagabundos.
Entre las varias suertes y modos de hombres, decía allí, Baroja se queda solo con los de condición inquieta y despegada, que no echan raíces ni en una tierra ni en un oficio, sino que van rodando de pueblo en pueblo y de menester en menester empujados por sus fugaces corazones.

¿No es extraña esta predilección? Extraña, ciertamente y, además, un caso ejemplar para los que hacen historia literaria según el evangelio de Taine y explican de una manera demasiado simple las influencias del medio en el escritor. Porque es la España actual una sociedad donde el vagabundo apenas existe. Antes al contrario, suele tener aquí la vida una estabilidad plúmbea y una monotonía aldeana. Cada cual entra en el carril de su oficio, atrozmente rígido y preestablecido, y suele, hasta la muerte, seguir en él, sin ensayar usos nuevos, sin protesta ni brindo. Y no obstante ser eso lo que Baroja encuentra dondequiera que mueve sus ojos, no es lo que ve, sino todo lo contrario. Ve criaturas errabundas e indóciles, decididas a no disolver sus instintos en las formas convencionales de vida que la sociedad ofrece e impone. Temperamentos tales tienen que fracasar en una época como la nuestra, tiranizada por principios de hipocresía. This age of cant, decía Byron. Le grand principe du siécle; être comme un autre, escribe Stendhal.
Pero estas vidas que son prácticamente fracasos y derrumbamientos, son moral y sentimentalmente victorias y gestos de ascensión. Al menos para el gusto de Baroja y para el mío. Yo creo , además, que con nosotros coincidirá todo corazón sensible todavía no pervertido por la valoración utilista de las cosas.

El triunfar en la sociedad es un síntoma, a veces inequívoco de una cierta clase de virtudes; al hombre que lo consigue solemos llamar eficaz, decimos que sirve, y la eficacia es un valor positivo que estoy muy lejos de negar. Pero me parece una perversión de nuestro tiempo que ese valor sea el único estimado o, cuando menos, el más estimado. Merced a ello hemos desalojado del mundo todo lo exquisito, porque todo lo exquisito-¡qué le vamos a hacer!- es socialmente ineficaz. La virtud de emocionarse delicadamente es, por ejemplo, una de las cosas más altas que cabe imaginar; pero en la mecánica que hoy rige las sociedades humanas sólo es útil para sucumbir. Así, un amigo mío, que padece de agudo sentimentalismo, no obstante ocupar altos cargos diplomáticos, dice en ocasiones: "Gentes como yo debían haber nacido en otra época, porque para flotar en esta que vivimos es imprescindible tener mal corazón, buen estómago y un cheque en el bolsillo.

De El Espectador. Por José Ortega y Gasset.

Muchas veces me propongo a mi misma la idea de no emprender la lectura de otro libro hasta que complete, desde la primera hasta la última, las obras de Ortega y de Freud, que he leído por parroquias, trabajado intensamente algunas y repetido varias veces otras, pero el auténtico placer que me auguro no está tanto en su interés académico, epistemológico, ya sobradamente constatado, como en asegurarme en el tiempo, sin solución de continuidad, ese otro placer de encontrar siempre en ellos la expansión del alma que hallamos en quien expresa con mejor suerte que tú mismo aquello que nos ronda en ella hasta la muerte.

Son esa porción del universo, tomando las propias palabras de este texto, hacia la cual nos orientamos como hacia la luz, haciéndo de ellos el único objeto de nuestros intereses, y con la que gustosamente renunciaríamos a cualquier otra porque es la que mejor expresa nuestras íntimas emanaciones. No deja de ser un placer narcisista, el de la propia sublimación, pero ¿hay, acaso, otros? A estas alturas, como mínimo, ya me lo puedo permitir. Como sucede con las muñecas rusas, al final, resulta que la primera era la única, la grande, y las demás, por distinta que fuera la la expectativa, se van repitiendo y además cada vez más mermadas pero idénticas. Kant, Dilthey,Nietzsche, Heidegger, Ortega,........... "το αὐτος" y yo. Esdedesear





miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Bailas?

" Si hay algo de este orden en lo que aquí enseño es lo siguiente: les ruego a cada uno de ustedes que, en el interior de su propia investigación de la verdad, renuncien radicalmente- aunque solo fuese a título provisional para ver qué se gana dejándola de lado- a utilizar una oposición como la de afectivo e intelectual.
No deja de ser tentador adherir a esta consigna durante cierto tiempo, ya que es evidente que al utilizar esta oposición solo se desemboca en una serie de callejones sin salida. Esta oposición es de las más contrarias a la experiencia analítica, y de las que más oscurecen su comprensión. (...) Si en algún sitio se situa lo intelectual es a nivel de los fenómenos del ego, en la proyección imaginaria del ego, pseudonaeutralizada-pseudo en el sentido de mentira. que el análisis denunció como fenómeno de defensa y resistencia.
(...) Esto nos permite criticar a la vez la ambigüedad siempre mantenida en torno a la famosa oposición entre lo intelectual y lo afectivo; como si lo afectivo fuese algo así como una coloración, una cualidad inefable que debiera buscarse en sí misma, independientemente de la piel vaciada que sería la realización puramente intelectual de una relación del sujeto(...)
Lo afectivo no es una densidad especial que faltaría a la elaboración intelectual. No se sitúa en un más allá mítico de la producción del símbolo, anterior a la formulación discursiva. Sólo esto puede permitirnos de entrada, no digo situar, pero sí aprehender en qué consiste la plena realización de la palabra."

De "Seminario Uno. Sobre los escritos técnicos de Freud. El concepto de análisis y Sobre la Verneinung de Freud". Por Jacques Lacan.

En resumidas cuentas, pues no voy a pedir comprensión del texto de Lacan que ni siquiera quiero contextualizar demasiado, cuando ya estamos con el cuerpo de jota o de paso de semanasanta, (ya se sabe que Lacan mismo decía, ante la dificultad de entender sus textos, que no escribía para que le entendiesen), que lo que quiero recordar, y en ese intento estoy desde que empecé a escribir este blog, es que no hay tal oposición entre lo afectivo y lo intelectual, es una ambigüedad mantenida que trae consecuencias.
Ya que nos encontramos en terrenos psicoanalíticos podríamos reflexionar por ejemplo sobre ese interrogante que es común a cualquier síntoma de mal llamada "enfermedad" psicológica- pues lo mental, como muy bien mostró, el tan mal interpretado en ocasiones, Freud, no deja de ser el terreno de energías tan físicas como las demás energías de nuestro cuerpo-¿que me está pasando?, al que esperamos contestar con una respuesta de tipo intelectual, y, lo que es más, que esa respuesta (esa verdad) esté en la boca de un otro, en forma de especialista por ejemplo. Por eso un psicoanalista no habla, para dejar hablar al inconsciente dañado en sus afectos.
En todo caso, y a cuento del video que os quiero enseñar, lo importante no es tanto saber qué es lo que pasa como saber qué hacer con lo que pasa. Patología. Pathos logos, padecemos de nuestros afectos. Freud y Jung lo redescubrieron para nosotros y este Rolando Toro que entrevista Cristián Wanrken ofrece algo para hacer con lo que nos pasa. Si no os interesa mucho lo de la biodanza, al menos os aseguro un rato de larga, exquisita, tranquila y agradable charla para estas vacaciones. Esdedesear.
http://www.otrocanal.cl/?video=1224

miércoles, 24 de marzo de 2010

Cartas fi(li)eles

"Los hombres no son para vivir amontonados en hormigueros, sino esparcidos sobre la tierra que deben cultivar. Más ellos se reúnen y se corrompen. Las enfermedades del cuerpo así como los vicios del alma, son el efecto infalible de esta concurrencia. El hombre es, de todos los animales, el que menos puede vivir en manada, y los hombres hacinados como carneros se morirían en poquísimo tiempo. El aliento del hombre es mortal para sus semejantes. Esta expresión es menos verdadera en sentido propio que en sentido figurado. Las ciudades son el sumidero de la especie humana. Al cabo de unas generaciones perecen o desgeneral; deben ser renovadas y es siempre el campo lo que logra esta renovación. "

De El Emilio. Por Jean Jacques Rousseau.

Río Pigalle, por el camino de Méséglise (perdóname el plagio Proust)

Queridos: Hay premio para la fidelidad, lo que ocurre es que algunas recompensas tardan mucho en llegar y desesperamos de que lo hagan realmente alguna vez, sucede por ejemplo con la fidelidad a los principios, a las creencias,a las convicciones, porque pertenecen a una esfera íntima y natural que suele ser difícilmente compatible con la esfera social en la que debemos ponerlos en juego, donde rige sobre ellos y atravesándolos el pragmático ejercicio de las convenciones, pero por ser más larga la espera también es mayor la gratificación, si no hemos sucumbido. No es el caso de lo que quiero contaros hoy desde Filiel, porque mi fidelidad se ha visto compensada enseguida, en este caso. Cuando escogí este lugar, puesto que el retiro , el silencio, la libertad, aseguraban el sentimiento de lo sublime (que comentábamos con Kant) me sentí dispuesta a renunciar a algunas cotas del sentimiento de lo bello, aunque tampoco tantas, hay mucho bello en este paraje. Una de ellas era aceptar la escasez del fluído en la corriente de de sus regatos, a los que, sin embargo miraba con ojos amorosos, por su pequeñez y su impotencia tan semejante a la mía propia. Pero, tal como nos explica la doctrina estoica y otras filosofías afines, no existe el mal en el mundo, sólo es una cara del todo poliédrico, y de este invierno furioso, largo y tedioso, me ha "surgido" este maravilloso río que os enseño arriba, por el camino hacia el majestuoso Teleno, que yo llamo camino de Méséglise como sabeis, emulando a Proust, cerca, muy cerca de casa, y !Más! éste otro, en aquel cauce seco que bordeaba mi escaso terreno, por donde decían que "in illo témpore" había discurrido un río. Siento mucho la mala calidad de visionado, el móvil era lo único que tenía a mano.

Río Collins, bajo la colina Phil Collins. (No le pido perdón porque a lo mejor éste no tiene colina alguna con su nombre y hasta le gustaría).

"Hacia el Sur apenas hay que descender por hallarse en los páramos leoneses que extienden largamente, solitariamente, su torbisca verdinegra, por la cual ve acaso el viajero cruzar como en las consejas, una zorra, bermejo el lomo, créctil la grande oreja, fabulizando el hocico. Más allá comienza la tierra que no es sino tierra; la tierra sin verdor vegetal, sin veste botánica; la tierra amarilla, la tierra roja, la tierra de plata, pura gleba, desnudo terruño que subrayan de cuando en cuandolas hileras de altos chopos. Ondula como en tormento la llanada y a veces se revuelve sobre sí misma formando barrancadas y torrenteras, chatos cabezos y serrezuelas broncas. E insospechados, pero siempre en lugares estratégicos pueblos: aquí uno, mirando a dos valles; allá otro, en el bisel de una colina. Siempre inhóspitos, siempre en ruina, siempre la iglesia en medio, con su brava torre alerta, que parece cansada, pero descansa como buen guerrero, de piel, el montante hincado en tierra y sobre su cruz el codo.

La atmósfera es completamente diáfana y en ella, como en un vacío sin obstáculos, la luz entra a torrentes. Merced a esto cada color es llevado a la última potencia de sí mismo. Existe el prejuicio inaceptable de no considerar bellos más que los paisajes donde la verdura triunfa. Creo yo que influye en esta opinión cierto confuso resto de utilitarismo ajeno y aún enemigo de la estética contemplación. El paisaje verde promete una vida cómoda y abundante. El menudo burgués indestructible que se afana siempre en algún rincón de nuestra alma favorece interesadamente nuestro entusiasmo desinteresado hacia los esplendores de la vegetación. No le importa el valor estético de la verdura esmeralda; pero, hipócrita, la alaba mientras piensa en la cosecha que ella anuncia y aplaude el espectáculo con secretas intenciones alimenticias.

En cambio, don Francisco Giner, para quien sólo lo inútil era necesario, solía insistir sobre la superior belleza del paisaje castellano.

No es verde, sin duda; pero es, en cambio, un panorama de coral y de oro, de violeta y de plata cristalina. Los fisiólogos saben muy bien que los colores amarillo y rojo aumentan de un modo automático nuestras pulsaciones y que su número crece tanto más cuanto extensa es la superficie de tonos calientes extendidas ante nosotros.... Castilla, sentida como irrealidad visual es una de las cosas más bellas del universo."

Bellas y sabias palabras de Ortega, como todas las suyas, en "El Espectador". Esdedesear.

martes, 16 de marzo de 2010

Delibes, de lo bello y lo sublime.

"Las diferentes sensaciones de contento o disgusto descansan, no tanto sobre la condición de las cosas externas que las suscitan, como sobre la sensibilidad peculiar a cada hombre para ser grata e ingratamente impresionado por ellas. De ahí proviene que algunos sientan placer con lo que a otros produce asco; de ahí la enamorada pasión, que es a menudo para los demás un enigma, y la viva repugnancia sentida por éste hacia lo que para aquél deja por completo indiferente. El campo de las observaciones de estas particularidades de la naturaleza humana es muy amplio, y oculta aún buena copia de descubrimientos tan interesantes como instructivos. Por ahora dirigiré mi mirada sobre algunos puntos que parecen particularmente destacarse en este terreno, y más con el ojo de un observador que de un filósofo.(...)


"Este delicado sentimiento que ahora vamos a considerar es principalmente de dos clases: el sentimiento de lo sublime y el de lo bello. La emoción es en ambos agradable, pero de muy diferente modo. La vista de una montaña cuyas nevadas cimas se alzan sobre las nubes, la descripción de una tempestad furiosa o la pintura del infierno por Milton, producen agrado, pero unido a terror; en cambio, la contemplación de campiñas floridas, valles con arroyos serpenteantes, cubiertos de rebaños pastando; la descripción del Elíseo o la pintura del cinturón del Venus en Homero, proporcionan también una sensación agradable, pero alegre y sonriente. Para que aquella impresión ocurra en nosotros con fuerza apropiada, debemos tener un sentimiento de lo sublime; para disfrutar bien la segunda, es preciso el sentimiento de lo bello. Altas encinas y sombrías soledades en el bosque sagrado, son sublimes; platabandas de flores, setos bajos y árboles recortados en figuras, son bellos. (...)La noche es sublime, el día es bello. En la calma de la noche estival, cuando la luz temblorosa de las estrellas atraviesa las sombras pardas y la luna solitaria se halla en el horizonte, las naturalezas que posean un sentimiento de lo sublime serán poco a poco arrastradas a sensaciones de amistad, de desprecio del mundo y de eternidad. El brillante día infunde una activa diligencia y un sentimiento de alegría. Lo sublime, conmueve; lo bello, encanta. La expresión del hombre, dominado por el sentimiento de lo sublime, es seria; a veces fija y asombrada. Lo sublime presenta a su vez diferentes caracteres. A veces le acompaña cierto terror o también melancolía, en algunos casos meramente un asombro tranquilo, y en otros un sentimiento de belleza extendida sobre una disposición general sublime. A lo primero denomino lo sublime terrorífico, a lo segundo lo noble, y a lo último lo magnífico. Una soledad profunda es sublime, pero de naturaleza terrorífica.(...)

"La inteligencia es sublime; el ingenio, bello; la audacia es grande y sublime; la astucia es pequeña, pero bella. «La circunspección -decía Cronwell- es una virtud de alcalde.» La veracidad y la rectitud son sencillas y nobles; la broma y la lisonja obsequiosas son finas y bellas. La amabilidad es la belleza de la virtud. La solicitud desinteresada es noble. La cortesía y la finura son bellas. Las cualidades sublimes infunden respeto; las bellas, amor(...)Aquellos en quienes se dan unidos ambos sentimientos, hallarán que la emoción de lo sublime es más poderosa que la de lo bello; pero que si ésta no la acompaña o alterna con ella, acaba por fatigar y no puede ser disfrutada por tanto tiempo.(..). La amistad presenta principalmente el carácter de lo sublime; el amor sexual, el de lo bello. La delicadeza y el respeto profundo dan, sin embargo, a éste último cierta dignidad y elevación, mientras las bromas traviesas y la confianza le acentúan el carácter (...)



"Un íntimo sentimiento de la belleza y la dignidad de la naturaleza humana, y un ánimo seguro y vigoroso para referir a esto, como fundamento general, todas las acciones, son serios y no se asocian bien con una alegría volandera ni con la inconstancia de un hombre ligero. Y hasta se halla cerca de la honda melancolía (Schwermut), una dulce y noble sensación, en cuanto se funda sobre aquel temor que siente un alma limitada cuando, llena de un gran proyecto, ve los peligros que debe vencer y tiene ante la vista la grave aunque grande victoria del dominio de sí mismo. La genuina virtud, según principios, encierra en sí algo que parece coincidir con el temperamento melancólico en un sentido atenuado.(...)

"Examinemos ahora las sensaciones de lo sublime y lo bello, principalmente en cuanto son morales, bajo la admitida división de los temperamentos.
No se llama melancólico a un hombre porque, substrayéndose a los goces de la vida, se consuma en una sombría tristeza, sino porque sus sentimientos, intensificados más allá de cierto punto dirigidos, merced a determinadas causas, en una falsa dirección, acabarían en esta tristeza más fácilmente que los de otros. Este temperamento tiene, principalmente, sensibilidad para lo sublime. Aun la belleza, a la cual es igualmente sensible, no le encanta tan sólo, sino que, llenándole de asombro, le conmueve. El placer de las diversiones es en él más serio; pero, por lo mismo, no menor. Todas las conmociones de la sublime tienen algo más fascinador en sí que el inquieto encanto de lo bello. Su bienestar será, más bien que alegría, una satisfacción tranquila. Es constante. Esto les mueve a ordenar sus sensaciones, bajo principios, y tanto menos están sujetas a la inconstancia y al cambio cuanto más general es el principio al cual se hallan subordinadas, y más amplio, por tanto, el elevado sentimiento al cual se subordinan los inferiores. Todos los motivos particulares de las inclinaciones están sujetos a muchas excepciones y cambios si no son derivados de tal fundamento superior. El alegre y afectuoso Alcestes dice: «Amo y estimo a mi mujer porque es bella, cariñosa y discreta.» ¡Cómo! ¿Y si, desfigurada por la enfermedad, agriada por la vejez y pasado el primer encanto, dejase de parecerte más discreta que cualquier otra? Cuando el fundamento ha desaparecido, ¿qué puede resultar de la inclinación? Tomad, en cambio, el benévolo y sesudo Adrasto, que pensaba para sí: «Tengo que tratar a esta persona con amor y respeto porque es mi mujer.» Tal manera de pensar es noble y magnánima. Ya pueden los encantos fortuitos alterarse; siempre continúa siendo su mujer. El noble motivo permanece y no está tan sujeto a la inconstancia de las cosas exteriores. De tal calidad son los principios, en comparación con impulsos originados sólo de ocasiones particulares, y así es el hombre de principios, al lado de aquel al cual sobreviene una inspiración buena y afectuosa. Y lo mismo, diríamos si el secreto lenguaje de su corazón se expresara de esta suerte. «Tengo que auxiliar a ese hombre porque sufre; no porque acaso sea amigo o conocido mío, ni porque le considere capaz de agradecérmelo después. Ahora no es tiempo de hacer distingos ni detenerse en cuestiones: es un hombre, y lo que daña a los hombres también a mí me toca.» Desde este momento su conducta se apoya en el supremo fundamento dentro de la naturaleza humana, y es sublime en grado sumo, tanto por la invariabilidad como por la generalidad de sus aplicaciones.(...)


"Continúo mis observaciones. El hombre de carácter melancólico se preocupa poco de los juicios ajenos, de lo que otras tienen por bueno o verdadero, se apoya sólo en su propia opinión. Como en él los móviles toman el carácter de principios, no puede ser fácilmente llevado a otras ideas. Su firmeza degenera a veces en obstinación. La amistad es sublime, y, por tanto, apropiada a sus sentimientos. Puede acaso perder un amigo inconstante, pero éste no le pierde a él tan pronto. Aun el recuerdo de la amistad extinguida sigue siendo para él respetable. La locuacidad es bella; la taciturnidad meditativa es sublime. Sabe guardar bien sus secretos y los ajenos. La veracidad es sublime, y él odia mentiras y fingimientos. Siente con viveza la dignidad de la naturaleza humana. Se estima a sí mismo y tiene a un hombre por una criatura que merece respeto. No sufre sumisión abyecta, y su noble pecho respira libertad. Toda suerte de cadenas le son odiosas, desde las doradas que en la corte se arrastran hasta los pesados hierros del galeote. Es un rígido juez de sí mismo y de los demás, y a menudo siente disgusto de sí mismo y del mundo.(...)

De "Lo bello y lo sublime". Ensayo de estética y moral. Por Immanuel Kant

Qué puedo decir yo de Delibes que no sepa ya todo el mundo?. Nada. De Delibes a todos nos gusta todo. Yo, al menos, no conozco a nadie que no le guste Delibes, y a nadie que no le haya gustado todo lo que leyó de él. Yo la primera. Además, en lo personal, y se ha visto en su despedida, caía bien. Y caía bien, a pesar de, como él mismo decía, ser un hombre "huraño y retraído", quizás melancólico. Intuyo que esos rasgos también están muy vinculados con un venerado afán, el cuidado de la libertad: "soy un hombre de aire libre", "estoy satisfecho de haber conseguido escribir como hablo". Esos sencillos objetivos vitales y literarios y otros por el estilo que todos hemos podido escuchar de su boca simbolizan su "vocación" en el sentido orteguiano, la comunión entre el deseo y el ser, la razón vital como guía y la "aletheia" en el logro. Es una vida y una obra, la suya, que admiramos porque percibimos en ella la imagen de la Verdad. Porque si no es sencillo llegar a escribir como se habla, sólo los grandes lo logran, más difícil es hablar de tal forma que lo que escribas sea bello y sublime, como es el caso. Por eso, en su homenaje, le dedico estos fragmentos de Kant que le van como anillo al dedo, con mi enorme agradecimiento, por una razón extraordinaria: Si toda lectura de un texto es una íntima conversación, leer los libros de Delibes es la más agradable conversación que pueda mantener nadie, y dado que, cómo también dice Kant en la misma obra que señalo, : "Aquél cuya conversación ni divierte ni conmueve, es un fastidioso". Los que leemos mucho también podemos constatar la cantidad de "fastidiosos" que nos encontramos por el camino. Delibes esdedesear.

lunes, 8 de marzo de 2010

Justicia utopiana.

"Quien acude a la intriga y al soborno para conseguir una magistratura, pierde toda esperanza de obtenerla para el resto de su vida. La convivencia social es amable. Ningún magistrado, por ejemplo, es insolente o terrible. Se les llama padres y demuestran serlo. Reciben muestras de deferencia y honor de una forma espontánea y libre. Nadie es obligado a rendir tales honores si no quiere. Ni el mismo príncipe se distingue de la masa por el vestido o la diadema sino por un manojo de espigas que lleva consigo. De la misma manera, el distintivo del pontífice es un cirio que le precede.
Tienen muy pocas leyes, pero, para un pueblo tan bien organizado, son suficientes muy pocas. Lo que censuran precisamente en los demás pueblos es que no les basta la infinita cantidad de volúmenes de leyes y de intèrpretes. Consideran inicuo obligar a hombres por leyes tan numerosas para que puedan leerlas o tan oscuras para que pueden entenderlas.
En consecuencia, quedan excluídos todos los abogados en Utopía, esos picapleitos de profesión, que llevan con habilidad las causas e interpretan sutilmente las leyes. Piensan, en efecto, que cada uno debe llevar su causa al juez y que ha de exponerle lo que contaría a su abogado.
De esta manera, habrá menos complicaciones y aparecerá la verdad más claramente, ya que el que la expone no ha aprendido de su abogado el arte de camuflarla. Mientras tanto, el juez sopesará competentemente el asunto y dará la razón al pueblo sencillo frente a las calumnias de los pendendencieros. Tales prácticas serían difíciles de observar en otros países, dado el cúmulo inverosímil de leyes tan complicadas. Por lo demás, todos allí son expertos en leyes, pues, como dije más arriba, las leyes son escasas, y además, cuanto más sencilla y llana es su interpretación, mas justa se considera. Piensa , en efecto, que la finalidad de la promulgación de una ley es que todos conozcan su deber. Ahora bien, ¿no serán pocos los que conozcan su deber, si la interpretación de la ley es demasiado sutil.? Raras son, en efecto, las personas que pueden captar su sentido. Por el contrario, si el sentido es el más llano y el más común, ¿no estará clara la ley para todos? ¿Qué le importa, si una vez promulgadas, las leyes son tan embrolladas que para negar su verdadero sentido hace falta un talento superior y una larga discusión? El juicio del vulgo no penetra en tales honduras. Ni basta para ello una vida ocupada en ganar el pan de cada día.

Precisamente, la admiración de estas cualidades hace que algunos países vecinos, libres y soberanos, les pidan magistrados para uno o para cinco años. (es de saber, que muchos de estos pueblos fueron liberados de la tiranía hace ya mucho tiempo por los utopianos.) Cuando termina su mandato los devuelven cubiertos de honores y de gloria, y se llevan a su patria otros nuevos. Y hay que reconocer que los pueblos que así obran, cuidan de manera extraordinaria del bienestar de su Estado. ¿No depende acaso su salvación o su ruina de la honestidad de los magistrados? ¿pueden hacer tales pueblos algo mejor que elegir a unos hombres que no se venderían por dinero alguno? El dinero sería inútil a hombres que deben volver a su patria en breve plazo. ¿Puede doblegar también a estos hombres la aversión o la inclinación hacia alguien siendo como son desconocidos de los ciudadanos?

Cuando estos dos males, la parcialidad y la avaricia, se apoderan de los tribunales, desintegran al instante toda justicia..."



De "De óptimo reip. statu, deque nova ínsula Utopia. Libelus vere aureus , nec minus salutaris cuam festivus, claríssimi disertissimique viri Thomae Mori. Inclytae civitatis londinnensis ciuis et vicecomitis apud inclytam basileam, Mense novembri.M.D. XVIII".



(De "La mejor forma de comunidad política y la nueva isla de Utopía. Librito de oro, tan saludable como festivo, compuesto por el muy ilustre e ingenioso Tomás Moro. Ciudadano y sheriff de la muy nobre ciudad de Londres."



¿Qué hace que sintamos inclinación o aversión hacia alguien que no es totalmente desconocido? Pueden ser dos o tres cosas, que nos dejemos llevar por la imaginación, que nos dejemos llevar por influencias ajenas a nuestro criterio, o que tratemos de hacernos una opinión lo más objetiva posible y sobre todo propia, en base a la poca o mucha información de que dispongamos. Las dos primeras posiblidades son, desde mi punto de vista, aunque muy frecuentadas, detestables, y deben ser sustituídas por el digno "mejor no opino". La tercera, puede servir de premisa para llegar a esta conclusión también: "mejor no opino, de lo que no sé suficiente", pero al menos tranquiliza, como tranquiliza llegar a saber que "solo se que no se nada" después de haber estudiado mucho.


¿Qué sé yo de Garzón?, me pregunto. Que es un señor juez, que unas veces baja y otras sube, las escaleras de la Audiencia, por lo que veo en la TV. (y espero que sepa si las sube o las baja, no cómo otros), que va envejeciendo, engordando y caneando el cabello, como todo hijo de vecino. Que le da unos besitos a una señora que le espera muy a menudo. Que lleva unos asuntos de muy alta catanga, que parecen muy dignos de ser juzgados por la peligrosidad de los delitos que se cometen en ellos, a veces de narcotraficantes, otras de terroristas, otras de corruptos muy corruptos, otras de causas para otros "incausables". Que, algunos de estos asuntos atañen, no sólo al pueblo español, sino también a otros pueblos, y han merecido el agradecimiento de los ciudadanos de estos países. Que además se ha tomado un año sabático y se ha ido a dar unas conferencias a EE.UU, al parecer, por lo que se dice, patrocinadas o subvencionadas. También se dice, por lo que sé, que no siempre instruye bien y que tiene mucho afán de protagonismo. Que duerme muy poco, dos o tres horas, y trabaja mucho. Esto es todo lo que sé de Garzón. Y si no hubiera tanto embrollamiento de leyes y tantos leguleyos embrollándolas más, no creo que hubiera motivo alguno para que se encuentre en la situación que se encuentra, que me parece una auténtica bufonada propia del país del esperpento. Conclusión: por los datos que tengo de este señor más bien siento inclinación que aversión, pero mejor no opino de lo que no sé suficiente. Aunque espero que siga, porque esdedesear.