jueves, 4 de agosto de 2011

El truco de vivir aquí arriba...

"Un hombre que viva actualmente en soledad, cuya felicidad consiste en gozar de si mismo y saborear esta tranquilidad, don precioso para quien puede disfrutarlo, se encuentra en situación apurada cuando tiene necesidad de abandonar su retiro y cumplir ciertos deberes cotidianos o compromisos que le obligan a tratar con los hombres del mundo.¡Cuán diferente se descubre entonces! ¡Qué confusión, qué turbación surge de pronto de sus ideas, sobre todo cuando apartado de la sociedad, su imaginación gusta de elaborar visiones seductoras de la humanidad! Si su corazón sensible le pinta los hombres como desearía que fuesen ¡Qué contraste al contemplar el retrato al natural! ¡Cómo se desvanecen tales quimeras!

"Hoy he estado en la ciudad. Tenía el espíritu recogido, el corazón sereno, volví trastornado, confuso, inquieto. He visto mucha gente, he recibido pruebas de amabilidad y gratitud, de interés, pero la obligación y el disimulo se escondían detrás de estas explosiones afectuosas. ¡Cuántas máscaras y ni un solo corazón! Sin embargo fue preciso responder como si estas gestos fuesen auténticos, es decir, fingir también y ponerme una máscara como todo el mundo, pues hubiera sido ridículo aparecer con el rostro desnudo en medio de todos estos "dominos". Pero eso no es todo, se empieza una conversación ¿y sobre qué? No acerca de las cosas, sino siempre acerca de las personas. La astucia se despliega, hace su triunfal paseo con tales deleites que siempre encuentran un modo de prolongarlo. Es preciso, de lo contrario pasar por tonto o por deshonesto, decir una ingeniosidad, o lo que es igual, ser mordaz también, consentir que delante de uno se desacredite a un hombre discreto. ¡Qué suplicio mentirse a uno mismo cuando no se tiene en el corazón mas que sentimientos honestos, manifestarse como perverso! ¡Ah! Volvamos a nuestros campos. Allí se puede ser bueno sin pasar por tonto, se puede ser uno mismo sin contradicciones."
De "Autobiografía y otros escritos" Por Maine de Biran.

El primero que abrí de los cuatro libros que me llevé a Filiel fué este librito de Maine de Biran, y ni que decir tiene que ya no lo pude soltar, tan cercanas sentía sus reflexiones con la mías. Este filósofo, llamaba a su Metafísica: psicología reflexiva,  porque concedía valor de ciencia al análisis del yo, del propio yo. Dicen que es un síntoma de sabiduría y madurez escribir contra ti mismo y no puede ser de otra manera si, como veremos en próximas entradas, en lugar de atribuir a las cosas externas las explicaciones o causas de nuestro placer o displacer, sabemos buscarlas en nuestro interior sujeto a continuos extravíos. Entonces Maine de Biran se somete a un examen interior, una instrospección que le permite detenerse en los diferentes estados de ánimo, las fluctuaciones de sus pensamientos y sentimientos.Yo también estoy en ello tres siglos más tarde. 

"Estoy en mi cuartito de estar-despacho-comedor de Filiel, sentada tomando notas de las lecturas de la mañana. Al otro lado de la mesa, tras los cristales, el viento agita con fuerza las ramas del nogal y el sol brilla tintineante entre las sacudidas de las hojas. En el viejo radio-cassette escucho a Edith Piaff. En la "colina de Phill"  este año brotaron muchas campanillas, las hay por todos los caminos también, en cambio en mi pobre y salvaje jardín apenas hay más que unas cuantas flores silvestres amarillas y azules, la lavanda y el rosal, que además lo veo yo un poco regulero" 
Filiel feliz, tal como me deseó Barbebleue. He venido a la ciudad, pero volveré "a nuestros campos". Hasta pronto, esdedesear.