jueves, 19 de diciembre de 2013

Desmontando el lego: Cae la primera pieza

"Los afectos de la esperanza y el miedo no pueden ser buenos de por sí"
Tal como yo la recuerdo Rosita hasta los 13 años no tuvo ego, me refiero a un ego complemento directo, porque lo que si recuerdo  que  tenía, a mi parecer, era un simple " yo" pronombre personal que le daba pocos problemas, más bien todo lo contrario, de tan ajustado como estaba su deseo a la realidad -aunque eso ni siquiera lo pensó hasta que fué muy mayor y empezó a tratar las complejidades de la psique. Rosita, entonces no tenía nada a qué llamar psique. Tenía lo que se suele tener a su edad pero, sobre todo, mucho  talento. Destacaba en los estudios y  mucho más en campos que eran relativamente difíciles para la mayoría de los niños:  cantaba y bailaba muy bien, protagonizaba obras de teatro, presentaba actos públicos con enorme soltura, tenía una perfecta pronunciación en francés, demostraba gran inquietud cultural... Por añadidura era buena jugando a toda clase de juegos y su comportamiento en el colegio era merecedor de felicitaciones. Nunca supe a ciencia cierta si Rosita fue en esa etapa una niña feliz pero, por algunos detalles que conozco, puedo presumir que no del todo, la esperanza y el miedo probablemente ya anidaban en su interior.

"Los afectos de la sobreestimación y el menosprecio son siempre malos"
 Rosita estudiaba en un colegio de monjas, probablemente con gran esfuerzo por parte de sus padres, pero eso ella,entonces, no lo consideraba, no lo hizo hasta que ya, muy mayor, conoció las complejidades de la psique. Era costumbre en la educación de la época que, en un determinado momento, se separasen los estudiantes de letras de los estudiantes de ciencias; ella "iba" por letras y no era precisamente el grupo con mejores calificaciones, y resultó que en el grupo de ciencias se quedaron sus más íntimas amigas. Rosita sin saberlo, fue perdiendo sus lazos más consistentes, el de aquellas amigas a las que Rosita gustaba incondicionalmente. Pronto empezó a darse cuenta de que sus talentos, tan apreciados hasta entonces, eran un estorbo, un objeto de discordia y burla, entonces los miedos atraparon a Rosita, según creo, y se las ingenió para reconvertirse, reconvertir su talento. Pronto lideró el díscolo grupo, pero mientras se iba ganando su  adhesión iba, a su vez, perdiendo la estimación de sus profesores ( ¿la suya propia,quizás?). 

La mayor soberbia y la mayor abyección, son la ignorancia de sí mismo" 
Cierto día, delante del aula de griego, (asignatura en la que Rosita había obtenido el curso anterior las mejores calificaciones), sucedió un incidente que yo misma presencié porque en ese momento Rosita y yo charlábamos sobre los resultados de una prueba. Al pasar por delante de nosotras la profesora, levantó la voz queriéndose hacer oir y pronunció con insolencia, "Ja, no entiendo que me pudo pasar este verano...
terminé el curso con sobresaliente y ahora resulta que me merezco un cero....Ja,ja! La profesora se dirigió a Rosita, tal como recuerdo, con total serenidad y le dijo: "Es usted una autosuficiente pero si le interesa aprender griego yo podría ayudarle dándole clases extraordinarias los sábados por la mañana". Sé que a Rosita le pareció muy mal, y aunque se sobreestimaba,  acudió puntualmente a las clases y por lo que recuerdo siempre guardó admiración por aquella profesora. 

"La mayor soberbia y la mayor abyección revelan la mayor impotencia del ánimo"
Se daba entonces una circunstancia que resultó ser fatal para la "talentosa" Rosita. En el colegio de monjas no podía impartirse el curso preuniversitario de letras, debería trasladarse al Instituto, Rosita retornó a la educación pública. Acudió a las clases del primer trimestre, la diferencia de nivel con los compañeros  era abrumadora, los profesores exigían una forma de estudio irreconocible para Rosita, cada día era un nuevo naufragio en aguas turbulentas, el desafío era insoportable.  Rosita, se sentía sola e impotente, abandonó- Todo estaba perdido. Bueno, no todo, había ganado algo: "un ego". Un ego que resultó parlanchín, que discurseaba justificaciones a diestro y siniestro, para proteger a Rosita cada vez que caía. Y así fue como Rosita y su ego se conocieron. Luego vinieron otras caídas, entre la soberbia y la abyección,  hasta que Rosita, muy mayor, conoció las complejidades de la psique.

"El contento de si mismo puede nacer de la razón y, naciendo de ella, es el mayor contento que puede darse"
Escolio: El contento de sí mismo es, en realidad, lo más alto que podemos esperar. Pues nadie se esfuerza por conservar su ser con vistas a algún fin; y, por otra parte, como este contento es alentado y fortificado cada vez más por las alabanzas, y, al contrario, resulta perturbado cada vez más por el vituperio, es la gloria, entonces, la que nos guía, sobre todo, y somos prácticamente incapaces de sobrellevar una vida de oprobio" Esdedesear

Todos los fragmentos son de la Etica de Spinoza

lunes, 9 de diciembre de 2013

EL LEGO

"Hay que dedicar la primera parte de tu vida a construir un ego fuerte, porque si no el vecino te come. En la segunda parte hay que deshacerse de él, porque sin ego, el tema de la muerte se esfuma". 
Extraído de una entrevista de Arcadi Espada al filósofo Salvador Pániker, publicada en El Mundo.

Siento que estoy de acuerdo con estas palabras, y lo siento, no obstante, con sentimientos tan ambivalentes que casi sería mejor decir que disiento.
Por una parte siento el valor del  gran esfuerzo que supone construir un ego desde la más temprana y anonadada infancia, ingenuamente feliz mientras le asedian los superegos paternos, sociales, escolares; atravesando luego  a duras penas la confusa y descontrolada adolescencia  ávida de los tan deseados como controvertidos  col-egueos;  abriéndose costoso paso, en la juventud,  entre las imposiciones de las modas, los ideales de la vocación en lucha con las convenciones laborales, de las celebradas aceptaciones y los insoportables rechazos, de la afanosa búsqueda y el incierto encuentro del primer amor, del segundo amor, del... desamor; de nuevo el amor: un respiro por fin,  el ego que empezaba a desinflarse en su fatuidad, deslizándose hacia abismos de sentido, respira ya, rescatado, contenido (contento) en otro ego, dividuo de nuevo, como en origen,  no individuo, crea un nido, escribe un libro y planta un arbol; se hace casi inexpugnable, deja de escuchar los interrogantes-interrogaegos, ni caso , no duda: !es un jodido ego del copón¡, cuando inexplicablemente aquello deja de furrular, no madura; el psicoanalista se encargará de empezar a destronarlo, lo hará papilla, en caso de que lo visite dividido por los cuestionamientos de la lógica,  o en todo caso se encargarán otros!egos del copón! de colaborar en esa tarea ardua de ir deshaciéndose de él,  agujereándolo hasta que adquiera la apariencia de un egocolador, esa nueva materialidad  por donde se irán  escapando las militancias, las expectativas, las fes, las adhesiones, las ilusiones. La ilusión de un ego fuerte.

Por otra,siento la gran felicidad, la tranquilidad, el sosi-ego,  que supone que el ego vaya perdiendo su ilusoria fortaleza. Cuando por fin  puede permitirse ser débil y anhela de nuevo  todo lo que deseaba en la más temprana y anonadada infancia, en la confusa adolescencia, en la gloriosa juventud... ahora ya consciente,  liberado de todos los superegos, col-egueos, interroga-egos y  egos del copón. Recobrada la duda, la incertidumbre, la curiosidad, la necesidad, se atreve a  revisitar el paraiso perdido, y en sueños  se pregunta si aún hay tiempo para él. Despacio, discreto, de puntillas avanza entre la niebla que se disipa de elección en elección, comprobando el suelo firme de la desmitificación bajo sus pies, sus pasos alcanzan más cuanta menos prisa se dan: es un deshecho de ego, un ego deshecho,un l-ego total, ante el que hasta la propia muerte se esfuma.

"Y entonces, cuando el final se aproxima, al repasar tramos de una larga travesía, puedo afirmar que pertenezco a esa clase de hombres que se han formado en sus tropiezos con la vida. De manera que, cuando algún exégeta habla de mi filosofía, no puedo sino turbarme, porque tengo la misma relación con un filósofo que la existente entre un guerrillero y un general de carrera. O quizá, mejor entre un geógrafo y un aventurero explorador cuya intuición le sugiere la búsqueda de la selva malaya, del que tiene ambiguas noticias, ni siquiera la seguridad de su existencia. En el arduo trayecto contemplé lugares maravillosos, pero también tuve que enfrentarme con seres siniestros y obstáculos casi insuperables, y caí una y otra vez. Desesperado por no dar con el tesoro, descreyendo de mi capacidad para encontrarlo entre tanta penuria, perdí reiteradamente la fe. Digo la verdad cuando afirmo que desconozco otras regiones, que mi ignorancia de otras realidades es innumerable, pero en cambio puedo reivindicar la búsqueda apasionada en el camino que seguí" Esdedesear

De Ernesto Sábato. "Antes del fin"

jueves, 3 de octubre de 2013

Sacudidas


Las ideas se tienen, en las creencias se está
Ortega y Gasset

Han sucedido cosas aquí que me tienen muy desasosegada. No sabemos que hay de cierto en las versiones que se dan de los hechos, pero incluso aunque nada de lo que se diga sea verdad y así lo deseo; por un motivo u otro, todos estamos estamos reflexionando, pensando, conmocionados, da igual si ha sido sentenciado oficialmente o no ( porque en la intimidad una conjetura no se convierte en acusación, sólo lo hace cuando se vierte en el espacio  público por las graves consecuencias que puede conllevar) ,  en  la posibilidad de que unos padres, de características similares a las nuestras, cercanos,  hayan  llevado a cabo acciones tan fuera de lo común, tan extraordinarias, tan sórdidas, tan "irracionales". Hechos como éste, de los que con frecuencia tenemos noticia, vapulean nuestras creencias: "Todo padre ama a su hijo y quiere para él lo mejor". Como paliativo, para reducir la incomprensión, lo más frecuente  es culpar a un posible trastorno, pero no siempre es así, y eso aún nos conmueve más. Con el tiempo olvidamos, es lo más sano, ya no soportaríamos la aceptación de una sociedad poblada de individuos guiados por motivaciones irracionales. Eso lo dejamos para el análisis o estudio de otras épocas, a las que nos dirigimos con curiosidad y simpatía  pero sin crítica peyorativa. El tiempo lo cura todo y hace de un salvaje un sujeto ingenuo producto de las circunstancias que nada tienen que ver con nuestra elevada civilización.

En un interesante libro de Juan Antonio Rivera, "Lo que Sócrates diría a Woody Allen", que en su momento fue premio Espasa de ensayo, leo esta interesante reflexión que nos puede ayudar a comprender por qué de vez en cuando la vida nos sacude, da una patada a nuestras creencias y nos pone a parir ideas. El caso más frecuente, suele ser la enfermedad, la idea de la próxima muerte de un ser querido o de nosotros mismos. La violencia, el hambre, la explotación en el mundo, ya nos tienen insensibilizados de pura impotencia.

Dice así:
Cosas con las que irreflexivamente contamos:
- Que el mundo en el que estamos es real, no ilusorio

- que existen objetos exteriores a nosotros que subsisten cuando no los percibimos

- que el curso de la naturaleza será en el futuro como en el pasado, que no habrá alteraciones bruscas de las  leyes de la naturaleza.

- que existen otras mentes aparte de la nuestra.

- que el mundo externo es un entramado de fenómenos vinculados entre si por relaciones causa efecto.

- que mantenemos la identidad personal a pesar de los vacíos de la autoconciencia que se producen cuando  dormimos sin soñar, estamos en coma, bajo anestesia general o en estado de narcosis profunda.

- con una cierta expectativa de vida.

 Todas estas creencias o expectativas constituyen el suelo firme sobre el cual la vida acontece; así lo afirma sin reservas Ortega y Gasset: "la máxima eficacia sobre nuestro comportamiento reside en en las implicaciones latentes de nuestra actividad intelectual, en todo aquello con lo que contamos, y en que, de puro contar, no pensamos"... y resalta además que la inteligencia consciente es sólo un segundo violín en la orquestación de nuestras vidas , que entra en juego en situaciones de emergencia, precisamente cuando las creencias o expectativas en las que habitualmente descansamos se revelan de súbito infundadas; y para salir a flote, para no hundirnos en ellas, necesitamos pensar, concebir ideas"

Esdedesear

lunes, 23 de septiembre de 2013

Varios franceses





Francia instruye a sus alumnos en los 15 “mandamientos” del laicismo

Una declaración de derechos y deberes cuelga en el tablón de los centros públicos


Según informa El País, Hollande está implicado en ciertas reformas en el sistema educativo que incluyen esta instrucción. Cosa más obvia, digo yo. ¿Que pasa aqui? La libertad de conciencia en un estado no confesional es lo mínimo, incluye y asegura el respeto a los valores religiosos, cosa que no ocurre al revés. Debería ser promovida como el mayor de los bienes y cultivada, no dejada a la buena de dios.Envidia me dan.


"Un pliegue es un interior hecho de exterior. Plegamos el exterior en la relación que mantenemos con nosotros mismos, cuando aceptamos o rechazamos, elegimos o combinamos modos diferentes de acción. Es así como conducimos nuestra conducta y somos artífices de esa conducción. Es en eso en lo que se sustancia la tan manoseada idea de libertad: en el margen,  fundador de sometimiento o de novedad,  de aceptar o rechazar, al que no cabe renunciar y del que no nos pueden desposeer ...
O habilitamos un pliegue para la vida o quedamos convertidos en un puro exterior, aplastados bajo el poder."  "El Pliegue"  Por Gilles Deleuze.

Leo este fragmento de otro francés, en este caso filósofo. Esta noción de pliegue me fascina. En la difícil relación con los otros seres humanos, que no deja de ser la difícil relación con nosotros mismos, o nos quedamos o nos pasamos, bien dejándonos aplastar por la marea de las convenciones sociales con sus exigencias y su comercio afectivo, o nos tiramos al monte a emboscarnos huyendo de los malestares propios y ajenos. Pero!nanay!, ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, dice el poeta, por eso este "pliegue" parece ofrecernos una solucíón intermedia, virtuosa y aristotélica. Habilitemos su poquito de exterior para aceptar todo lo que con gusto deseamos compartir  y pleguémonos valientemente rechazando aquello que nos impida ser libres y  "artífices de nuestra conducta".

Finalmente Houellebecq no me pareció nada del otro mundo. "El mapa y el territorio", libro que con tanto interés estaba leyendo y por el que fue premiado con el Goncourt, me pareció, no diré que tedioso, que exageraría, simplemente soso y superficial; algún comentario leí sobre que este autor carecía de la fina ironía inglesa y, para novelar una crítica de cualquier aspecto de la sociedad, que en este caso es el mundillo del arte contemporáneo con sus peculiares características especulativas, la ironía parece imprescindible. Uno espera recibir algo así como un mensaje velado con el que hubiera hecho cómplice al lector deseoso de identificaciones, máxime si el autor viene precedido de fama de díscolo y provocador. No debería decir nada más pues desconozco el resto de su obra, pero este no va a ser el libro que me enganche al "profeta de la decadencia" (uff, todo tan posmoderno), y como sus argumentos nada nuevo me dijeron, seguiré con mi antigua herramienta de evaluación de criterios, la que H.C.Andersen nos brinda en "El traje nuevo del emperador": no tiene por qué ser verdad aquello que todos dicen que es verdad. Eso es lo que yo pienso con el discutido valor de algunas expresiones del arte, incluyendo a Houellebecq.

Mejor suerte corrí con la película "Dans la maison", también francesa aunque con guión basado en la obra del autor español  Juan Mayorga, quien quizás debería llevarse gran parte de los méritos pues la idea que sostiene el guión es lo que la hace mantener el interés y la atención de principio a fin. El fin justificando a los medios.¿Lo está más cuando persigues la belleza que el comercio o la fama?  No hablaré de ella, por si alguien no la vió todavía, sólo la recomendaré. Se pasa muy buen rato viéndola y otro buen rato pensándola. Esdedesear


P.D. Como va de franceses, una pregunta, es cierto que sus servicios meteorológico pronosticaron un mal verano en España, o fué un rumor maledicente?

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La afición, esa transparencia.



"El tiempo había terminado enseñándome que no hay espejo más transparente que una página escrita. Es en ella donde queda testimoniada para siempre la verdad irreversible de su autor: su autenticidad si fue sincero y su falsedad si mintió. Ahí es donde los posibles lectores del hoy y del mañana lo sorprenden y lo juzgan, y es ahí donde él mismo, que se está buscando, acaba por encontrar una imagen semejante a él, o una ficción irremediablemente desfigurada.
Tendría, pues, que hacer todo lo posible para no dejar de mi una versión falsa, aunque fuese verosímil. Sabía que nadie es capaz de conocerse enteramente ni demostrarse enteramente. Somos animales miméticos que mediante su astucia y cobardía intrínseca se adaptan diariamente al color de las circunstancias; nos disfrazamos primero y nos analizamos después. Y además, nos torcemos en cuanto echamos raíz."
De "La Creación del mundo" por Miguel Torga

Cabe interrogarse acerca de cuales sean los motivos que nos apegan con un vínculo casi cercano al amoroso,  incluso más fiel,  a nuestras aficiones más queridas. Yo no lo he hecho nunca, tan natural me parecía. Es por eso por lo que  no lo hacemos, ni falta que hace,  porque las vivimos con la mayor naturalidad, son lo más incuestionable de nosotros mismos, forman parte del ser, no del pensar y por ello nunca las sometemos a esas dudas existenciales tan penosas que nos sacuden gran parte de nuestra vida del tipo:  ¿Quién soy?. Al menos, en cuestión de aficiones,  hay una respuesta "clara y distinta" como quería Descartes: yo soy ese que lee, soy ese que escucha música, ese que pinta, ese que restaura, ese que borda, ese que cocina, ese, en fin, que disfruta.

Pero este fragmento del gran autor portugués me hizo pensar. Nuestras aficiones, son un espacio de autenticidad, de verdad y, por ello mismo, de libertad, y como decía Bertrand Russell, de felicidad. "el que tiene una afición tiene asegurado el cincuenta por ciento de la felicidad"
Dice Torga que no hay espejo más transparente que una página escrita,. Lo mismo se puede decir de cualquier otra expresión artística, el aficionado descubre esa autenticidad y se aferra a ella, se procura una dedicación lo más prolongada posible, ambiciona su utilidad.


Mi afición, la más grande, "pura alegría", en palabras de Muñoz Molina, la que me acompaña desde niña es la lectura, como sabeis. Tengo, supongo que como cada lector, unos hábitos, unas rutinas, unas preferencias. Con la edad han ido cambiando, como yo misma. De joven mis elecciones eran arbitrarias, leía lo que caía en mis manos, desde clásicos hasta best-seller, en una especie de mezcolanza un poco inconsciente, sin una determinación clara, leer era lo que me gustaba, aún no sabía qué y qué no, ni por supuesto, por qué. Pasé por todas las etapas, desde los cuentos de hadas, los tebeos, los de misterio y aventura,  los propios de  adolescentes, las novelas románticas, los revolucionarios, los de moda...  y antes de distinguir en mi vocabulario ensayo de novela, solo  leía libros, libros que me llamaban desde los estantes de las librerías, de las bibliotecas... Libros que me gustaban por fuera y por dentro.  Luego la lectura se fue transformando en conversación y empecé a relacionarme con los autores, como en cualquier relación, por afinidad electiva, a llamarlos por sus nombres y atreverme a preferir unos sobre otros. A exigirle a los ensayistas que  enriquecieran mi ambición de conocimiento y saciaran mis ansias de libertad, y a los novelistas que crearan para mi los mundos imaginarios que más me gustaría habitar.

Las aficiones genuinas tienen una característica fundamental, nunca son tendencia, y si lo intentan, su devenir es efímero, los pseudoaficionados no resisten el embate, precisamente porque se trata solamente de un disfraz. Ni el pescador, ni el cazador, ni el cocinero, ni el lector, se hacen en un taller, cursillo, o club de lectura, según la moda. "Vengo porque así me obligo a leer", escuché decir.
La obligación es la respuesta a una orden, demanda, o imperativo externo. No parte de tu mismidad, de tu necesidad, de ese no se qué que... era cosa tan secreta que me quedé balbuciendo toda ciencia tracendiendo, (que me perdone el uso zafio de sus bellísimas coplas San Juán de la Cruz).  Claro que hay aficiones tardías muy saludables, no seré yo quien las denigre y además cualquier momento es bueno para descubrirse a sí mismo las potencias con que ha venido al mundo. La afición no se busca, no se persigue, es un subproducto. De esto de los subproductos quiero hablar en la próxima entrada. Esdedesear

PD. Ya que hoy va de libros proceden unas recomendaciones de lecturas recientes. Una novela "El coro de los maestros carniceros" de Louise Erdrich, me encantó. Un ensayo "Amo, luego existo" Manuel Cruz, estupendísmo.  Otra novela que leo actualmente y me está sorprendiendo "El mapa y el territorio" de Michel Houellebecq, una crítica de los ambientes artísticos contemporáneos y de la sociedad en general muy interesante y necesaria.

sábado, 24 de agosto de 2013

El sensorio del mundo

!Adorable sensibilidad! !Inagotable manantial de cuanto en nuestras alegrías es precioso o en nuestras penas valioso! Encadenas a tu mártir a su lecho de paja, y eres tú quien al CIELO lo eleva. !Fuente eterna de nuestros sentimientos! Aquí siento tu huella y es tu divinidad lo que se agita en mi interior. No es que, en algunos momentos lánguidos y tristes, "mi alma se contraiga y sobresalte ante la destrucción" !mera pompa de las palabras! sino que siento alegrías y cuitas generosas que están más allá de mi; !Todo procede de ti, gran, gran SENSORIO del mundo!

De "El viaje sentimental" Por Laurence Sterne (1713-1768)

Hay en la vida momentos lánguidos y tristes, la vida incluso puede ser lánguida y triste en el fondo y a ese estado básico, que la pérdida de la inocencia constituye en estructura, contraponemos lo que conforma fundamentalmente  nuestra esencia: el deseo. "Desear el instante siguiente" decía Ortega que era la condición existencial  a la que, inevitablemente, estaba abocado el hombre . No existe el feliz de una sola pieza. Sin duda se requiere un aprendizaje para ser feliz. Ser feliz no es tenerlo todo, ni siquiera pretenderlo. Ser feliz es saber lo que uno quiere, conocer sus deseos y aprender a desear, saber desear... dice el filósofo Manuel Cruz, en su estupendo ensayo "Amo, luego existo"

La vida puede ser lánguida en general pero el deseo nos la hace soportable siempre, hermosa a menudo y feliz, incluso, a veces. Sin embargo, en ocasiones, no nos queda más remedio que confrontar la vida con su propia destrucción "mi alma se contraiga y sobresalte ante la destrucción" (dice Sterne), si no total- contra la cual el deseo nada puede- al menos con algo que la amenaza en su forma actual, y entonces la imaginación, encerrada en los barrotes del lenguaje !mera pompa de las palabras! que juega con cartas falsas, trucadas en el mundo de las apariencias, nos inunda con sus sombríos temores.

La vida  languidece con la enfermedad, por ejemplo,  pero también en ella  el deseo sale al rescate, procurándonos  las "alegrías y cuitas generosas que están más allá de mi" porque ! todo procede de ti, gran SENSORIO del mundo! Es entonces cuando nos damos cuenta de la verdad que contiene el poema sufí:" La destrucción es construcción. La construcción es destrucción. No hay destrucción y construcción; ambas son solo uno y lo mismo". (Chuang-Tzu)

He estado un tiempo alejada del blog, languideciendo a discreción, consumiendo las distintas ofertas de nuestra sanidad, hasta ahora PUBLICA, y, con la perspectiva que da el tiempo (y Schopenhauer, como tantas veces dije), puedo decir que ni un sólo día he dejado de desear y cumplir, en la medida de lo posible, estupendos ratos de lectura, de cine, de música, de belleza y amor, grata compañía sobre la que el cuerpo no siempre logra imponerse. He aprendido algo muy reconfortante: aquello que hemos conservado como un tesoro a lo largo del tiempo se convierte en un ángel de la guarda y hace guardia realmente cuando lo necesitamos.

 !Adorable sensibilidad! Inagotable manantial sobre el que amamos conversar porque esdedesear

jueves, 11 de abril de 2013

martes, 15 de enero de 2013

Jubil-acción

Desde que he tomado posesión de mi plaza de jubilada todo tiempo me es poco. Es poco para hacer las cosas que me gustan, ajustada como está, por fin, mi realidad a mi deseo, tal como siempre me sugirió Ortega o el mismo Freud, entre otros. Esa era mi meta, mi esperanza, que, partiendo de dar credibilidad a sus afirmaciones, se convirtió en convicción primero  y ahora en  auténtica plasmación.

Permitidme que utilice para ilustrar mis palabras  una experiencia propia,  muy próxima,  en este conversación, algo relacionado con esta nueva etapa que estoy viviendo, con este nuevo horizonte. He sido consciente de ello hace pocos días y hace que renueve mi asombro ante el distinto ritmo temporal que tienen nuestras sensaciones, nuestras percepciones y nuestros pensamientos en su acceso a la conciencia, ya no es la primera vez que comento la afirmación de Schopenhauer acerca de la conciencia  velada , aquello de  que si acaso podemos llegar a conocer  algo de nosotros mismos sólo lo será echando la vista atrás y reconociéndonos en nuestros hechos ya pasados.

Pues bien, durante los últimos años de mi vida laboral, años en los que seguramente había superado ya las urgencias más juveniles de afirmación, reconocimiento, realización, etc, que tanta motivación proporcionan ya sea para la sensación de  eficacia en la tarea como por el disfrute de las sanas  relaciones de compañerismo,( hago la salvedad de que tampoco mi trabajo conllevaba el estímulo que tiene el que va a "descubrir la pólvora" y que no se me escapa que hay trabajos más satisfactorios, para uno mismo y para la comunidad, que otros, lo que no era el caso ) Durante esos últimos años, digo, venía sucediéndome algo muy desagradable. En las primeras horas que siguen a la finalización de la jornada, durante un buen rato se imponía en mi ánimo una cierta melancolía, un estado incómodo y  difícil de remontar hasta pasado un cierto tiempo de transición. En ese proceso diario había un "como no saber que sentir" que decía Sartre, un "olvido de mi ser" que diría Heidegger, un descarrilamiento del tren espiritual  fuera de las vías hasta que poco a poco se volvia  a encarrilar  arrastrado por su propia inercia. Y así todos los días. De mi propia cosecha (o no, quien sabe) añadía su poquito de sentimiento de culpa, como ocurre siempre cuando algo pierdes, o te pierdes.
 
 Han pasado un par de meses, aunque me parezca un par de siglos, desde que  dejé de trabajar (para el inglés, que no se por qué se le atribuye al inglés esa vicisitud, será por el colonialismo supongo) y albricias¡ me acabo de dar cuenta de que esa sensación, ese desasosiego, ese desánimo, han desaparecido por completo. Da igual la hora del día, todas son homogéneas en sus diferencias, todas son buenas. En aquellos descorazonadores momentos una sospecha me atravesaba y me hablaba como un "pepito grillo" diciéndome que el tiempo que  pasaba en mi centro de trabajo me absorbía  las energías, que me vaciaba, me oprimía. Mi voluntad ya había volado lejos de aquellos barrotes invisibles del alma. Demasiados libros por leer me esperaban, demasiada música por oir, demasiadas películas por ver, demasiados paseos, charlas, paisajes... silencios. Lo que queda del día por vivir me llamaba avasalladoramente.

Hemos desprendido otro poquito del Velo de Maya, no siempre nos es dado conocer a qué responden nuestros sentimientos, yo no lo sabía hasta que la edad dio cumplimiento a mis deseos, por eso damos tantos tumbos en vez de tomar buenas determinaciones. Y trascendencias aparte, mi  sentido pésame a los que ya no pueden jubilarse hasta el año de Maricastaña gracias al "señorito" que se cargó el estado del bienestar.

"Fúnebres carruajes rechinan y ruedan lentamente por las calles de París. Seis carros mortuorios llevan al cadalso su ración cotidiana. Todos los monstruos sedientos de sangre que la imaginación del hombre ha podido inventar se han confundido en uno solo y se han realizado en la guillotina...Forjad otra vez la humanidad con semejante martillo y se torcerá  bajo vuestros golpes y creará los mismos monstruos, sembrad nuevamente el privilegio rapaz y la opresión tiránica, y podéis estar seguros de que recogeréis los mismos frutos"

Historia de dos ciudades. Por Charles Dickens