jueves, 23 de septiembre de 2010

Hablar pa ná, ¿es tontería?

"La exigencia ética del silencio atraviesa como una constante a todos aquellos-poetas, filósofos, místicos, escritores-que enfrentados al universo laberíntico del lenguaje y al proceso irreversible de su degradación, en una época que ha trivializado el sentido de las palabras, no pueden sino hacerse cargo de un vacío que rodea a la cultura moderna".

De "Los hermeneutas de la noche". Por Ricardo Forster

"Sentada a la orilla del Duerna, junto a una pequeña cascada, entre las ramas de los árboles que rozan sus aguas, revolotean a mi alrededor dos mariposas de un solo color de miel. A la otra orilla del río las praderas están totalmente reverdecidas- este año no hay un solo rincón, por pequeño que sea, que no esté tapizado de verde y han florecido por dondequiera que mires las margaritas- los cantos de los pájaros me acompañan, me faltan hasta las palabras, sólo alcanzo a sentir. Las sensaciones son frescas e ingenuas, y sin embargo las palabras con que podría describirlas están marchitas. Por eso, la reacción única posible a este maravilloso estado en el que me encuentro cada vez que vengo a Filiel no es la adecuada a contarlo, es la adecuada a volver. Su poder, su fuerza no está en la atracción narrable, sino en la atracción que me inclina, aún dudando de ella hasta el último instante, a retornar. Permanecer sentada durante horas, sola, en cualquier paraje al que he llegado venciendo la inercia de los convencionales temores es, por ello mismo, la recompensa que no consiste sólo en la contemplación de la belleza elegida sino de la serenidad que se consigue con el ejercicio de la intimidad que requiere silencio, y sobre todo, tiempo. (de mi cuaderno de notas en Filiel)

"Sé multitud para ti mismo en lugares solitarios" (Montaigne)

Al volver a intentar este nuevo curso bloguero me encuentro ante el revoltijo de notas que fui tomando desde que lo dejé al iniciar las vacaciones. Y no sé por donde empezar. Estos dos textos que anteceden suponen ambos una convocatoria al silencio, el primero pertenece a uno de los libros que disfruté este verano y el otro a una de las primeras emociones en la naturaleza. Una convocatoria al silencio que se opone precisamente a esto que estoy volviendo a hacer. Hablar. Hablar cuando de lo que me gusta hablar, eso efímero, huidizo y enigmático, tiene que abrirse un penoso hueco "en el universo laberíntico del lenguaje, en el proceso irreversible de su degradación, en una época que ha trivializado el sentido de las palabras" y hacerlo cuando sé perfectamente que hablar se corresponde ya hoy más con una praxis desalentadora, como la misma incierta verdad que anhelamos desesperadamente. Una praxis, digo, ajena a aquella que Adorno reclama ante la siempre insatisfactoria "sed de novedad" de nuestro tiempo, una "praxis improductiva capaz de sustraerse a las demandas de la acción." Y sin embargo me acojo con gusto a producir estos erráticos diálogos porque hacerlo, hablaros, entre las dudas, me hace, sin embargo, mejor persona. Y esdedesear.




Y con ese feliz estado de praxis improductiva me he dedicado este verano a cultivar un jardín que no sólo no es mío, sino que el invierno destruirá por completo, cavando en una tierra cercana a las monstruosas raíces de un nogal tricentenario, absolutamente desaconsejable y donde más que preparar la tierra cada mañana, realizaba, esforzada, una excavación de la que extraje piedras y piedras como para levantar otra muralla china.




10 comentarios:

Josefina dijo...

Tus apuntes, durante tu estancia en Filiel, son una bellísima confidencia de tu emoción íntima ante la belleza que la Naturaleza te ofrecía.
Creo que sí, que personas como tú pueden y casi deben hablar porque transmiten sentimientos que tal vez muchos quisiéramos poder expresar y la eterna pregunta interfiere y malogra la intención de hacerlo: ¿para qué? ¿para quién?
Del silencio nace la palabra que se estaba gestando...
Gracias Conchita.

pfp dijo...

que bien que estés de vuelta¡¡¡

nos describes bellamente esa naturaleza de la que te has rodedo este verano, pero mira, a mí lo que me intriga es esa excavación al pie del anciano nogal, ¿me/nos lo contarás?

hablar, no es tontería.

besos

Esdedesear dijo...

Josefina, gracias ante todo por tu fidelidad, recibo con mucho gusto tu ánimo y tu cálida bienvenida. ¿Quién como tu para expresar emociones? Qué acertada frase la tuya, "del silencio nace la palabra que se estaba gestando"...Un abrazo.

Esdedesear dijo...

¡Ay, Pilar, si yo lo supiera te lo contaría. Entretuve gran parte de las mañánas en cultivar una birria de jardín como si fueran los jardines de Versalles, sin pensar en lo efímero y ridículo de la tarea, poco poseída por lo irracional, ¡bendito sea! como Penélope tejí y destejí sin saber muy bien lo que esperaba. Me hace recordar la felicidad del jardinero de Bertrand Russell (en La Conquista de la Felicidad) que el filósofo atribuía a perseguir durante toda su vida un conejo que se le había escapado. Un abrazo y muchas gracias por estar de nuevo ahí.

Esdedesear dijo...

Perdón Pilar, quiero decir: poseída por lo irracional.

Barbebleue dijo...

"Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras"... pero siempre la necesidad de comunicar se abre paso (también con silencios) incluso entre los "asociales".
Yo, de momento y en silencio, sigo esclavo de mi jardín, como un rey carmesí...

Esdedesear dijo...

Pues si, Barbe, más bien esclavos y poco dueños, porque incluso el poder comunicativo de los silencios es más grande que el del propio lenguaje. Se nos ve el plumero quieras no quieras, ¿a qué tanto rollo? Gracias por su atención, alteza carmesí. Un abrazo.

marikiña dijo...

Pero cuanto nos gusta cavar!

Antía dijo...

¿Versalles...? Donde esté esa rica sombra del nogal que se quite lo demás... Y donde esté tu blog que se quiten los silencios... Me alegra tu regreso!

Esdedesear dijo...

Si,si, se siente una especial emoción cavando, y supongo que tu los sabes por experiencia. En busca del tesoro escondido aunque sea para comprobar que no hay tal tesoro. Un superbeso María.
¡Esa sombra que tanto disfruté pensando en las sombras del lenguaje! Otras gracias y otro beso para ti, Antía.