lunes, 8 de febrero de 2010

Alma obtusa, lenguaje empobrecido.


"Toda relación entre los hombres se basa sobre el hecho de que uno puede leer en el alma del otro; y el lenguaje común es la expresión en sonidos de un alma común. Cuanto más íntima y delicada es esa relación, tanto más rico se hace el lenguaje; como aquel que crece con esa alma general o-se marchita. Hablar es, en el fondo, preguntar a otro hombre si él tiene la misma alma que yo; las frases más antiguas me parecen frases interrogativas, y en el acento barrunto yo el eco de ese antiquísimo preguntarse del alma a sí misma. ¿Te reconoces a ti mismo?-este sentimiento acompaña a cada frase del hablante; él intenta un monólogo y un diálogo consigo mismo. Cuanto menos se reconoce, tanto más enmudece, y en esta forzada mudez su alma se hace más pobre y más pequeña. Si se pudiese obligar a los hombres a callar de ahora en adelante, se podría entonces retroceder para transformarlos en caballos, focas y vacas; pues uno ve en estos seres lo que significa no poder hablar; o sea, esto equivale a tener un alma obtusa.
Así pues de hecho muchos hombres, y de vez en cuando los hombres durante épocas enteras, tienen algo en sí de vacas: su alma se repliega sobre sí misma obscura e inerte. Ellos pueden saltar y pacer y mirarse fijamente, lo que tienen en común es sólo un mísero residuo del alma. Consecuentemente, su lenguaje debe estar empobrecido o ser mecánico. Pues no es verdad que la necesidad produzca el lenguaje, la necesidad del individuo; sino a lo sumo la necesidad de todo un rebaño, de una tribu, pero para que esta necesidad sea sentida como algo común, el alma debe ya haber llegado a ser algo más que el individuo, debe viajar, querer encontrarse de nuevo, ante todo querer hablar, antes de que hable; y esta voluntad no es individual. Si nos imaginamos un ser mitológico primordial, con cien cabezas, pues y manos, como la forma del hombre primitivo: entonces ese ser hablaría consigo mismo; y sólo cuando notase que podía hablar consigo mismo como con un segundo, tercero, o incluso con cientos de seres, se escindiría en su partes, los individuos, porque sabría que no podría perder completamente su unidad; pues esta unidad no se encuentra en el espacio, como la multitud de estos cientos de hombres; sino que cuando éstos hablan se siente el monstruo mitológico de nuevo completo y uno"

De "Fragmentos Póstumos" (1869-1874) por Friedrich Nietzsche.

Estoy leyendo lo que se considera obra póstuma de Nietzsche, material que, si bien no fue utilizado en su mayor parte por él para sus publicaciones, sí se considera significativo y de total relevancia como fundamento de sus más importantes doctrinas, como la del eterno retorno, la voluntad de poder, etc, o para la clarificación de la gestación o génesis de sus teorías. En fin, es una obra extensa y apasionante, sobre todo para los especialistas, Sloterdijk la considera una de las más recomendables de la historia, pero además en la edición que yo estoy leyendo, se incluye una estupenda introducción general de Diego Sánchez Meca que tiene valor por sí misma, me ha permitido una pasada rápida recreando el fabuloso pensamiento niezscheano de un pequeño tirón, lo cual es muy de agradecer porque supone un placer express, a pesar de que, como sabemos, no hay placer mayor que el de leer a los grandes pensadores directamente. Y dice así al iniciar esta introducción :

" I. Por qué somos todavía nihilistas.

Un tema reiterativo en el conjunto de los textos de Nietzsche es el de la búsqueda de las condiciones necesarias para hacer posible un tipo de hombre capaz de transformar, en sentido positivo, la situación social, psicológica y cultural en la que vive el europeo contemporáneo. Una de estas condiciones, tal vez la más importante, es la del cambio que debería producirse en la actitud que este europeo mantiene en relación con su cuerpo, tradicionalmente reprimido y anatematizado por la moral vigente; un cambio en el sentido de integrar los impulsos que funcionen en nosotros como fuentes de nuestra energía positiva. Para Nietzsche, de un hombre desnaturalizado, debilitado enfermo, interiormente fragmentado y en permanente conflicto consigo mismo no puede brotar más que una acción y unos productos culturales nihilistas, o sea, impregnados de resentimiento, de miedo y de espíritu de venganza. Por eso, esta condición depende, en último término, de esa otra, más fundamental que es la de transformar la cultura occidental ya la que Nietzsche se refiere cuando habla de transvaloración o inversión de los valores como modo de superar el nihilismo."

No cabe duda que la herencia del pensamiento nietzscheano, sobre todo la que deriva de la proclamación o constatación de "la muerte de Dios" supuso un enorme cambio de los valores arraigados en la sociedad y una liberación frente a la radicalidad de la moral establecida por las religiones imperantes (aprovecho para recomendar encarecidamente la película "La cinta blanca", magistral reflexión en ese sentido y entretenidísima trama), pero es ingenuo creer que esa cota alcanzada de libertad haya supuesto algo más que la liberalización superficial de los fines, más que de los valores, tanto en el campo del conocimiento, de las costumbres o del sexo, por ejemplo. La represión, aunque creamos lo contrario,no ha sido tan levantada y discurre por otros o los mismos cauces, en múltiples máscaras. Por eso seguimos en el nihilismo, porque la renovación supone algo más allá que un cambio de imagen inscrita en la vorágine de las modas colectivas, supone un "querer encontrarse de nuevo", un "querer hablar consigo mismo" para poder hablar después con los otros sin riego de "perder la unidad" tan deseada. Constituirnos en nuestra autoridad, muerto Dios, asumiendo que la verdad a conseguir quizás no sea tan trascendente pero será el único referente posible y fiable, una respuesta personal a lo que verdaderamente tiene valor para la vida. La filosofía de Schopenhauer supuso para Nietzsche un cambio de óptica, para mi también lo fue. Pero hay muchas posibilidades, lo importante es frecuentarlas. "En ellos el alma universal hablaba consimo misma". Esdedesear.




4 comentarios:

Barbebleue dijo...

Nietzsche tiene razón el hablar nos hace humanos, pero escuchar nos diviniza, por eso ha muerto dios. Pero siempre nos quedará la autoridad...

Esdedesear dijo...

Pues muchas gracias, dios del castillo, porque tú siempre me escuchas muy bien. Escucharnos a nosotros mismos nos constituye en la mejor autoridad, y a los que amamos, muertos o vivos, porque por algo se han hecho merecedores de nuestro amor. Un abrazo.

pfp dijo...

esto de que -el alma se repliegue sobre si misma, obscura e inerte-... tiene que ser síntoma de una enfermedad terrible ¿no?

un beso Conchita,

Esdedesear dijo...

Sí, con perdón de las vacas, que no se por qué las elige Nietzsche para representar el alma enferma de algunas épocas. Es cierto que la mirada de las vacas tiene un reflejo como de pensamiento vacío, pero quizás es que tengan una serenidad que para nosotros quisiéramos los humanos. Y además rumían lo que comen, así que un poco como los filósofos, siempre rumiando lo que comen. "el alma hablando consigo misma".
Un abrazo, Pilar.