jueves, 18 de febrero de 2010

Somos Grecia

"Los caballos que me llevan consigo cum-
plen, al hacerlo, toda la plenitud
de mi deseo,
pues no hay duda que son ellos, mis
verdaderos guías, los que me condujeron
por la famosísima ruta
de la diosa, que encamina al hombre en
posesión de las luces del saber a través
de todas las ciudades,
Por esta ruta me veía llevado, y, cierta-
mente, los caballos a cuyo impulso
marchaba eran muy diestros,


ya que tiraban del carro y permitían a la
vez que jóvenes doncellas nos mostra-
sen el camino.
El eje se desplazaba sobre el buje de las
ruedas, haciéndolo enrojecer con un
agudo chirrido
-dos círculos torneados lo empujaban
velozmente a uno y otro extremo-,
cuando ya nuestra carrera hacia la luz
era espoleada
por las jóvenes hijas del sol que, habien-
do abandonado la mansión de la Noche

recogían con sus manos los velos que
cubrían sus cabezas
Allí se encuentran las puertas que guar-
dan los caminos de la Noche y el Día
un dintel y un umbral de piedra las
mantienen separadas
en tanto ellas mismas, allá, en la pureza
del eter, se materializan en dos gran-
des jambas.
En poder de la severa Justicia se hallan
las llaves compensatorias;


y he aquí que las jóvenes doncellas le
dirigen palabras melifluas
persuadiéndola solícitamente de que
descorra en un vuelo los cerrojos que
sujetan las puertas. En ellas, en efecto,
produjeron una gran abertura tras su
rápido ascenso por los aires,
haciendo girar alternativamente sobre sus
goznes las ricas jambas de cobre,

sembradas aquí y allá de clavos y de
broches. Así, pues, a través de éstas
las jóvenes doncellas llevaron rectamente
por el arduo camino el carro y los caballos.
Y la diosa me recibió con benevolencia,
tomó mi mano derecha
entre las suyas y, dirigéndose a mí, me
habló de esta manera:
¡Oh, joven, compañero de las inmortales
conductoras!,

Bienvenido seas, tú, que llegas a nues-
tra mansión con los caballos que te
traen;
pues no es un hado infausto el que te
movió a recorrer
este camino- bien alejado por cierto de
la ruta trillada por los hombres-
sino la ley divina y la justicia. Es
necesario que conozcas toda mi revela-
ción,
y que se halle a tu alcance el intrépido
corazón de la Verdad, de hermoso
cerco,

tanto como las opiniones de los morta-
les, que no encierran creencia verda-
dera.
No obstante, a ti te será dado aprender
todo esto, y cómo las apariencias
tendrían que aparecerse para siempre
como la realidad total.

De "Sobre la naturaleza". El Poema de Parménides.


En el siglo V aC, Parménides, escribió este bellísimo poema alegórico, (esta es la primera parte nada más)con el que se dice que se inaugura una nueva mentalidad, la de comenzar a valorar el esfuerzo que el hombre debe hacer de indagación racional y los límites de sus posibilidades para llegar a conocer el mundo, el ser, la Verdad. En resumidas cuentas, en una palabra, el esfuerzo filosófico, que no cabe atribuirle a la dedicación de unos hombres en concreto, sino al viajero que emprende, acuciado por el deseo, un viaje hacia la luz, descubriéndose a sí mismo en sus carencias ante los misterios del pensar y del ser.

No voy a comentar nada sobre el poema, Nietzche y Heidegger lo consideraban como la expresión del pensamiento en sus orígenes, "el modo griego de pensar", nuestro pensar inicial al que nos conminan a volver para "desocultar", para "comprender", para "desvelar", y el interés por una interpretación del mismo debe llevarnos a la lectura de estos dos grandes filósofos, a Platón por supuesto, u otros especialistas cualesquiera. Si lo traigo aquí es exclusivamente por una cuestión afectiva, mística. De cuando en cuando vuelven a resonar en mi cabeza la fuerza de sus palabras misteriosas, y me gusta volver a reencontrarme con él. De regreso en Filiel estos días, en el silencio de sus caminos, en la contemplación de la belleza de sus paisajes nevados, ha vuelto a mí como las únicas palabras posibles, en mi pensamiento, en la completa identidad del pensar y el ser. De nuevo en Coruña, ante la situación desesperada de Grecia, quiero reivindicarla como cuna nuestra que es, la cuna además de la política y de la democracia. Que hallen la solución como hicieron tantas veces sus antepasados. Esdedesear.

Continuará...

6 comentarios:

Barbebleue dijo...

Una cuna y un poema: un modo de ser y de pensar, donde el anhelo se une a la belleza, la armonía y ¡cómo no! al amor. Es el Arte del Ser.

Desgraciadamente estamos condenados a la "ruta trillada de los mortales", a la rueda de los errores, a la naturaleza de los hombres.

Anhelo esa continuación...

Esdedesear dijo...

Gracias Barbe, me gusta esa combinación que haces de arte y ser. Efectivamente "ser" es un arte que hay que cultivar como cualquier otra belleza, pasando por los mismos heroicos esfuerzos para conseguir la armonía con el pensar. Por ahí siguen las palabras de la diosa que continuaré reflejando en esta nuestra ruta bloguera de mortales, un abrazo grande.

pfp dijo...

yo os diría Conchita y Bbb, que mortales a mucha honra, lo poco que sé de los dioses, no me acaba de convencer...

Esdedesear dijo...

Bueno Pilar, mortales desde luego, a mucha honra va en gustos y cada uno que se busque los dioses que más le convengan ¿verdad? Esta diosa en concreto a mí me cae muy bien, porque le gustan mis caballos y a mi me gusta el sitio al que me conducen. Un abrazo.

Josefina dijo...

Me gustan nuestros orígenes del pensamiento. Entre las ideas de los grandes filósofos griegos no hay una mejor que suponer que los fenómenos variables tenían una naturaleza invariable.
¿Es posible la "teoría del todo" en que ellos pensaban y que vuelve a renacer?
La ciencia no es más que uno de los modos de conocer la realidad y que, cuando se cruza con la poesía tiene, por la razón, que retroceder. (Lo sabía Platón).
Y, ¿qué es la verdad? Según Nietzsche es un ejército de metáforas en movimiento. "Si esta verdad sobre la verdad es verdadera, el círculo se ha cerrado, el arte se ha encontrado con la ciencia...
!Ay Conchita que me da por leer y leer! No sé cómo digerir todo esto... Y me atrae profundamente.

Esdedesear dijo...

Efectivamente Josefina, has captado la idea fundamental que quería expresar, la ciencia es uno de los modos metafóricos de conocer la verdad, pero parcial e insuficiente, en ese sentido Parménides es, con otros, un punto y final en pensar el "todo", después empieza la metáfora. La poesía, el arte, están más cerca de la manifestación del Ser, que la ciencia. Como decía Nietzsche: si Kant tiene razón la ciencia no sirve para descubir la verdad. Y me temo que Kant tenía razón.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo verdadero.