jueves, 19 de diciembre de 2013

Desmontando el lego: Cae la primera pieza

"Los afectos de la esperanza y el miedo no pueden ser buenos de por sí"
Tal como yo la recuerdo Rosita hasta los 13 años no tuvo ego, me refiero a un ego complemento directo, porque lo que si recuerdo  que  tenía, a mi parecer, era un simple " yo" pronombre personal que le daba pocos problemas, más bien todo lo contrario, de tan ajustado como estaba su deseo a la realidad -aunque eso ni siquiera lo pensó hasta que fué muy mayor y empezó a tratar las complejidades de la psique. Rosita, entonces no tenía nada a qué llamar psique. Tenía lo que se suele tener a su edad pero, sobre todo, mucho  talento. Destacaba en los estudios y  mucho más en campos que eran relativamente difíciles para la mayoría de los niños:  cantaba y bailaba muy bien, protagonizaba obras de teatro, presentaba actos públicos con enorme soltura, tenía una perfecta pronunciación en francés, demostraba gran inquietud cultural... Por añadidura era buena jugando a toda clase de juegos y su comportamiento en el colegio era merecedor de felicitaciones. Nunca supe a ciencia cierta si Rosita fue en esa etapa una niña feliz pero, por algunos detalles que conozco, puedo presumir que no del todo, la esperanza y el miedo probablemente ya anidaban en su interior.

"Los afectos de la sobreestimación y el menosprecio son siempre malos"
 Rosita estudiaba en un colegio de monjas, probablemente con gran esfuerzo por parte de sus padres, pero eso ella,entonces, no lo consideraba, no lo hizo hasta que ya, muy mayor, conoció las complejidades de la psique. Era costumbre en la educación de la época que, en un determinado momento, se separasen los estudiantes de letras de los estudiantes de ciencias; ella "iba" por letras y no era precisamente el grupo con mejores calificaciones, y resultó que en el grupo de ciencias se quedaron sus más íntimas amigas. Rosita sin saberlo, fue perdiendo sus lazos más consistentes, el de aquellas amigas a las que Rosita gustaba incondicionalmente. Pronto empezó a darse cuenta de que sus talentos, tan apreciados hasta entonces, eran un estorbo, un objeto de discordia y burla, entonces los miedos atraparon a Rosita, según creo, y se las ingenió para reconvertirse, reconvertir su talento. Pronto lideró el díscolo grupo, pero mientras se iba ganando su  adhesión iba, a su vez, perdiendo la estimación de sus profesores ( ¿la suya propia,quizás?). 

La mayor soberbia y la mayor abyección, son la ignorancia de sí mismo" 
Cierto día, delante del aula de griego, (asignatura en la que Rosita había obtenido el curso anterior las mejores calificaciones), sucedió un incidente que yo misma presencié porque en ese momento Rosita y yo charlábamos sobre los resultados de una prueba. Al pasar por delante de nosotras la profesora, levantó la voz queriéndose hacer oir y pronunció con insolencia, "Ja, no entiendo que me pudo pasar este verano...
terminé el curso con sobresaliente y ahora resulta que me merezco un cero....Ja,ja! La profesora se dirigió a Rosita, tal como recuerdo, con total serenidad y le dijo: "Es usted una autosuficiente pero si le interesa aprender griego yo podría ayudarle dándole clases extraordinarias los sábados por la mañana". Sé que a Rosita le pareció muy mal, y aunque se sobreestimaba,  acudió puntualmente a las clases y por lo que recuerdo siempre guardó admiración por aquella profesora. 

"La mayor soberbia y la mayor abyección revelan la mayor impotencia del ánimo"
Se daba entonces una circunstancia que resultó ser fatal para la "talentosa" Rosita. En el colegio de monjas no podía impartirse el curso preuniversitario de letras, debería trasladarse al Instituto, Rosita retornó a la educación pública. Acudió a las clases del primer trimestre, la diferencia de nivel con los compañeros  era abrumadora, los profesores exigían una forma de estudio irreconocible para Rosita, cada día era un nuevo naufragio en aguas turbulentas, el desafío era insoportable.  Rosita, se sentía sola e impotente, abandonó- Todo estaba perdido. Bueno, no todo, había ganado algo: "un ego". Un ego que resultó parlanchín, que discurseaba justificaciones a diestro y siniestro, para proteger a Rosita cada vez que caía. Y así fue como Rosita y su ego se conocieron. Luego vinieron otras caídas, entre la soberbia y la abyección,  hasta que Rosita, muy mayor, conoció las complejidades de la psique.

"El contento de si mismo puede nacer de la razón y, naciendo de ella, es el mayor contento que puede darse"
Escolio: El contento de sí mismo es, en realidad, lo más alto que podemos esperar. Pues nadie se esfuerza por conservar su ser con vistas a algún fin; y, por otra parte, como este contento es alentado y fortificado cada vez más por las alabanzas, y, al contrario, resulta perturbado cada vez más por el vituperio, es la gloria, entonces, la que nos guía, sobre todo, y somos prácticamente incapaces de sobrellevar una vida de oprobio" Esdedesear

Todos los fragmentos son de la Etica de Spinoza

4 comentarios:

Barbebleue dijo...

Ya nos lo legaron los antiguos: "conócete a ti mismo" ossia la virtud por el conocimiento. Pero trabajo hercúleo forjarse un ego, por las complejidades de la psique, sin duda...

Yo también conocí a una Rosita (quien por cierto me recuerda a Lisa Simpson)

Un beso.

Esdedesear dijo...

Yo la traté entonces, la conocí hace poco, trabajo herculeo conocerse.
Saludables fiestas, Barbe.

pfp dijo...

hay criaturas que desde muy pequeñas barruntan esa complejidad de la psique propia y extraña de la que hablas, y pasan la infancia, incluso llegan a la madurez sin comprender el papel que se les ha asignado en esta vida de tantos egos ... Rosita no se puede quejar!

besos conchita

Esdedesear dijo...

Estoy contigo, Pilar, todo está más claro cuando recuerdas (re-cordar escvolver a pasar por el corazón) y como decimos en Galicia: non hay que chorar polo leite derramado... Nuevo año, nuevos horizontes por transitar. Un besazo