
Quiero recordar una experiencia juvenil propia, aunque no es de mi gusto hacerlo en el blog, pero lo hago porque es algo que la perspectiva del tiempo no sólo no ha mermado la contundencia de lo que en ella aprendí, sino que se ha ido corroborando y enriqueciendo: Tenía yo veintitantos años y dos hijas de cuatro y un años, cuando me apunté a un cursillo de padres que me recomendaron. Era una época en que se empezaba a tener conciencia, no sé si acertadamente, de que no era suficiente con la voluntad, era necesario prepararse con alguna formación en temas que, hasta entonces, se consideraban fuera de la esfera del conocimiento y sólo se resolvían con las herramientas de la tradición y la naturaleza. Los cursillos preparatorios entraban también en el esapcio afectivo. Así que a la información de la revista "Ser padres", entonces de moda, decidí añadirle un cursillo intensivo: "P.E.T. Padres eficaz y técnicamente preparados" (En su momento me pareció un tanto exótico, la documentación estaba escrita en "mejicano" hoy veo que se incluye en la formación de doctorado de Educación Social en la U.C.M "Modelo humanista de acción familiar" así que será por algo.) . En los preliminares, antes de entrar en materia, nos repartieron unas hojas con un cuestionario que debíamos responder de forma anónima. Se trataba de que escogiéramos una forma, entre quince posibles, de afrontar o tratar la cuestión de un hijo adolescente que nos planteaba su determinación de dejar los estudios. Enseguida encontré mi respuesta y con la misma seguridad deseché las catorce restantes, no había color. No recuerdo los términos pero lo que vi cómo mejor respuesta era algo del tipo "interpretar, analizar, diagnosticar" o del tipo "aconsejar, solucionar, sugerir", "dar argumentos lógicos" también me encanta, en fin lo que me parecía propio de una madre eficaz, preocupada y bondadosa. Cuando interpretaron nuestras respuestas resultó que ninguna de las quince eran válidas, todas eran fatales como solución: Ninguna escuchaba al hijo. El cursillo consistía en enseñarnos a escuchar. Todas llevaban a un callejón sin salida que había empezado muchos años antes, incluso antes del lenguaje, vereis por qué.
Me impactó el comienzo que, además, fue aderezado con una reconstrucción entre nosotras (no había un solo hombre) del tipo: una que está fuera de la sala entra para poner en escena el ejemplo que se le propone, que acabó por rematarme de curiosidad: Este tipo de técnicas (aunque no sepamos que son técnicas) que usamos con los hijos (y con el mundo en general) en nuestra relación habitual, acaban por levantar auténticos muros de incomunicación, porque detrás de la bueníiiiisima intención, se esconde alguna forma de ejercicio de dominación, que lentamente va construyendo barreras más tarde infranqueables: (huelga decir que yo las he usado todas hasta que caí de la burra, e incluso después de caer):
Relación de respuestas habituales en nuestros diálogos:
"Mandar, dirigir u ordenar.
Advertir, amonestar o amenazar.
Exhortar, sermonear o dar una lección.
Aconsejar, solucionar o sugerir.
Dar conferencias, enseñanza o argumentos lógicos.
Criticar, juzgar o culpar.
Estar de acuerdo.
Avergonzar o burlarse.
Interpretar, analizar o diagnosticar.
Justificar, racionalizar o consolar.
Probar, preguntar o interrogar.
Minimizar el problema.
Distraer, hacer reír, entretener.
Halagar, hacer cumplidos o dar palmaditas."
Sigo con el curso. La única propuesta aceptable, lo único que cabía hacer en un diálogo eficaz, era dar una respuesta que impidiera que el hijo percibiera al primer instante que no iba a ser entendido, (hijo que llega a casa llorando porque un niño le quitó su "hi-man" , aunque puede escenificarse con algún juguete que no esté pasado de moda, claro: 1. tranquilo, compramos otro... 2.que más da, ya estaba viejo...3.tienes muchos más, nos seas llorón. 4.no se llora por esas cosas. 5. tampoco es para tanto... 6. mañana le quitas tú otra cosa. 7. ese niño es tonto no le des importancia... 8.si no lo hubieras llevado al colegio, como te dije... 9. y que hiciste cuando te lo quitó?. 10. debías haberle... 11. ¡ala!, ven que tengo una cosa que te va a gustar...12. con lo bueno que tu eres hay que ver... en fin, lo que se os ocurra.) Infinitas respuestas creando los primeros ladrillos del muro. La única acertada, nos dijeron: "Veo que estás muy fastidiado por haber perdido tu hi-man". Si acaso dura el llanto (no suele ocurrir que no se acabe al instante, tel es el efecto de la escucha), repetir con adjetivos parecidos: incluso pareces muy dolido, (enojado, enfadado...). El niño busca consuelo contando su relato (todos lo hacemos) , solo busca ser escuchado, nada más, la solución no le interesa tanto y en todo caso, él la encontrará, la que sea, la suya será la única que importe. De este y otros triviales barros, vienen éstos y otros tremendos lodos.Y el abandono de todo intento de afecto, por incomprensión.
Como material del trabajo nos dieron un libro que aún conservo (el que está en mejicano) y un folio con una relación de indefinidos para posible utilización ¡!, sí, a veces es necesario estar tres o cuatro días repitiéndolos hasta que el hijo (o cualquier persona) encuentra su verdadero estado, lo que verdaderamente le ocurre, en su cabeza, y de eso se trata, de ese instante en que uno se siente comprendido y sabe, gracias nuestra escucha, qué es lo que le pasa, de ahí a la solución no hay ya más que un paso, puede que ni siquiera haya nada que solucionar puesto que no ha habido más problema que el que los padres crearon.
Yo lo he comprobado muchas veces con admiración , y muchas más lo he olvidado, ¡qué le vamos a hacer!. Me enseñaron también otra cosa, muy importante, a distinguir entre el nefasto "mensaje-tu" y el beneficioso "mensaje-yo" que utilizamos cuando hablamos : Quiero... Me molesta que... Estoy cansado... Me enfada que... Me alegra... Prefiero... A mi me gustaría ... Me encanta... me disgusta... Te quiero. En lugar del: Eres un... No hagas... Debes intentar... Si no hubieras... Siempre me... Nunca te... No tienes que... Tranquilízate... Vete a... Olvídate...No llores...(por qué no dejamos llorar? Esto nunca lo olvidé . Y por cierto que me hace sentir mejor este lenguaje positivo. Dos pensamientos no caben en el mismo lugar, advertía Ortega. Mejor sustituir los negativos. Esdedesear.
La imagen: Pintura de Carmen Cecilia Meza