lunes, 2 de noviembre de 2009

La verdad en el mar sin orilla.


"Esta mortal e intolerable verdad: que todo pensamiento profundo y severo no es sino el intrépido esfuerzo del alma por mantener la abierta independencia de su propio mar, mientras que los más furiosos vientos del cielo y de la tierra conspiran por arrastrarla hacia la orilla traidora y servil.

Pero solo en la soledad del mar sin orilla, reside la verdad más alta, tan inacotada e indefinida como el propio Hacedor: antes perecer en esta infinitud que ser arrastrado sin gloria a sotavento, incluso aunque la salvación resida en ello. Pues ¿quién quisiera, como un gusano, arrastrarse cobardemente hacia la tierra?

De "Mobby Dick", por Joseph Conrad.



Llevo un rato delante de la página intentando atacar las teclas del ordenador y, ciertamente, no sé que poner, aunque si sé lo que quiero deciros. Y no sé qué poner porque lo que quiero deciros ya está bellísimamente expresado en este fragmento de Conrad, así que no me queda más remedio que repetirlo: que mantener la independencia del propio mar exige un intrépido esfuerzo del alma, pues eso. Que las orillas, que los puertos, son las más de las veces cobardes refugios donde nos protegemos de los embates de los furiosos vientos, incluso de los no tan furiosos, pues eso. Que el espíritu, sometido ya ante la imagen de su propia traición claudica embotado y servil, pues eso. Porque solo en la soledad del mar sin orilla reside la verdad más alta. Pues eso.


Y si alguna orilla buscamos que sea la de la verdad propia que no puede consistir en otra cosa que en romper los barrotes visibles o invisibles que hipotecan nuestra libertad. "La ontología crítica de nosotros mismos debe de ser entendida no como teoría, ni como doctrina, ni tampoco como un cuerpo de conocimientos durables que va en aumento; debe ser concebida como una actitud, un ethos, una vida filosófica en la que la crítica de lo que somos sea al mismo tiempo análisis histórico de los límites que se nos imponen, y experimentación de la posibilidad de transgredirlos. " Este era el reto del filósofo Michel Foucault: no consiste tanto en intentar liberar al individuo del Estado, y de sus instituciones, cuanto liberanos a nosotros mismos del Estado y del tipo de individualización que este conlleva. Hemos de promover nuevas formas de subjetividad que se enfrenten y opongan al tipo de individualidad que nos ha sido impuesta durante muchos siglos."


Nos sentimos arrastrados por las fuerzas irracionales de nuestra vida social, que estimamos y desestimamos casi al unísono, y nadamos, las más de las veces a contracorriente, sin saber muy bien a qué puerto nos dirigimos, repitiendo destinos que entre la bruma marina concebimos como abrigos más seguros de lo que finalmente se nos demuestran. Esas fuerzas irracionales están íntimamente ligadas a poderes institucionalizados, socialmente aceptados y acatados, cuya genealogía desconocemos y que se nos presentan como una maraña insuperable. Siempre digo que lo importante es encontrar el cabo de lana con el que empezar a deshacer la madeja, un instrumento para mí imprescindible son los análisis sociológicos, en ese sentido, de pensadores como Nietzsche, Marcuse o Foucault, éste último autor de esta obra "Hermenéutica del sujeto", que ha sido y es fundamental en mi vida y del que os hablo muchas veces. Es un libro pequeño y de fácil lectura, pero de pensamiento profundo y severo que puede ayudarnos a luchar por la independencia del propio mar", con una estupenda introducción además de Fernando Álvarez-Uría. Esdedesear.

6 comentarios:

Josefina dijo...

Me has regalado la idea y la ilusión de leer la Hermenéutica de Foucault.

¿Es éste nuestro mar?
He leído sobre el mar, de tantas interpretaciones, ésta reflexión por lo que vuelvo a preguntarme ¿Es éste nuesttro mar?

"Por su capacidad de "significar más" , el mar puede ser definido como símbolo; el mar-símbolo despliega múltiples significaciones. El mar apunta a nociones como libertad, amor, comunicación y capacidad salvadora de la imaginación. El mar reúne potencias adversas como vida y muerte, salvación y destrucción, purificación y crimen... pero, en definitiva, también se plantea como espacio de liberación. El mar es el "lecho misterioso" donde se entierra el "árbol de la vida", pero ese lecho es también un espacio purificador, del cual se sale renovado, con un contacto más auténtico con el mundo.

Los múltiples sentidos del mar-símbolo tienen en común el que todos apuntan, finalmente, a una presencia salvadora. El mar como símbolo, plantea la posibilidad de un orden distinto de cosas, de un sentido distinto de mundo. La naturaleza es el espacio donde es posible "otro orden de cosas fuera del hombre" . Ese orden "otro" tendría la capacidad de dejar libres a los sentidos, de reunir muerte y vida, y de estar fuera del mal. Desde ese punto de vista, el mar como presencia salvadora se plantearía en oposición a la cultura o a la civilización, ya que se relaciona con la naturaleza como orden distinto fuera del hombre . Si hay un aspecto de la cultura que se rescata y es también un elemento de salvación es el lenguaje, la palabra, especialmente la palabra creadora, poética. Quizás en ella se reunirían la naturaleza y el hombre, pues la palabra permite y expresa el símbolo, el mar-amar."
Gracias Conchita.

Esdedesear dijo...

Querida Josefina: Buen momento para hablar de símbolos en homenaje a Claude Lévi-Strauss, fallecido ayer. Claro, el mar como símbolo evoca algo más, algo inconsciente, como todo símbolo. Apasionante debate que viene de muy lejos en toda la historia de la filosofía, sobre símbolo, signo, significado, significante... La cultura no es más que nuestro sistema de símbolos, como afirmaba Levi-Strauss, la civilización es otra cosa.
Por otra parte es cierto lo que dices, del mar se dice que adentrándote en él no existe la depresión, seguramente porque se pierden tantas referencias negativas y solo se gana una experiencia límite.Pero Conrad dice que los puertos no son el mejor sitio cuando hay tempestad¿?
Con respecto de lenguaje te diré que mañana asistiré a una conferencia del filósofo Gómez Pin precisamente sobre redención y palabra (en la novela) pero en general me encanta como aborda ese tema siempre. He hecho alusiones a su blog, creo que te darás cuenta. Muchas gracias, me gustó mucho leer tu comentario y seguiría charlando un montón, pero no quiero alargarme. Muchas gracias Un abrazo.

pfp dijo...

no pensaba comentar nada Conchita, del mar sólo sé que es inmenso y profundo... pensaba/pienso que no perder de vista la orilla tampoco está tan mal... Un puerto parece más un punto y final, pero tocar tierra de vez en cuando, digo yo que es muy humano... ¿contra viento y marea siempre? ¡vaya palo¡...

Esdedesear dijo...

Pues te agradezco que lo hayas hecho, me alegra saludarte.
El mar, si lo vieras en la noche desde algunos puntos de nuestro paseo marítimo... parece imposible que tantos navegantes se adentren en él, son para mi como de otro mundo. Tenebroso y profundo es poco. Lo ideal supongo que es llegar a "buen puerto", que la orilla sea la deseada y navegar solo cuando el viento sea favorable. Me parece que ir a contracorriente es algo subjetivo que solo se siente cuando no encuentras la corriente adecuada. Supongo que eso es lo que Conrad (y yo misma) quería decir. Un beso y muchas gracias.

Barbebleue dijo...

Tomando una derivada diría que siempre me ha fascinado la dualidad social/individual en el ser humano. Otro conflicto más: la naturaleza social y el elevado yo libérrimo.

‘La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos.’ (Confucio)

¿Es esencialmente antisocial el conocimiento?
¿Nos ha hecho la civilización (de civitas) profundamente individualistas?
A simple vista parece que así es…

Esdedesear dijo...

Hola Barbe, todo lo que dices es indiscutible. A mi también hace años que me fascina el conflicto entre la inmensa necesidad de los demás, y el consecuente anhelo de buena convivencia social, y las dificultades del individuo para llevarlo a cabo con "naturalidad". Pienso, sin embargo, que el yo "libérrimo" como tu dices, es el único capaz de amar humildemente y por tanto el único capaz de dar y tomar, como hablábamos hace poco. Una de las premisas para liberarse sería entonces no hacer del conocimiento algo útil para "comprar o vender" afectos sino sólo para conducirte a esa humildad, al reconocimiento de la porpia indigencia, eso nos aproxima más que nos separa. ¿no?
Desde luego así es en estado de naturaleza, al que ya no podremos volver pero que nos gusta soñar.
Muchas gracias,como siempre, tus comentarios son estimulantes. Un abrazo.