viernes, 6 de noviembre de 2009

Subordinaciones

Normalmente, los profanos, los aficionados, en nuestro afán de hacer inteligibles nuestras intuiciones buscamos las referencias admirables de aquellos en los que confiamos para que nos cedan sus justas palabras y así conseguimos enriquecer nuestro escaso bagaje con sus sabias reflexiones. Esa hermenéutica desmitificadora va estableciendo un diálogo espiritual entre el lector y el autor elegido, con un dinamismo tal que, en ocasiones, llega a sorprenderte. Me ha ocurrido muchas veces, supongo que a vosotros también, que divagando sobre ésta o aquella cuestión, viene a presentárseme una obra, una anécdota, un artículo, que coincide exactamente con el supuesto de ese diálogo interior y así lo amplia, prolongando una placentera conversación. Lo que, en principio me sorprendía, ahora empieza a parecerme más normal, siento que estoy en el camino adecuado y junto a mí caminan los míos. aquellos en los que me apoyo y reconforto.

Después de publicar mi última entrada "La verdad en el mar sin orilla" me encontré leyendo esta otra del blog de Victor Gómez Pin, que a continuación os transcribo. A partir de este momento la mía puede ser olvidada, si acaso solo tenida en cuenta como pregunta. Esdedesear


De la publicación en El Boomerang, el 4/11/2009




LA IMPOSTURA

«Tout droit dans son armure, un grand homme de pierre/Se tenait à la barre et coupait le flot noir,/ Mais le calme héros, courbé sur sa rapière,/Regardait le sillage et ne daignait rien voir. ( En su armadura rígido, un gigante de piedra/ la nave timoneaba y hendía la onda negra./ Pero el héroe, impávido, apoyado en su estoque,/ la estela contemplaba sin dignarse a ver nada.)"
Charles Baudelaire, Don Juan aux enfers

Supongamos una persona entregada plenamente a una modalidad de vida espiritualmente exaltante, pero que no responde a principios convencionales. Alguien por ejemplo que apura las posibilidades de relacionarse erótica y afectivamente y que en su comportamiento social respeta máximas que son corolario de un sistema de valores no siempre coincidente con la ley general ( corolario, por ejemplo, de esa ley oscura que vincula a los miembros de un clan y a la cual este hombre se siente por origen adscrito). Supongamos asimismo que esta configuración de su vida supone exposición a algo tan elemental como la posibilidad de llegar en la más absoluta soledad a la hora de la muerte... y que sin embargo de manera alguna se haya dispuesto a asumir tal radical confrontación.
Como resultado de tal contradicción cabe que el hombre intente repudiar de su sentimiento y de su mente la consecuencia, es decir: sigue comportándose en conformidad a los principios que le han configurado (entrega a una vida de placer, o fidelidad a la norma de un clan)...negándose a toda lucidez sobre ese previsible momento en el que el precio- la soledad en la hora de la muerte- será reclamado. Pues bien:
Esta falta de adecuación, esta ausencia de entereza respecto a la necesidad de asumir las consecuencias del comportamiento efectivo, constituye en sí misma una infracción a la ética. Cabe al respecto formular una suerte de mandamiento, en el que hay como un rescoldo del kantiano imperativo categórico:
Ya que no estás dispuesto a morir sólo, ajusta tu comportamiento exclusivamente a aquello que no pueda facilitar el que te encuentres en soledad ante la muerte. Tal subordinación puede ser muy penosa para la consecución del placer, e incluso penosa para la dignidad de la propia imagen. Puede suponer, por ejemplo, que no haya vinculación en función de la intensidad de la afección o del deseo, sino del grado de conveniencia (tras el cristiano amor de los esposos se esconde muy a menudo esta esencial evitación del riesgo); puede suponer asimismo el repudio de lazos de clan vivido por el propio protagonista como una traición.
Sin duda tras el "amor del hombre por la naturaleza, por su familia, por su patria" que suponía para Hegel una suerte de presencia trascendente en la cotidianidad ( "inmanencia de lo infinito en lo finito" le llama), tras la lírica del "rodeado de su mujer y de sus hijos amigos y criados", hay mucho de esa cobardía disfrazada de prudencia que constituye un engrasador del comportamiento individual y colectivo. Pero nada sin embargo tan penoso, y en algún registro nada tan abyecto como la impostura de un ser que juega de farol ante sí mismo, que usurpa la función de liberado de la sumisión a conveniencias. ¿Cabe imaginar a Don Giovanni, huir despavorido, o aceptar arrepentirse, cuando el Comendador le tiende su mano de piedra?

Don Juan aux enfers

Quand Don Juan descendit vers l'onde souterraine
Et lorsqu'il eut donné son obole à Charon,
Un sombre mendiant, l'oeil fier comme Antisthène,
D'un bras vengeur et fort saisit chaque aviron.
Montrant leurs seins pendants et leurs robes ouvertes,
Des femmes se tordaient sous le noir firmament,
Et, comme un grand troupeau de victimes offertes,
Derrière lui traînaient un long mugissement.
Sganarelle en riant lui réclamait ses gages,
Tandis que Don Luis avec un doigt tremblant
Montrait à tous les morts errant sur les rivages
Le fils audacieux qui railla son front blanc.
Frissonnant sous son deuil, la chaste et maigre Elvire,
Près de l'époux perfide et qui fut son amant,
Semblait lui réclamer un suprême sourire
Où brillât la douceur de son premier serment.
Tout droit dans son armure, un grand homme de pierre
Se tenait à la barre et coupait le flot noir,
Mais le calme héros, courbé sur sa rapière,
Regardait le sillage et ne daignait rien voir.

Don Juan en los Infiernos

Cuando pasó Don Juan las aguas subterráneas/ y a Caronte pagó el obligado óbolo,/ una sombra mendiga, ojos fieros de Antístenes,/ con brazos vengativos empuñó los dos remos./ Mostrándole sus senos pendientes, sus vestidos/ abiertos, mujeres agitadas en negro firmamento/ como una gran manada de ofrecidas víctimas/ con un largo mugido detrás de él arrrastrábanse./ Sganarelle riéndose le reclamaba el pago,/ en tanto que Don Luis con un trémulo dedo/ mostraba a todo muerto que erraba en la ribera/ aquel cínico hijo que burlara sus canas./ Tiritando en su luto, la casta y magra Elvira,/ tan cerca de ese pérfido que fuera esposo, amante,/ aún le reclamaba la suprema sonrisa/donde brillara, dulce, la promesa lejana./ En su armadura rígido, un gigante de piedra/ la nave timoneaba y hendía la onda negra./ Pero el héroe, impávido, apoyado en su estoque,/ la estela contemplaba sin dignarse a ver nada. (Traducción de Juan Carlos Sánchez Sottosanto)

8 comentarios:

Barbebleue dijo...

Salvo personalidades psicopáticas, la subordinación, como el amor, siempre se fundamenta en el egoísmo de nuestras propias flaquezas, diarias y finales.

La angustia de lo perecedero requiere y solicita el refugio de lo superior: dios, ciencia, maestro, gurú...

En el fondo es imposible engañarnos a nosotros mismos: es muy difícil ser un héroe, un superhombre, un Don Juan.

Poderosas reflexiones, Conchita, muy humanas.

Josefina dijo...

Mi adecuación al medio que me ha sido dado, puede ser por decisión propia o por inercia congénita; también puede ser por llegar a “ser” sin proponérmelo, persona distinta a los que conviven en la adecuación (subordinación)como lo más conveniente, tradicional, llevadero y razonable del sobrevivir.
En esta lucha, si la gano, la pago: soledad, falta de redes sociales, por tanto llegar a vivir con la única compañía de mi misma. Un mundo que descubrir.

Si la pierdo, gano en sociabilidad, en ayudas, en manos amigas que me sostienen y a las que puedo sostener. Puedo imaginar...
¿Qué hacer?

Si gano, soy fiel a mi misma y me queda la esperanza de que, en ese camino, habrá aun sin conocerlas nunca, gentes por doquier.

Si pierdo, me vendo a todo lo establecido y al modelaje de una cultura determinada.
¡Estoy desolada!
Gracias Conchita, no dejo de pensar…

Después de leer a Barbebleue, se me añaden pensamientos!!!

Esdedesear dijo...

Siento, Barbe, que nada nuevo te digo, tus comentarios son la viva imagen de quien ya "comprende" y "sabe". Lo entrecomillo porque ya sabes de sobra a lo que me refiero. Contigo , la angustia de lo perecedero, como tu dices encuentra el refugio en el "compartir". ¡Ahí es nada! Me siento muy afortunada. Un abrazo.

Esdedesear dijo...

Me encanta tu desarrollo Josefina. Amplia y complementa fantásticamente mis reflexiones, siempre tan abstractas y difusas.
Discrepo quizás en los extremos, ni tanto ni tan calvo, diría. No se trata de que la no subordinación conlleve soledad, al menos no total soledad,aunque cierta soledad es necesaria, ni está tan claro que la sociabilidad asegure tantas "manos amigas". Desde el momento en que pensamos que "algo" debemos vendernos para "tener" otra cosa, como estamos pervirtiendo los fines ya no hay satisfacción posible.
La satisfacción está en que la experiencia, la experiencia del amor al fin y al cabo, sea auténtica, cueste lo que cueste esperarla. Un abrazo y muchas gracias.

José António Lozano dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
José António Lozano dijo...

Querida Conchita,
se me ocurre que cuando estamos sólos podemos ser, no solitarios, sino solidarios y meditar sobre ello. Cuando estamos "rodeados" de lo social podriamos sentir la soledad.
Creo, con Kant, en la sociable insociabilidad del hombre y no creo en los extremismos. En el fondo no creo que haya grandes problemas que deban ser resueltos de una forma desgarradora. Sin querer generalizar en este terreno, diria que uno debe esforzarse sinceramente. A veces afrontamos las cosas por el lado heroico, que es una forma de auto-exaltación y no por el lado más sencillo. Lo ético no deberia ser algo que cargásemos de un fuerte tinte emocional. Lo siento más bien como algo natural, como el agua. Y será lo que tenga que ser. Definitivamente me opongo a lo trágico (engrandece el ego) Prefiero la humildad de lo cómico.
Un beso y muchas gracias por la reflexión, que a todos nos toca de un modo u otro.

José António Lozano dijo...

Bueno, he tenido que corregir una falta de ortografía bastante imperdonable,de ahí que aparezca un comentario eliminado.

Esdedesear dijo...

Querido Chiqui: Estoy de acuerdo en todo contigo, una soledad buscada como renuncia heroica puede ser más de lo mismo, algo que tenga que ver más con el ego lastimado en su demanda narcisista o con algún tipo de impotencia patológica, etc...En fin, no lo juzgo, hacemos lo que podemos.
La soledad a que me refiero y a la que nos referimos todos, deviene lógicamente, es consecuencia, de no utilizar a los "otros" para fines diferentes a los que nos demanda la solidaridad, la sociabilidad, el amor, vs la necesidad de reconocimiento social o individual, cobardías y realizaciones varias. Para desdramatizar diría "no hay atajo sin trabajo". Si uno debe escoger una senda no debe apartarse de ella y por esa senda caminarán otros, a veces solo se trata de aguantar un trozo del camino en solitario, los que no ves todavía están en algún punto del horizonte, o "navegando". Siempre es un placer conversar contigo. Un abrazo.