viernes, 5 de junio de 2009

¡Esa rutina!

" Un temperamento tranquilo y sereno, que proviene de una salud completa y de una organización feliz, un entendimiento claro y penetrante, que aprehende correctamente, una voluntad temperada y suave, y por tanto una conciencia tranquila; estas son ventajas que ningún rango o riqueza pueden sustituir... un hombre ingenioso, en completa soledad tiene una excelente recreación en sus propios pensamientos, mientras que el cambio constante de círculos sociales, espectáculos, excursiones y diversiones no logra apartar el tedio martirizante de un embotado".
De "El mundo como voluntad y representación" por Arthur Schopenhauer.

Las palabras de Schopenhauer complacen aunque es difícil olvidar que esos círculos sociales que vitupera son los que incluían a su propia madre Johanna y las figuras intelectuales del momento en Weimar, sobre todo Goethe, por cuya aceptación se moría directamente. Conflicto psicológico que le hacía sufrir como lo hacía el éxito académico de Hegel frente al insuperable fracaso propio. Lo que importa, como siempre, es lo que su mensaje nos diga a nosotros, una vez repuestos de esas constataciones imprescindibles (yo me quedo con "El mundo como voluntad y representación" y trato de olvidar lo que he leído en los "Parerga" o en el Epistolario de Weimar, cartas del propio Schopenhauer, su madre Johanna y Goethe), aunque dolorosas siempre son catárticas.

He querido traer este fragmento aquí, para hablar de la rutina. Arando, arando, (el lenguaje como decíamos)nos encontramos muchas veces con expresiones coloquiales que demuestran cómo a menudo atribuímos a algo de condición externa a nosotros la causa de nuestros males, condición externa como la del phármakos, ese chivo-expiatorio de los griegos al que sacrificaban para acabar con las crisis. Recuerdo una conversación con una amiga que mantenía, como suele ser habitual, que "la rutina acaba con el amor". Buena excusa, buen phármakos, pero al final... fármacos. Otra muy común me viene ahora a la cabeza, es la de culpar a la "adolescencia" de las características "molestas" que empiezan a tener los niños para con padres, profesores, sociedad en general, en un momento dado; ya vimos el otro día que vamos camino de medicar también estas molestias, del phármakos al fármaco, lo mismo ocurre con el cuidado de los mayores, "las casas de hoy en día son muy pequeñas", es la justificación en este caso. O la tan traída y llevada del clima y los cambios de estación para explicar los "bajones"... no se que me pasa, será la primavera, y de primavera en primavera y tiro porque me... no rima, así que lo dejo. Supongo que se os ocurren muchos chivos más de los que más usamos en nuestro lenguaje.

Bueno, que me enrollo y "me rallo", quería hablar de la rutina, en concreto de lo mucho que me gusta la rutina y de lo poco que creo en que acabe con nada que sea auténticamente bueno. Por suerte, hace ya mucho que descubrí que nada me hace más feliz que repetir una y otra vez determinados hábitos que fuí guardando celosamente a medida que se me iluminaba el bombillo de su descubrimiento. Uno de ellos es pasear al lado del mar, rutina para los 365 días del año si puedo, y suelo-querer-poder (así que dejémoslo en 300). Otra, hablando de paseos, es el que me gusta hacer en ocasiones, como hoy, en las primeras horas del día por la Ciudad Vieja de mi ciudad, con el aire fresco de la mañana, por las callejuelas silentes y recogidas.


Me reconforto en las Bárbaras, y me caigo en la Colegiata, que me acoge con las puertas abiertas de par en par, la admiro tranquila y relajadamente, de una forma que no puedo hacer con el bullicio de bodas y eventos habituales.








Luego a la Iglesia de Santiago que si es bella por fuera, mucho más me parece por dentro, me quedo un rato recreándola con la mirada a cámara lenta. Ni un alma, al menos en los días en que no nos visita un trasatlántico.
























Regreso por Azcárraga, pido algo en la Fuente de los Deseos, hoy, aunque tengo algunos pendientes, le digo:¡Europa!. ¿Es mucho pedir? Esdedesear.















6 comentarios:

Barbebleue dijo...

El cuerpo adora la rutina, el hábito, la pereza; no así la mente que por natura es exploradora e inquieta, laboriosa y activa.
¿Puede 'un entendimiento claro y penetrante' habitar en un temperamento sereno y retirado?

En todo caso, precioso el paseo: un buen ejemplo de 'Beatus ille' y 'Carpe diem'. Yo lo deseo.

Josefina dijo...

!Qué hermoso tu paseo por la orilla del mar, por las calles de
la Ciudad Vieja de tu ciudad... qué sereno y plácido hábito te induce a saberte existida fuera de la llamada "rutina" y dentro de ella, por así desear hacerlo libremente.
Ahora, acepto y agradezco tu invitación, tal vez debiera decir "incitación" a regresar después de mucho tiempo a Schopenhauer; después del intento, trataré de seguir arando, arando y te seguiré de cerca, que me hace mucho bien leerte.

Esdedesear dijo...

Pienso, Barbebleue, que cuerpo y mente se debaten en la lucha entre eros y tánatos. "Inquietud activa" del eros y "pereza" mortal del tánatos. La rutina me parece más bien una repetición deseada de hábitos del eros.
Tu pregunta me parece muy interesante,seguiré pensando en ella pero creo que el entendimiento claro y penetrante puede que sea una condición y el temperamento sereno una adquisición. En todo caso, una mejor forma de disfrutar del primero gracias al segundo.Encantada de saludarte.

Esdedesear dijo...

Josefina, si placentero es el paseo, más todavía compartirlo gracias a la celebración que haces con tus palabras tan generosas y entusiastas. Mucho te lo agradezco.
Gracias a vosotros, yo también retorno a mis autores favoritos, algo que siempre me complace. Un abrazo.

pfp dijo...

esto de la derecha Conchita, si es que es una rutina, la pobre Europa como angulo, de cráneo

Esdedesear dijo...

Y que lo digas Pilar, "je suis désolée" como dicen los franceses. Esto no puede ser otra cosa que "si no quieres caldo, siete tazas", no salgo de mi asombro, aunque siempre acabas comprendiendo y respetando, como no puede ser de otra forma. Aquello de ser europeo está perdiendo atractivo a toda velocidad. Un abrazo en las trincheras de nuevo.