lunes, 1 de diciembre de 2008

Teoría de la amistad

¿Puede decirse que la amistad sea como el amor? ¿Y que, así como los amantes se complacen apasionadamente en ver el objeto amado y prefieren esta sensación a todas las demás , porque en ella, sobre todo, consiste y se produce el amor, de igual modo los amigos aspiran, sobre todas las demás cosas, a vivir juntos?

Dulzuras de la intimidad. Moral a Nicómaco, por Aristóteles.

Cuando escribo ésto una mujer acaba de morir a manos de su pareja que se encontraba en prisión por haber maltrado a su anterior mujer (que se libró por los pelos). El malvado había salido de la carcel en un permiso que le había conseguido la víctima.

Tal como quiero hablar sobre la posibilidad de educar en el amor, en el camino emprendido del "cuidado de si mismo" que Foucault nos recomendaba, prefiero evocar los textos del racional y práctico Aristóteles, yo que tiendo a adherirme a consideraciones psicológicas más cercanas a platonismos que a empirismos, porque educar (si ello fuera posible ) y hacerlo desde la razón requieren una fuerte dosis de optimismo y fe en aquellas formas de comportamiento que harán nuestra vida mejor. Aristóteles escribió bellísimos pasajes sobre cuáles serían las buenas disposiciónes para el amor y la amistad en su Moral a Nicómaco ( tratado de moral considerado el de mayor valor que haya producido la filosofía junto con la Crítica de la Razón Práctica de Kant). No se perdía en abstracciones, quiso pensar "lo que hay", todo lo que hay, en la naturaleza o en el alma y lo dejó todo muy trillado. Esto es lo que hay, hay lo que es bueno y lo que es malo, si queremos ser felices seremos buenos y escogeremos cosas buenas para nosotros. Y aunque no leamos filosofía, somos aristotélicos, lo somos en nuestro lenguaje y en nuestro pensamiento acerca de todo, en nuestra vida cotidiana, aunque creamos habernos diluído en un cómodo escepticismo que así nos va. Todos estaríamos dispuestos a firmar este imperativo tan simple que propone Aristóteles para la felicidad pero luego nos vamos perdiendo por el camino, atajando sin ton ni son, y ya sabemos lo que dice el refrán, y además puede venir el lobo.

Y me callo ya para dejar hablar al Gran Filósofo:

"El amigo de sí mismo y el amigo de los demás. Retrato del hombre bueno y del malo"

Los sentimientos de afección que se tiene a los amigos y que constituyen las verdaderas amistades, tiene su origen, al parecer, en la que el hombre se tiene a sí mismo. Así, se mira como amigo al que os quiere y os hace bien aparente o real, únicamente por uno mismo o también al que desea la vida o felicidad de su amigo sin otra consideración que la del amigo mismo. Esta es la afección desinteresada que sienten las madres por sus hijos, y que experimentan los amigos que se concilian después de alguna desavenencia. También se dice, a veces, que el amigo es el que vive con vosotros, que tiene los mismos gustos, que se regocija con los mismos goces, que se aflige con vuestros pesares, simpatía que se hace notar principalmente en las madres. Veamos algunos de los caracteres por los que se define la verdadera amistad. Estos son precisamente los sentimientos que el hombre de bien experimenta respecto de sí mismo, y que experimentan tambien todos los demás hombres, en tanto que se creen probos y honrados; porque, como ya he dicho, la virtud y el hombre virtuoso pueden tomarse por medida de todas las cosas....Esto es lo propio del hombre honrado: hacer el bien exclusivamente, hacerlo por sí mismo, por la razón de que está en él y constituye la esencia misma del hombre en cada uno de nosotros... quiere continuar viviendo en si mismo, porque encuentra en ello un verdadero placer. Los recuerdos de sus actos pasados están llenos de dulzura, y sus esperanzas respecto de sus acciones futuras son igualmente honestas. Todos estos son sentimientos agradables. Esta multitud de pensamientos llenan su espíritu de las más nobles emociones y se complace en simpatizar sobre todo consigo mismo, con sus propios goces, con sus propios dolores; porque, para él, el placer y la pena se ligan siempre a los mismos objetos y no varían sin cesar de uno a otro... Estas afecciones jamás se producen en los hombres absolutamente perversos y criminales. Puede decirse que apenas se encuentran en los viciosos; ellos están siempre quejosos de sí mismos, desean una cosa y quieren otra, absolutamente como los libertinos que no saben dominarse. En lugar de las cosas que ellos mismos creen ser buenas, prevfieren las son son para agradables, pero funestas. Otros se abstienen de hacer lo que les parece mejor para su propio interés, ya por cobardía, ya por pereza...Los malos pueden buscar personas con quienes poder pasar la vida, pero ante todo, huyen de sí mismos. Cuendo están solos, su memoria no les presenta más que recuerdos dolorosos y para el porvenir sueñan proyectos no menos horribles, mientras que, cuando están en compañía de otro olvidan estas odiosas ideas. No teniendo en sí nada digno de ser amado, no experimentan nigún sentimiento de amor hacia sí mismos... su alma está en constante discordia, y mientras que, por perversidad, tal parte de ella se aflige de las privaciones que se ve forzada a sufrir, tal otra se regocija en sufrirlas... Pero como no es posible sentir a la vez placer y dolor, no tarda en afligirse de haberse recocijado, y hubiera querido no haber gustado semejantes placeres, por los hombres malos están siempre llenos de remordimientos por todo lo que hacen. Así, el malo jamás está en disposición de amarse a sí mismo, porque no encuentra en sí nada que pueda ser amado. Si este estado del alma es profundamente triste y miserable, es preciso huir del vicio con todas sus fuerzas y aplicarse con ardor a hacerse virtuoso, porque sólo así se sentirá uno inclinado a amarse a sí mismo y hacerse amigo de los demás.


No hay comentarios: