jueves, 27 de noviembre de 2008

¡Es patético!

"...imaginan que el amor se quita cuando se quiere, como con la mano. Esto consiste en que a bulto se hacen la cuenta de que, siendo la voluntad potencia libre, y el amor acto suyo, ama cuando quiere y no ama cuando no quiere"
De Teatro Crítico Universal por Benito Feijoo


Dice Carmen Martín Gaite en el prólogo de su antología del Teatro Crítico Universal que del Padre Feijoo, Casdemiro (Ourense) 1676- 1764, en una primera aproximación, cabe destacar como excepcional que aún siendo el primogénito de una noble familia gallega sus padres le inclinaron al estudio de las letras. "...a las universidades suelen ir los hijos segundos, que, por no ser señores de sus casas, han menester de las letras para comer.... ( de los primogénitos)... sus padres no desean otra cosa más de que vivan, para que lleven adelante la antigüedad de sus familias, y no ejercitarles en el estudio ni otra ocupación que les cause pena ni fastidio" Así rezaba la escritura de fundación del Colegio Imperial de Madrid. Así estaban las cosas en el siglo XVII y tampoco muy diferentes las veo a día de hoy. En general se sigue considerando el estudio algo bastante fastidioso y ajeno al buen "vivir". Traigo a colación una respuesta que , en mi presencia, dió un alumno de secundaria cuando su profesora interrogaba por lo que querían ser de mayores: "quiero ser vividor", que fue muy aplaudida por sus compañeros.


Feijoo, preocupado por deterrar el error de opiniones comunes, aunque no confiaba ni en sus dotes de persuasión ni en la docilidad de sus lectores, afronta, entre otros, el omnipresente tema del amor, sus causas, sus enfermedades, y sus remedios. Distinguía, curiosamente, tres especies de amor: el apetito puro, el amor intelectual puro y el amor patético. El primero, relacionado con lo bello, amor estético, que se excita por la experiencia que tiene el alma de la sensación grata que le causan estos objetos (manjares, olores, música, naturaleza). El segundo, amor apreciativo, separado de toda conmoción en el cuerpo, se dirige a todo lo que es bueno intelectualmente hablando, es el que el alma siente con el conocimiento de la bondad. El tercero, amor patético que hace sentir llamaradas en el corazón, le inquieta, le agita, le comprime, le dilata, le enfurece, le humilla, le acongoja, le alegra, le desmaya, le alienta, según los varios estados en que se halle el amante con respecto del amado. En cuanto a éste, considera que hay diferentes modos de amor patético, según los temperamentos: los lascivos apetecen pero no aman, no quieren el objeto sino su uso. Los de índole tierna, se enamoran de todos cuantos tratan y a todos quieren meter en sus entrañas. Otros son tan despegados que no encuentran en nadie méritos suficientes.
Y habiendo explicado la enfermedad, conviene que tratemos el remedio, dice Feijoo. La voluntad puede curar la pasión amorosa pero no sin gran dificultad no es menester más prueba que la experimental de tantos dolientes, así que ofrece sus remedios para hombres cuerdos:
- 1º Ausencia del objeto amado "Manta amor tectus, si no ab amante recedas.." El amor se filtra si no te alejas del amante, ya dijo Ovidio donde vá. Pero advierte Feijoo, que aunque se aparte el cuerpo, el alma se queda, y además para muchos es impracticable.
-2º Lidiar contra la pasión en los inicios. Evitando la vista y trato de la persona, contemplando el riesgo en que te pones, las malas consecuencias a tu conciencia, a tu honra o a tu hacienda, a tu quietud y frecuentando la conversación de sujetos prudentes y serios, la lectura de autores graves y modestos aunque sean profanos.
-Ocupar mucho la atención en otras cosas, aplicarse a varios negocios ...porque la limitación del ser humano no permite ordinariamente hospedarse en él dos cuidados muy intensos aunque solo vale para pasiones tibias porque hay quien prefiere su pasión a todos los demás intereses, que incluso prefiere abandonar a su costa.
-4º Hacer continuada reflexión sobre los defectos de la persona amada porque son fáciles de creer en el objeto amado perfecciones que no hay, o creerlas mayores de lo que son.


Finalmente, desde tiempos inmemoriales (recomiendo la lectura del poema "Sobre la naturaleza de Lucrecio, siglo I dC) solo concluímos que no queda "más remedio" que estos remedios, ya lo sabemos, pero ¿cuanto tiempo y esfuerzo es necesario para iniciar el camino? Quizás la educación sirva al menos para ponerlos de manifiesto, darlos a conocer, aprovechando la oportunidad para hablar sobre qué es y, sobre todo, qué no es amor. Discernir nuestras urgencias para poder solucionar con bien y cuanto antes los delirios del tercero, el amor patético, y entregarnos plácidamente y en buena compañía al útil disfrute de los dos primeros.

Estos son, como digo, los remedios pero ni el propio Feijoo creía que puedan ser eficaces y por tanto los consideraba inútiles. Finalmente no confió tanto en el poder de la razón y sí en un método por él inventado que hacía intervenir a la imaginación y a una suerte de asociación de ideas porque de este influjo que tiene la imaginación en el cerebro viene la mayor parte del mal que nos causan nuestras pasiones. Conocida la causa del mal, acudir con las armas de la causa del mal: La imaginación. ¡Que gran tema para continuar charlando! Otro día.





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