viernes, 14 de noviembre de 2008

14 noviembre

EL BARRIO, de los intelectuales al camión de la metadona

"Una existencia no tiene por qué ser tributaria de un decorado y sus actores, una buhardilla o un estudio no hacen de uno un artista y un piso como tantos otros no te transforman fatalmente en burgués. Una forma de vida es, en cambio, una creación continua interior, y no tiene nada que ver con las condiciones materiales, con el ambiente o con el decorado, fruto solo de las circunstancias."
De Diarios, Mircea Eliade.

Como sabeis me gusta pasear por nuestro barrio en mañanas soleadas como la de ayer. Inicio la caminata desde nuestra calle de Älvaro Cunqueiro, "mi oficio es soñar" decía de si mismo.Antes de nada, me siento un rato a leer a la sombra de un castaño de los de la plaza de Casares Quiroga, coruñés republicano comprometido, ministro y tengo entendido que un dandi muy glamuroso, escuchando el susurro de la fuente que interpreto como el de un río de aguas cristalinas. Ayer me decidí a hacer una incursión hasta zonas más alejadas de las que hace tiempo que no visito, me voy dando cuenta de que prácticamente todas las calles llevan el nombre de algún intelectual gallego, García-Sabell, Eugenio Granell, sigo recorriendo. Me complace la imagen de limpieza y orden con el que se conserva este barrio donde se produjeron las primeras integraciones de gitanos hace treinta años, cuando comenzábamos. Sin estridencias, armoniosamente, en las viviendas, en los colegios. Al llegar al paso de peatones, detrás de una gitana cargada de bolsas y con muletas grita su hija:
-¡Máma!
-¿Quién eres?- sin mirar atrás
- Soy la Seleni. Déjame que te llevo las bolsas.
Las voy acompañando con la vista hasta su portal. Jalean al otro hijo y hermano que descarga herramientas de su camioneta de trabajo.
- ¿Qué haces, hijo?
-¡Ay, máma, que estoy descargando-contesta
Llego al "jardin romántico", finalmente ya han desaparecido las placas con los nombres de todas las especies de árboles, ya no identifico más que al algarrobo y al alcornoque, al pino y el camelio, pero no recuerdo cual es el metrosidero, ni el de al lado. Se conserva en cambio la del club de los leones que habla de libertad, conocimiento, orden, educación... Al lado, como cada mañana en días alternos, está el "camión de la metadona" y por él van pasando sus acostumbrados clientes que se saludan afectuosamente al reencontrarse un día más. Regreso por Salvador de Madariaga, pisando las hojas de los castaños, incluso las castañas, del noviembre otoñal. Contenta de mi barrio agradable donde conviven pacíficamente intelectuales, payos y gitanos y los clientes del camión de la metadona junto al Club de los Leones.

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