martes, 18 de noviembre de 2008

Sorpréndete a ti mismo.

9. " Que cada substancia singular expresa todo el universo a su manera, y que en su noción están comprendidos todos sus acontecimientos con todas sus circunstancias y toda la serie de las cosas exteriores"
Del Discurso de la Metafísica, de Gottfried Wilhem Leibniz

Aunque ahora no hablaré de ello, esto que dice Leibniz expresa fielmente lo que comenté en una anterior entrada, en concreto la de las reflexiones de Richard Tarnas sobre la relación íntima entre macrocosmos y microcosmos. Así estaban las cosas en el siglo XVII, ya vemos.

La sustancia singular que fué Leibniz (1646-1716), después de una vida de incomparable e intensísima actividad social y fecundidad intelectual, cuya influencia llega hasta el pensamiento y la ciencia actual, murió sola, acompañada por su secretario y de la misma forma fue enterrada sin que asistiera nadie de los que le hubieran conocido. ¿Le sorprendió este último predicado de sí mismo, lo deseó, lo conoció de antemano al menos? Cuando Leibniz habla de "substancia singular" se refiere al individuo concreto y cuando nos dice que en su noción están comprendidos todos sus acontecimientos, etc, afirma que el concepto de un individuo incluye todos sus atributos, los del pasado, los del presente y los del futuro, porque ya están en él virtualmente desde su nacimiento hasta su muerte. Es decir, si se me permite poner un ejemplo propio, la "sustancia singular" que yo creía ser hace tres años , todavía no incluía el predicado de "flautista", ni el de flautista que toca en un grupo relacionándose con otros instrumentistas, etc. que ahora soy y que tanto me permite disfrutar.
Tendemos a considerarnos, a considerar a los demás, al mundo, incluyendo a la naturaleza, por analogía con el concepto de sustancia, como algo físico, dado, acabado, determinado y no es así. No lo es hasta el momento de morir. Nos desarrollamos, fruto de nuestras creencias y deseos, hasta el final, cumpliendo los más diversos predicados. El mío de ser "flautista" (si alguien lo encuentra un deseo poco interesante que sepa que cabe aspirar a un amplio abanico de posibilidades adecuadas a "la economía libidinal del cada uno" como dijo Freud) surgió de un deseo inédito. Pero para que ello ocurra, o al menos lo haga de una forma auténtica que nos permita sentirlo con profundidad como propio, hemos de estar atentos, cuidadosos, "ocupándonos" de nosotros mismos, y sufrir las transformaciones necesarias, que decía Foucault, para ello (cabe escuchar tambien por qué a uno no le tiene tanto atractivo ser feliz, por ejemplo) . En eso consiste. En "salvarnos", que es el término griego que se utilizaba para el acto de "explicarnos", conocernos, sautseia. Curiosamente "salvarse" para el cristianismo pasa a tener una connotación ajena al mundo que consiste en ser felices en otro tiempo y lugar, fuera de éste. En el Más Allá. Lo cierto es que para ese viaje no hacen falta alforjas, para esto al individuo no le hacen falta muchas explicaciones, todo está ya explicado fuera de él, no importa si lo entiende o no, solo debe cumplirlo.
De esa sustancia singular que somos forman parte, por tanto, nuestras ideas, en forma de intuiciones, deseos, pensamientos. Todo lo que "esdedesear". Quizá somos jóvenes en el peor momento y es entonces cuando debemos tomar las decisiones fundamentales de la vida, pero la juventud puede continuar hasta morir, si escuchamos como le pasaba a Sócrates "nuestra voz interior" y la seguimos, al tiempo que escuchamos la del mundo en un "habla auténtica" como recomendaba Heidegger. Otro cantar es el libre albedrío, supongamos que lo hay.

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